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No quería ni imaginarse la cara de Taehyung al verlo de aquella manera; la ropa le seguía quedando grande, y aunque su cara había experimentando alguna mejoría, lo cierto es que continuaba estando demasiado cambiado, con un tono frágil asomando en cada parte de su cuerpo.

—¿De verdad no puedes quedarte?

Hoseok expresó su poca paciencia a través de un gruñido.

—¿De verdad necesitas que lo haga?

—Sí —admitió Jimin.

—Pero es tu hermano, y su marido. Ni que no los conocieras...

—Pero hace meses que no les veo.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

Jimin se mordió el labio, pensando desesperadamente.

—Pues, si te quedas, me echarás una mano.

—Pero yo apenas sé nada de ellos, Jimin. Yo me sentiría incómodo.

Jimin puso ojos de cordero degollado.

—Pero si no estás presente, el que se sentirá incómodo seré yo.

—¿No puedo hacerte cambiar de idea?

—No —susurró—. Por favor, Hoseok.

Él se cruzó de brazos, meditándolo por enésima vez. Tras dar un par de sacudidas a su cabeza, optó por la opción que más le complacía a su amigo.

—Está bien, me quedo.

Jimin se lo agradeció con una exagerada exclamación.

—¡Muchísimas gracias!

—Relájate. A este paso te dará un infarto antes de que lleguen.


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Para su desgracia, el tiempo pasó volando, y cada minuto transcurrido estaba más cerca de enfrentarse a ese matrimonio. No quería hacerlo, pero no tenía alternativa. Daba vueltas sin parar, con el móvil en todo momento entre las manos, alargando su agonía. Tras haberle enviado el mensaje a Taehyung con la dirección, había sido respondida con otro simple mensaje: al llegar, le daría un toque a su teléfono, para que pudiera recibirlos con antelación.

—¿Vais a quedaros aquí? —preguntó Hoseok—. Es un lugar de trabajo, no sirve para celebrar fiestas.

—No vamos a hacer ninguna fiesta, Hoseok. Además, ha sido él el que ha insistido en venir aquí. Dice que así ahorraremos tiempo en lugar de ir a otro sitio.

—No me parece una buena idea.

—¿Y qué querías que hiciera?

—Negarte.

Jimin resopló.

—Para ti es fácil decirlo.

—Para ti sería fácil hacerlo. Eres el jefe de todo esto y además su hermano mayor. ¿Qué problema hay?

—Cuando se le pone una cosa entre ceja y ceja...

—Te digo que no, Jimin. —Frunció el ceño—. Si quieres que me quede contigo, vale, pero entonces tendremos que irnos. Podemos cenar en cualquier sitio. Conozco buenos restaurantes cerca de aquí. Digas lo que digas, es la mejor opción.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora