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A pesar de los contratiempos, Jimin tenía un motivo por el cual sonreír. Se alegraba de haber interpretado ese papel. Tenía muy presente todos esos largos minutos sobre las tablas, entonando ese diálogo fluyendo desde su interior, esas caras expectantes, la música, el decorado... Saber que todo había salido bien era algo gratamente dulce. Al menos, así podía pensar con más calma.

Se dirigía a casa de Hoseok. No tenía ni idea de qué estaría tramando esta vez, pero su buen humor lo había animado a ir. Cuando estaba a punto de llamar a la puerta, ésta se abrió como por arte de magia. Hoseok sonreía con un brillo en los ojos.

—Cuando te pones así, me das miedo.

—¿Yo? —sollozó Hoseok, fingiendo incredulidad—. No tienes nada que temer, al menos de momento.

—No estoy tan seguro...

Entró con paso lento, mirando a derecha e izquierda, como si presintiera algo.

—Ponte cómodo.

Jimin le clavó la mirada con suavidad.

—¿Para qué me has hecho venir?

—Quería felicitarte.

Jimin torció la boca.

—Por qué será que no me lo creo demasiado...

—Jimin, mereces todo mi apoyo. Estuviste sensacional. Te metiste a todo el mundo en el bolsillo. ¿Tienes idea de lo difícil que es eso?

—Es mi trabajo, se supone que es lo que la gente espera de mí.

—Bueno, pero aún así, estuviste magnífico.

—Te lo agradezco, pero ya sabes que no me llevo bien con los halagos. Déjaselo a Minato. Seguro que te lo agradecerá más.

—Desde luego. Se pasará una semana con resaca.

Jimin suspiró con lentitud. Ya no lo soportaba más.

—Bueno, ¿vas a decirme de una vez por qué estoy aquí? Te conozco, Hoseok.

—Vale me rindo —dejó escapar—. Quería hablarte de algo. Darte una sorpresa.

El cuerpo se le tensó.

—No me gustan las sorpresas.

—Creo que esta sí lo hará.

—¿De qué se trata?

Hoseok se puso en pie.

—Es mejor que lo veas con tus propios ojos. 

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora