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Jimin se estaba llevando una grata sorpresa. No dejaba de sonreír y reír a carcajadas con los comentarios que decía su madre. El ambiente era relajado, y por primera vez en mucho tiempo se encontraba feliz; se sentía como en casa. Ni siquiera se permitía un momento de duda. Sabía que con cada minuto transcurrido Yoongi tardaría menos en volver, pero eso no le quitaba el sueño, al menos no las ganas de reír. Probablemente estaría achispado con las copas de vino que se había tomado; no estaba acostumbrado a beber y la cabeza le daba vueltas, pero estaba despejado, y eso era justo lo que necesitaba.

—Cariño, Taehyung nos ha dicho que tu estreno fue espectacular —comentó Youngmi.

—Sí, la verdad es que a la gente le gustó.

—A pesar de ser algo triste —apuntó Taehyung—. Podría haber sido diferente, con un bonito final feliz os habríais llevado todavía más aplausos.

—De eso nada. Queríamos hacer algo diferente, y comprobaste por ti mismo que acertamos.

—Espero que vengas aquí a actuar alguna vez.

—Eso es lo que le digo siempre.

Jimin se llevó acomodó un mechón de pelo hacia atrás.

—Eso no depende de mí, pero sería una gran satisfacción.

Uno de los camareros que estaban pendiente de su mesa se acercó a Seung con gesto dócil.

—¿Desean otra botella de vino?

—Sí —contestó Seung.

—Enseguida —dijo, alejándose obedientemente.

—Por mi parte no voy a tomar más vino —anunció Jimin.

Taehyung rió por lo bajo.

—¿Estás contento?

—No, pero no quiero estarlo.

—Sólo te has tomado dos copas.

Se encogió de hombros, intentando quitarle importancia.

—Es suficiente para mí. —Chasqueó sus nudillos y cambió de tema—. ¿Qué tal por la isla? ¿Habéis pensado en tomaros un descanso?

Youngmi sonrió abiertamente.

—Sabes que tu padre adora el trabajo. Lleva en las venas lo de ser abogado.

—Cielo, tú también lo eres —recordó Seung.

—Sí, pero no me lo tomo tan en serio. Debes relajarte. Ya vas teniendo una edad...

Jimin sonrió como un niño pequeño. Le encantaba ver escenas así, en las que sus padres se hacían comentarios divertidos y se demostraban mutuamente que seguía existiendo esa complicidad que les había unido años atrás. Eran la definición perfecta del amor.

—Podrías venir más a menudo, Jimin.

La voz de su padre la sacó del ensimismamiento.

—Me gustaría, pero no puedo pasarme el día entero subido en un avión... —Se mordió el labio—. Pronto empezaré con la gira del teatro y no sé cuándo tendré un nuevo descanso.

—En eso nos parecemos bastante.

—Oh, sí —interrumpió Taehyung—. Padre e hijo unos obsesivos del trabajo.

—No es obsesión —corrigió Seung—. Es gusto por lo que hacemos.

—Bueno, pues yo no me imagino veinticuatro horas al día encerrado en el invernadero, con todas esas plantas enormes.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora