Tras unas largas semanas de viaje de ensueño, el último día acababa de llegar a la isla Mauricio. Lo peor era el clima; había decidido estropearse precisamente en esos decisivos momentos, impidiendo a los recién casados disfrutar del último día de playa. Encerrados en su habitación, estaban tumbados en la cama, Taehyung encima de Yoongi, sintiendo su acompasada respiración.
—Maldita sea —dijo Taehyung—. ¿Por qué ha tenido que ponerse a llover precisamente hoy? Es nuestro último día...
—Taehyung, que llueva es lo menos importante —apuntó Yoongi, clavando la mirada en los ventanales próximos a ellos—. ¿Acaso no ves el fuerte viento y los relámpagos?
—Sí —gruñó.
Yoongi lo abrazó con fuerza, hundiendo su cara en el cuello de él.
—No te preocupes. Lo pasaremos igualmente bien cuando lleguemos a casa.
—A tu casa, querrás decir.
—Cariño, creo que mi casa ya es tuya también. Que yo recuerde, estás casado conmigo.
—Sí, pero es un poco raro... Todo va a ser de golpe. Quiero decir, en cuanto aterricemos iremos directos a tu casa sin pasar por la de mis padres. —Dejó escapar un nostálgico suspiro—. Se me hace raro...
—Taehyung, no te preocupes. Es normal, pero te aseguro que no te arrepentirás.
—No he dicho que vaya a hacerlo.
—Entonces con mayor razón. —Lo besó en la frente—. Será nuestro sueño, príncipe. No más hoteles ni despedidas en secreto. No tenemos por qué escondernos.
Permanecieron en silencio durante un rato más, pero Taehyung fue incapaz de reprimir otro suspiro todavía más melancólico que el anterior.
—¿Sigues triste por la lluvia? —susurró Yoongi.
—Sí.
—¿Y... no hay nada que pueda hacer para alegrarte?
—No, a no ser que puedas meter la playa dentro de la habitación. —Se incorporó sobre sus codos en el pecho de Yoongi—. ¿Puedes?
—Aún no.
—Lástima —dejó escapar, con una breve sonrisa—. Y yo que creía que harías cualquier cosa por mí...
—Eso intento, pero no puedo rebasar las leyes de la física, Taehyung.
Impulsado por algún tipo de resorte espontáneo, Taehyung se incorporó de un salto y se quedó pensativo, con los brazos cruzados, mirando una vez más el exterior.
—Voy a darme una ducha —comentó—. Estoy agotado.
—¿Quieres que te acompañe? —dejó escapar, mostrando una mirada pícara.
—Mejor la próxima vez...
—¿Por qué? —protestó, fingiendo enfadarse.
Taehyung le tiró un gracioso beso con la mano desde la entrada del dormitorio.
—Porque me gusta dejarte con la miel en los labios.
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Tenía la cabeza en otra parte cuando se sobresaltó. Un pitido cobró vida en alguna parte de la estancia. Se levantó y buscó al responsable de ese sonido. Al segundo encontró el móvil de Taehyung parpadeando.
A pesar de no tener ni la más mínima intención de hacerlo, al final la curiosidad pudo con él y quiso saber de qué se trataba. Pulsó de nuevo en la pantalla y abrió el mensaje. Dejó escapar un suspiro. Era un mensaje de su madre. Yoongi no pudo evitar poner los ojos en blanco. Apreciaba a su suegra, pero le molestaban esos pequeños detalles.
—Recién casado y aún sigue controlando a su hijo...
Iba a dejar en el mismo sitio el móvil cuando de repente un pensamiento le quebró la mente, separándola en dos. Una subida de adrenalina inundó sus poros, provocando que su respiración se entrecortase. Acababa de tener una idea; lo que no sabía era si era buena o mala. Es decir, sí que sabía lo inoportuna que era, pero en el fondo tenía que reconocer que se moría por hacerlo.
Con gesto preocupado, se aseguró de que la puerta del baño estuviera cerrada totalmente, con Taehyung ajeno a lo que pretendía hacer. Se acercó el móvil a los ojos y, con dedos intranquilos, pulsó la pantalla táctil para entrar en la agenda, intentando localizar a alguien en concreto entre todos los contactos. El corazón se paró al leer ese nombre. Contuvo la respiración hasta que se atrevió a marcar ese número desde su propio móvil. Tres tonos secos y entonces...
—Jimin —dijo una voz—. ¿Quién es?
Sintió cómo el corazón le daba un vuelco al oír su melódica voz. No podía creer lo que estaba haciendo, pero se sentía complacido, porque ese hombre tan especial estaba al otro lado del teléfono.
—¿Quién es?
Estaba claro que Yoongi no iba a contestar; no podía. Sin embargo, estaba extasiado, con la cabeza por las nubes.
—¿Se puede saber quién llama? —insistió Jimin—. Voy a colgar...
Sin querer, Yoongi dejó escapar un suspiro. Por desgracia, se dio cuenta de su error. El silencio se alargó hasta Jimin, que parecía que había olvidado respirar.
—¿Quién es? —volvió a preguntar, aunque por su tono, ya sabía la respuesta.
Volviendo de golpe a la realidad, Yoongi colgó, justo cuando la puerta del baño se abría.
—Yoongi —dijo Taehyung, que acababa de salir del baño, envuelto en una toalla blanca—. ¿Qué haces? ¿Con quién hablabas?
—Oh, con nadie —logró decir, con el corazón todavía en la garganta—. Se han equivocado.
Conforme con la respuesta, Taehyung se puso una toalla alrededor del cabello mojado.
—Voy a vestirme —informó—. No te muevas de aquí, ¿de acuerdo?
Yoongi se dejó caer en el amplio sofá, exagerando sus movimientos.
—Te espero impaciente, señorito.
Taehyung soltó una pequeña carcajada y negócon la cabeza.
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Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )
Fiksi Penggemar❝ Los Ángeles También Lloran (Adaptación Yoonmin) ❞ ¿Y si la vida te diera una segunda oportunidad? ¿Lo arriesgarías todo por volver a ser feliz o renunciarías a tu mayor anhelo en favor de los demás? ¿Cuántas veces se puede querer? ¿Existe un único...