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Todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo estaban llegando a su límite, impidiendo que pudiera volver a dormir. Había pasado una mala noche, pero confiaba en ser capaz de recuperarse, no obstante, esas palpitaciones dolorosas amenazaban con dejarlo fuera de combate durante todo el día.

—Cielo, despierta. —La voz de Taehyung se intensificó levemente—. Yoongi, tienes que levantarte...

Yoongi sintió punzadas en cada una de sus extremidades. Intentó incorporarse pero no tenía fuerzas para hacerlo. Gimió dolorosamente.

—Eh, ¿estás bien? —preguntó Taehyung, al mismo tiempo que se acercaba a él.

—No —dejó escapar—. Me duele todo el cuerpo. Tengo temblores...

Taehyung se levantó con cuidado y evitó pulsar el botón situado cerca de su mesilla que accionaba las persianas. Cogió el móvil.

—¿Quieres que avise a Namjoon?

—Creo que no hará falta. Tengo que ir a trabajar...

—Tómate un respiro —susurró, totalmente convencido—. Podrán apañárselas sin ti, jefazo.

Taehyung pulsó el número y esperó a que contestaran. Mantuvo una breve conversación con Namjoon; evitó los detalles menos relevantes y después colgó. Le dedicó una tierna mirada a su marido. Se fue al cuarto de baño y cuando volvió al dormitorio se metió de nuevo en la cama, con la toalla cubriendo su cuerpo y el pelo húmedo.

—Me encantaría quedarme aquí contigo —susurró—. Yo también podría... enfermar.

Yoongi dibujó una sonrisa entre ambos y le acarició la mejilla, pensativo.

—Creo que es mejor que no. Necesito reposo y si te quedas me temo que acabaré contagiándote, sea lo que sea lo que tengo...

—Podría correr el riesgo... —Se inclinó sobre el pecho de él y le besó, lenta e intensamente—. Me conformaré con pensar en ti mientras me dedico a podar plantas.


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Tal y como suponía, pasó el resto del día metido en la cama, con el cuerpo escondido entre las sábanas y pensando en mil cosas a la vez. Deseaba que Taehyung estuviera allí, pero también tenía deseos con otra persona que se encontraba a demasiados kilómetros. Sabía de buena mano que Jimin también pensaba en él, ahora que conocía su secreto: no le había olvidado, y eso le hacía sentirse realmente afortunado; una hazaña que no contenía trazos de un final inesperado, si no una continuación que amenazaba con desarmarlo todo, pero en el fondo eso era lo que menos le importaba. Se estremecía de alegría al pensar en su ángel; esos ojos esmeralda que le atravesaban con mayor fervor que los zafiros de Taehyung. Tenía el corazón dividido, de eso estaba seguro. Se moría por tocarlo, abrazarlo... Deseaba que él supiera todas esas cosas que nunca tuvo la oportunidad de decirle.

Pasaba el tiempo y hacía verdaderos esfuerzos por no hacerlo, pero acababa sucumbiendo al poder oculto de su mente y lo imaginaba allí tumbado, junto a él; mirándose a los ojos sin decir nada con palabras pero expresando su amor prohibido a través del contacto visual. La gran historia que había vuelto a ser tejida con otras manos y desde otra perspectiva pero que, realmente, contenía los mismos elementos comunes: dos únicos protagonistas que se afanaban en esconder lo que sentían.


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Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora