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Creía que se estaba volviendo loco. La presión en el pecho no le dejaba vivir; se había pasado las últimas semanas bajo la influencia de sus recuerdos. Le echaba tanto de menos que de seguir así no podría aguantarlo durante más tiempo. Había vuelto a soñar con él casi de manera continua, con imágenes cada vez más cercanas a lo que realmente quería hacer. Y es que no podía engañarse así mismo, aunque sí debía hacerlo con Taehyung. No había estado demasiado atento con él, y mostrarse tan distante no estaba resultando ser una buena idea; al contrario, el chico de ojos azules comenzaba a desesperarse, como si temiera haber hecho algo grave, convirtiéndose en el único responsable del comportamiento extraño de su marido, pero a decir verdad su único pecado era quererle, porque Yoongi sabía mejor que nunca que no podía corresponderle, no al menos de la forma que el menor quería, y todo por seguir enamorado de esae otro hombre que le inundaba las horas de sueño y también aquellas en las que estaba despierto.

Como remedio para su enfermedad, puesto que no estaba dispuesto a prolongar su agonía Dios sabe cuánto, decidió cometer una locura, algo que en sano juicio no habría sido capaz de hacer, pero sin embargo ahora estaba dispuesto a correr el riesgo y todo por volver a ver a Jimin. Se las había arreglado para hablar en secreto con la odiosa jefa de Taehyung, con el propósito de adelantarle las vacaciones. Se había plantado delante de ella con la mejor de sus sonrisas y puso en práctica todo lo que en su día fue capaz de aprender de Jimin. Aunque sus dotes interpretativas no fueron las mejores, además de vérselas con la expresión inmutable de aquella mujer, lo cierto es que consiguió lo que quería, y todo para irse de viaje; coger un avión para ver de nuevo a esos preciosos ojos verdes.

Esperó lo suficiente para decírselo a Taehyung; se pondría de los nervios, pero ya estaba hecho. No había vuelta atrás, y eso era un gran consuelo. El único problema era si su esposo estaría dispuesto a viajar con la intención de ver a su hermano. Al menos, tenía que probar suerte. Esa noche después de cenar, cuando ambos estaban tranquilamente tumbados en el sofá viendo las noticias en la gigantesca televisión de plasma empotrada en uno de los grandes pilares que inundaban el salón, decidió que era un buen momento. Se movió ligeramente y empezó con lo primero que se le vino a la cabeza.

—¿Qué tal en el trabajo? —preguntó inocentemente—. ¿Alguna novedad que yo deba saber?

Taehyung, que estaba apoyado sobre su regazo, apenas se inmutó.

—No que yo sepa, a menos que consideres un auténtico milagro que mi jefa haya cambiado su actitud hacia mí.

—¿En serio?

—Lo sé, yo estoy igual de asombrado que tú, pero es cierto. Es como si se hubiera desinflado, ¿sabes lo que quiero decir? Su carácter ya no es tan... extremo. Hasta podría jurar que me mira con ojos de cordero.

Yoongi asintió, satisfecho por el momento.

—Me alegra oírte decir eso. Es una buena señal.

Taehyung ladeó la cabeza.

—Yo no estoy tan seguro, Yoongi. Con ella nunca se sabe. Puede que no sea más que una táctica de distracción para conseguir que baje la guardia y entonces...

—No va a hacer nada de lo que te imaginas.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Lo sé, eso es todo.

Yoongi le acarició la mejilla, intentando controlar su respiración.

—¿Te gustaría tomarte unas vacaciones anticipadas?

El menor suspiró lentamente, reprimiendo sus deseos.

—Créeme, aunque quisiera, no podría.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora