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Yoongi estaba completamente aburrido. Se encontraba apoyado en el mostrador, sin disimular su desinterés. La joyería estaba repleta de personas, observando con ojos ardientes las miles de pulseras, pendientes y demás brillantes que lucían por todas partes. Taehyung le había obligado a acompañarlo para comprar un regalo a su madre. Tenía en mente unos preciosos pendientes de diamantes, pero a la hora de la verdad estaba tardando más de la cuenta en decidirse.

El calor era asfixiante y los minutos se multiplicaban en el reloj. Quería largarse de allí, pero presentía que eso aún iba a tardar bastante en ocurrir.

—Desde luego, me recuerdas demasiado a alguien.

Yoongi se puso recto al reconocer la silueta de Taehyung a su lado. Carraspeó intensamente.

—¿A quién?

—A mi hermano.

Eso le revolvió el estómago.

—¿Por qué?

—Porque si él estuviera aquí, estaría igual de encantado que tú por encontrar algo decente.

—Taehyung, ya sabes que estas cosas no se me dan bien.

—Tiene gracia, él me dijo exactamente lo mismo.

—¿Cuándo?

—Le llamé la semana pasada para saber si vendría.

La noticia le golpeó en la cara. No sabía si mostrarse confundido o eufórico al saber que iba a volver a verlo.

—¿Va a venir?

Taehyung arqueó las cejas.

—¿A qué viene esa pregunta? Claro que va a venir. Aunque esté lejos, forma parte de la familia.

—Claro —se apresuró a decir—. Pero creí que estaría con todo el lío del teatro. Parece que no tiene ni un minuto de descanso.

Taehyung se encogió de hombros.

—Sí, pero me dijo que haría todo lo posible por asistir. Lo quiera o no, tenemos la misma madre. Debe estar presente.

—Desde luego.

La dependienta se acercó con dos preciosos pendientes de platino y diamantes. Eran completamente espectaculares.

—¿Qué le parecen éstos?

Taehyung le ignoró y se concentró en los pendientes. Fue la ocasión perfecta para volver a perderse en sus pensamientos. Se alejó un par de metros, haciéndose hueco entre esa maraña de mujeres entradas en edad que le miraban con curiosidad. Se sentía extraño, pero dentro de toda esa maleza de sentimientos, albergaba esperanza.

Recordaba perfectamente su último instante con Jimin. A su mente llegaba ese contacto con sus dedos, estando sentados en mitad del bosque, confesándose el uno al otro lo que sentían. No recordaba haberlo visto de esa manera. Se le erizaba la piel al recordar. Nunca se había equivocado. Ahora más que nunca sabía que Jimin seguía enamorado de él, aunque no podían demostrarlo. Taehyung estaba de por medio, y era completamente inocente.

Se dio la vuelta para verlo desde lejos. Seguía conversando con la dependienta. Se le veía feliz, con una de sus típicas sonrisas. A decir verdad estaba precioso. Yoongi suspiró, dejando que la realidad le engullera por completo. Por nada del mundo quería destrozar la vida del chico que le había devuelto las ganas de soñar, así que debía destruir sus sentimientos por ese otro hombre que compartía lazos familiares con él. 

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora