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A pesar de los grandes espacios, la luz cegadora, el prominente piano de cola en el dormitorio, y un montón de curiosidades más, Taehyung no podía quejarse. Estaba siendo tratado como un rey; Yoongi se pasaba a su lado todo el tiempo libre que tenía, y lo hacía sentirse como un niño con zapatos nuevos. Todo era tan especial que no encontraba motivos para arrepentirse, si no todo lo contrario; debería haberse ido a vivir con él nada más conocerle.

Después de estar una semana entera con viajes en carretera para traer todas sus pertenencias a su nuevo hogar, lo cierto es que Taehyung estaba agotado. Gruñía por lo bajo al pensar que tendría que volver al trabajo en cuestión de días; no podía posponerlo durante más tiempo, aunque habría estado encantado si por alguna maravillosa fuerza interplanetaria no tuviera que volver a ver a su apreciadísima jefa nunca más.

Estaba esperando a Yoongi para comer; él no tardaría en llegar así que se entretuvo con el ordenador portátil que descansaba sobre sus rodillas. Pulsaba las teclas con afán, inspeccionando alguno de los numerosos pedidos que estaban pendientes en el invernadero. Le esperaba un duro trabajo y se malhumoraba al pensar en el calor agobiante que experimentaba cada vez que se encerraba en ese particular palacio de cristal.

El teléfono móvil comenzó a sonar en alguna parte de la habitación, y Taehyung salió disparado para poder llegar a tiempo.

—¿Sí?

—Cariño, soy mamá.

El rostro de Taehyung se desencajó de la alegría.

—¡Mamá!

—¿Cómo estás cariño?

—Genial —contestó—. Tendrías que ver la casa de Yoongi. Es enorme.

—¿Cómo de grande?

Taehyung soltó una risita.

—Tan grande como puedas imaginarte, con piscina y una vistas preciosas. Aún me cuesta acostumbrarme a todo esto.

—No te preocupes, cariño. Lo harás bien. Es cuestión de tiempo, pero ya estás preparado para empezar otra vida.

Sin querer, Taehyung puso los ojos en blanco.

—Lo dices como si me hubiera marchado a la otra punta del mundo. Apenas son dos horas de camino, mamá.

Pudo escuchar perfectamente el sonido de un sollozo incontrolado en la garganta de su madre.

—Lo sé, pero para mí también es algo difícil. Ahora es cuando me he quedado un poco sola.

—¿Y qué pasa con papá?

—No me malinterpretes cariño. Ya sabes lo que quiero decir. A una madre siempre le cuesta separarse de sus hijos, y en mi caso, es más difícil todavía —aseguró—. Primero se fue Jimin, y ahora tú. La isla no va a ser la misma sin vosotros. Se ha quedado demasiado... grande.

Taehyung sonrió en silencio. Por muy duro que aparentase ser, adoraba a su madre.

—No creas que te vas a librar de mí tan fácilmente. Iremos a veros muy pronto.

Se tomaron una ligera pausa para ordenar las ideas.

—¿Y has sabido algo de tu hermano? ¿Te ha llamado?

—¿Llamarme? No, mamá. Jimin no me ha llamado. —Se quitó un mechón de pelo de la cara—. ¿No da señales de vida?

—Me temo que no. No sabemos nada de él desde la boda. —Suspiró con cierto temor—. Empiezo a preocuparme.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora