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Jimin estaba en un lugar desconocido; jamás había estado allí. Tenía la carne de gallina y el cuerpo empapado a causa de la lluvia. Yoongi lo había estado siguiendo y se negaba a dejarlo en paz. Con el corazón en un puño, él se resistía una y otra vez, consciente de que lo suyo jamás podría ser. A pesar de eso, acababa rodeado por los fuertes brazos de él, apretándolo contra su torso y diciendo verdades cerca de su oído que hubiera preferido no volver a escuchar. Sin previo aviso, el hombre al que tanto había amado, y que aún seguía queriendo, se acercaba a él lentamente, clavando sus ojos color avellana en los suyos propios. Un destello mágico, algo imposible de describir con palabras. Después de resistirse a la tentación, el chico de ojos verdes acabó por caer en él, besándole en silencio, pero transmitiendo un mensaje puro, más allá de cualquier palabra. Pero entonces, algo malo ocurría: Taehyung aparecía en medio de la oscuridad, llorando y profiriendo fuertes alaridos de dolor y decepción. Acababa de darse cuenta de la traición que se había gestado delante de sus propios ojos. En ese momento, todo desaparecía en un torbellino de imágenes borrosas.

Entonces escuchó algo más, un imperativo proveniente del mundo real.

—¡Despierta!

Jimin abrió los ojos.

—Jimin —susurró Taehyung—. ¿Estás bien?

No entendía lo que acababa de pasar. Tenía las sienes sudorosas y las manos le temblaban, frías como dos trozos de hielo.

—¿Qué? —Se incorporó lentamente—. ¿Qué ha pasado?

Taehyung acarició su frente, respirando algo más aliviado.

—Estabas teniendo una pesadilla. He preferido despertarte.

Jimin observó los preciosos ojos azules de su hermano menor.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—El suficiente para rescatarte —bromeó—. En serio, ¿ya estás mejor?

Su hermano no sabía ni qué decir. Aún creía que seguía soñando, al no acabarse de creer lo imaginativa que era su mente.

—Creo que sí. Una mala pesadilla.

—¿Qué ocurría?

Jimin disimuló no entender a qué se refería.

—¿Qué?

—Tu sueño —insistió—. ¿Qué estaba pasando para que estuvieras tan rígido?

—No... me acuerdo —mintió—. Ya sabes que si te despiertan antes de que el sueño termine, al despertar no recuerdas nada.

—Lástima —comentó Taehyung—. Seguro que debía de ser algo emocionante.

No sabes cuánto, pensó Jimin para sus adentros. Se apartó un poco para que Taehyung se sentara con más comodidad. Pasados varios minutos en silencio, Taehyung decidió marcharse pero Jimin lo sujetó con suavidad de la muñeca.

—¿Puedes... quedarte aquí un poco más? —preguntó.

—¿Quieres que me quede? Vaya, esa sí que es nueva. Se suponía que era a mí al que le daba miedo la oscuridad.

Jimin rio por lo bajo.

—A veces los hermanos mayores también necesitamos algo de compañía.

Como si en el fondo él también lo hubiera estado pidiendo a gritos, Taehyung se tumbó al lado de su hermano, respirando lentamente, fijando la vista en el techo.

A su entender, debió de pasar una eternidad, pero finalmente Jimin acabó por volver a hablar, intentando acortar distancias.

—Taehyung, yo...

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora