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Hoseok mantenía los ojos fijos en Jimin, que parecía haberse quedado sin habla después de que su amigo le confesara los planes que tenía para él.

—¿Estás completamente seguro?

—¿Por qué no iba a estarlo?

—Bueno, siempre te tomas tu tiempo para decidir estas cosas. Además, tú mismo dijiste que era demasiado pronto para presentárnosla.

Hoseok negó con la cabeza, totalmente convencido.

—A los demás sí, pero tú eres la excepción.

—¿Por qué?

—Porque resulta que eres mi mejor amigo, y porque sabes perfectamente que te necesito. —Apuró su taza de café—. Necesito tu aprobación.

—Ya la tienes, ¿recuerdas?

Hoseok volvió a negar con la cabeza.

—Enseñarte una foto en el ordenador no implica nada. Lo que cuenta es el contacto cara a cara, y necesito que estés presente para comprobar que te causa buena impresión.

—¿Y si no lo hace? —dejó escapar—. ¿Vas a romper con ella sólo porque a mí no me caiga bien?

—En absoluto. Aunque no lo creas, no corro riesgos. Si insisto tanto en presentártela es porque sé que te caerá bien.

—Ya —masculló—. ¿Y se puede saber en qué te basas para decir eso?

Se encogió de hombros, mostrándose tranquilo.

—Me lo dice mi instinto.

Jimin no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—He aquí una razón más para cerciorarse de que es imposible entender a las personas.

—Jimin, por favor. Sabes que es muy importante para mí. Me sentiría muy agradecido si accedieras a venir con nosotros. Será una simple cena, nada más. Para tantear el camino...

—Hablas como si le tuvieras miedo —bromeó—. ¿Ella es la dominante?

—No demasiado —dejó escapar—. De verdad, quiero que os conozcáis. Me paso el día hablándole de ti, y al final ha sido ella quien me ha pedido que organice una cena para conoceros.

La expresión de Jimin se torció. Estaba seguro de haber oído bien, muy a su pesar.

—¿No lo dirás en serio?

—¿El qué?

—Espero que sea una broma...

Hoseok arqueó una ceja. Era como si su amigo hubiera empezado a hablar en un idioma diferente.

—No te sigo.

Jimin acabó por desesperarse todavía más.

—Oh, Hoseok —masculló—. ¿Es que no entiendes nada? ¿Hablarle de mí? Eso no tienes que hacerlo bajo ninguna circunstancia...

—¿Por qué? Eres mi amigo, además de trabajar en el mismo sitio. ¿Qué hay de malo en hablar un poco de ti?

—Tratándose de ti, dudo mucho que hayas hablado poco. La habrás sermoneado a todas horas —gruñó—. ¿Me equivoco?

—Pues... —Se rascó la nuca—. Ahora mismo, no lo sé.

—¿Lo ves? Siempre te excedes.

Hoseok cambió totalmente de registro, reafirmando su expresión de súplica, con unos ojos vidriosos por la expectación.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora