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Era como volver a ser un adolescente; un chico joven y despreocupado, atento y dispuesto a hacer todo lo necesario para cumplir sus sueños... Pero no. Hacía mucho de eso, y si ahora estaba allí era por una cuestión completamente diferente, aunque eso no significara que no tuviese miedo, al contrario, se moría por saber si todo aquello saldría bien. Si se acababa yendo de las manos tal y como había predicho Hoseok, su vida volvería a dar un giro de trescientos sesenta grados.

El día era soleado y claro. Apenas había nubes en el cielo y Jimin las contemplaba desde su ventana. Era temprano, pero no quería seguir en la cama, así que decidió bajar a desayunar con sus padres. Estaban en la cocina, y no pudo evitar suspirar; el tiempo parecía haber retrocedido.

—Bueno días, cariño —saludó su madre.

—Hola, mamá —pronunció—. Papá...

—Hola, cielo —dijo él—. Siéntate con nosotros.

Obedeció de buena gana y se sentó en la que solía ser su antigua silla. Su madre le sirvió un poco de café y unas tostadas con mermelada de fresa.

—¿Has conseguido dormir?

—Sí, mamá. No te preocupes. La verdad es que he dormido como un tronco.

—Bueno, tu cama siempre ha sido muy cómoda —dijo, esforzándose para no ponerse melancólica.

—¿Has sabido algo de Taehyung? ¿Ha vuelto a llamar?

—No, pero estará a punto de hacerlo. —Sonrió con esperanza—. Yoongi ya ha salido del hospital, cielo. Los dos han vuelto a casa.

Asintió con una sonrisa taladrada en sus apretados labios. No sabía si alegrarse por ello o maldecir por caer en la cuenta de que lo había vuelto a perder sin tan siquiera haberle tenido.

—Eso es genial —se limitó a decir.

La televisión de la cocina estaba encendida y el hombre del tiempo que aparecía en ella afirmaba con entusiasmo que el buen tiempo se mantendría durante al menos dos días más.

—Me alegro tanto de que estés aquí...

Levantó la cabeza para observar a su madre. Nunca había dejado de ser increíblemente sentimental.

—Yo también, pero no te acostumbres. Van a ser unas semanas...

Su padre carraspeó de improvisto.

—¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? Creía que tenías que volver por tu trabajo.

—Sí, claro. He hablado con Hoseok y le he pedido que me sustituya.

—¿Sustituirte? Eres el protagonista. La estrella...

—Por favor, papá. Hay miles de chicos como yo. Es sólo un papel. —Le dio un buen mordisco a la tostada que había en su plato—. Prefiero quedarme.

—Esa es una gran idea —afirmó Youngmi—. Te sentará bien estar en la isla. Seguro que este aire no lo hay en tu ciudad.

Se permitió sonreír con brevedad.

—No, desde luego que no.


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Jimin había acabado de ducharse y vestía ropa cómoda. Sus padres estaban en el salón; Seung en su cómodo sillón con el portátil sobre las rodillas y su esposa revisando unas cuantas facturas sin importancia. Sintió la necesidad de aproximarse.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora