Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )

62

Saber que cada segundo que pasaba significaba estar acercándose a él era algo que le entusiasmaba. Taehyung no había tardado demasiado en elegir el día para coger el avión. Después de una semana para organizarlo todo, ya estaban en él, con los estómagos llenos de nervios y la sensación de caer en picado al vacío.

Su mente no le había dejado ni un minuto de descanso; se afana en pensar en él una y otra vez, como si una parte de sí mismo se negara a pasar por alto cualquier nimiedad. Ni siquiera el anillo brillando en su dedo anular le servía para eclipsar lo que llevaba adentro. Estaba sencillamente ansioso, deseando poder estar cerca de Jimin, y confesarle con una simple mirada que lo suyo no había acabado.

—¿No crees que debería llamarlo?

La voz de Taehyung le sacó de su particular mundo de fantasías.

—¿A quién? —Se incorporó en el asiento—. ¿A Jimin?

—Sí. ¿No sería mejor avisar con algo de antelación?

Él se encogió de hombros.

—Como quieras.

Taehyung puso los ojos en blanco, carraspeando.

—Oh, Yoongi. Muchas gracias. Eres de gran ayuda.

—Taehyung, ya sabes lo que opino. Además, si no estás seguro de que vaya a alegrarse, es mejor no prevenirlo. Si dices que siempre tiene una excusa para todo, no le des la oportunidad de que encuentre otra. —Ladeó la cabeza—. Es mejor presentarnos directamente, así no podrá librarse...

—Visto así, tienes razón. —Se llevó el dedo índice a la barbilla—. De acuerdo, no lo llamaré.

—Entonces, relájate.

Taehyung torció la boca.

—Ya estoy relajado.

—Lo que tú digas...

—Vale, admito que estoy algo... nervioso.

—¿Por Jimin? —aventuró—. Es tu hermano.

—Sí, pero eso no significa que sepa cómo va a reaccionar. Con él nunca se sabe... ¿Y tú? —preguntó de repente—. ¿No estás nervioso por verlo?

Hubiera dado mucho por poder sincerarse, pero no entraba dentro de sus planes. Se limitó a asentir lentamente, intentando parecer interesado y distraído a partes iguales.

—Bueno, ya que pareces tener todo bajo control, espero que me ayudes a tranquilizarlo.

—¿No crees que estás exagerando un poco?

—Con él es mejor tener un plan en la manga. Sé de lo que hablo.

Yoongi puso los ojos en blanco. Se envenenaría si se le ocurría morderse la lengua; no estaba acostumbrado a permanecer en silencio durante un tiempo tan prolongado.

—Vale, estaré preparado —gruñó—. Yo lo sujeto y tú lo amordazas, ¿de acuerdo?