Jimin tenía los ojos bien abiertos. No veía nada que estuviera a más de tres metros de él debido a la oscuridad de la noche, pero quería perderse en esa penumbra. Tal y como había estado temiendo no había podido dormir, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el complicado asunto que tenía entre manos, y todo por verse involucrado constantemente en la vida de su hermano desde que Taehyung y Yoongi fueron a verlo. No alcanzaba a comprender por qué era tan difícil encontrar una salida. Ponía todo su empeño, pero era inútil negar lo solo que se sentía al tenerle tan increíblemente cerca y no poder decirle lo que pensaba.
Soplaba un aire fresco, congelado, pero sus impulsos nerviosos ahora adormecidos lo agradecían enormemente para así no ser consciente de su mala suerte. La luna brillaba con intensidad en el negro cielo, clareando apenas las altas copas de los árboles, resurgidos de sus raíces como imponentes soldados. Era complicado sentirse extraño en su propio cuerpo, mostrando al mundo unos sentimientos tan contradictorios con los que de verdad le llenaban el corazón. No quería imaginarse los días sucesivos, en los que tendría que tragarse una vez más sus celos y tristeza mientras que su hermano y ese hombre tan esencial se dedicaban gestos de cariño y múltiples besos. Eso era lo que peor llevaba. Su hermano era muy expresivo y eso lo dañaba a rabiar. El amor de Taehyung hacia Yoongi era directamente proporcional al daño que sufría Jimin, porque con cada caricia o cada mirada el interior se le rompía, y dudaba que fuera capaz de recomponerse; era como una muñeca rusa que se esconde detrás de mil máscaras para ocultar su amor y odio.
Se había convertido en un asunto más que personal. Era inconcebible; estar enamorado del marido de su hermano era una inyección letal, y automáticamente se administraba una pequeña dosis cada día, hasta que al final no pudiera soportarlo más, por eso se escondía a esas horas de la madrugada, observando con angustia la casita de más allá en la que el matrimonio se encontraba, deshaciéndose al pensar en lo que no debía. Porque no había tenido más remedio que aceptar de nuevo algo que detestaba, pero no tenía elección: su cuerpo flacucho sería centro de todas las miradas en sus actuaciones y eso repercutiría gravemente en su trabajo, por eso debía esperar lo necesario para recuperarse. Lamentablemente, era un arma de doble filo. Si no lo mataba el trabajo, lo haría el amor que aún contenían sus venas.
Se estremeció al abrirse la puerta de la casita que tenía a las espaldas, a unos cuantos palmos. La luz proveniente del interior rasgó la oscuridad, y la sombra de Hoseok se aproximó con cautela, como un gato agazapado.
—Jimin —susurró—, ¿qué haces aquí?
El hombre de ojos verdes se limitó a encogerse de hombros, con una cara excenta de calidez, todavía sin dirigirle la mirada, de espaldas.
—No podía dormir.
Hoseok lo rodeó para mirarlo cara a cara, para averiguar lo que le ocurría.
—Pero no es necesario que salieras aquí afuera. Hace frío.
—Sí, pero me ayuda a pensar.
Hoseok carraspeó ligeramente.
—Ese es tu gran problema, que nunca dejas de pensar.
Si hubiera podido, habría roto a llorar, pero no quería preocupar a su mejor amigo.
Ya le había dado demasiados quebraderos de cabeza.
—¿Hay algo que pueda hacer?
—Créeme, eres el único que hace cosas por mí. No podría pedirte que hicieras nada más. No tienes ningún motivo para quedarte aquí soportando mi mal humor y aún así no vas a marcharte.
Hoseok sonrió con gracia, mientras el cabello le bailaba por el viento.
—Me encanta la forma que tienes de dar las gracias.
Jimin se resintió por el frío. Había bajado la guardia y su cuerpo temblaba. Su cara reflejaba su interior, compungido y solitario.
—¿Cómo va tu asunto? ¿Logras algún progreso?
Jimin ni se inmutó. Estaba aturdido por el erizamiento de su piel.
—¿Lo estás intentando?
Deseaba poder decirle que sí, decirle que el dolor lo iba abandonando, pero ocurría todo lo contrario, acrecentándose con rabia e ira.
—No sé si seré capaz de soportarlo.
Hoseok dejó escapar un suspiro cargado de impotencia.
—Escucha, lo último que quiero es que empeores, pero tienes que demostrarte a ti mismo que puedes con esto. Es cuestión de tiempo, y cuando quieras darte cuenta habrás olvidado pensar en ello.
—Dudo mucho que eso pueda ocurrir.
—No lo hará si no lo intentas.
—Lo estoy intentando en todo momento, Hoseok. En este preciso instante. Lo estoy intentando desde que he aceptado pasar unos días aquí, pero no sé si será suficiente. Ellos dos me recuerdan demasiadas cosas...
—Acostúmbrate, Jimin. —Apretó las mandíbulas, mirando hacia el cielo—. Lo creas o no, para mí también es algo difícil verles juntos. También me recuerdan cosas. Sabes que me refiero a Chaemi, pero tanto ella como tu misterioso ex son agua pasada.
—Sí, pero...
—Sé que no es, ni por asomo, lo mismo. Pero también tengo sentimientos, Jimin. Somos seres racionales, podemos controlarlos en cierta medida.
El hombre de ojos verdes asintió en silencio, impidiendo así una nueva discusión que no llevaría a ninguna parte, porque él sabía perfectamente que lo que sentía no podía controlarse, al menos no de la forma correcta, porque era incapaz de tener bajo control todo ese torrente de lágrimas que inundaban sus ojos cuando nadie lo miraba.
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Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )
Fanfic❝ Los Ángeles También Lloran (Adaptación Yoonmin) ❞ ¿Y si la vida te diera una segunda oportunidad? ¿Lo arriesgarías todo por volver a ser feliz o renunciarías a tu mayor anhelo en favor de los demás? ¿Cuántas veces se puede querer? ¿Existe un único...