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Hoseok todavía seguía con cara de póker cuando el inversor atravesó la puerta de su despacho. Jimin se mantuvo en silencio mientras buscaba las palabras adecuadas para definir la situación.

—¿Se puede saber en qué estabas pensando?

Hoseok pareció meditarlo durante un eterno segundo.

—Lo siento, tenía la cabeza en otra parte.

—Ya, de eso he podido darme cuenta.

Hoseok frunció el ceño.

—¿Tan callado estaba?

—¿Callado? Yo no diría eso... Literalmente estabas en otra parte. Ni siquiera le mirabas. El pobre hombre estaba alucinando.

—Genial —masculló—. Voy de mal en peor...

Jimin se cruzó de brazos.

—¿Qué quieres decir?

—Nada, olvídalo.

—¿Qué lo olvide? Me parece que no. Nos debes una explicación y, puesto que nuestro principal inversor acaba de largarse, me temo que no te queda más remedio que decírmelo a mí.

—¿Decirte qué?

—No te hagas el tonto, Hoseok. Sabes que eso no funciona conmigo.

Hoseok cogió su chaqueta y se la puso.

—No me hago el tonto, simplemente estoy... distraído.

—¿Y ya está? ¿Has estado toda la reunión sin abrir la boca, dejándome con el agua al cuello solamente porque estabas distraído?

Hoseok gruñó por lo bajo.

—Ye te he dicho que lo siento, de verdad.

Jimin recogió los informes y los guardó en el segundo cajón del escritorio.

—Vale, te invito a un café si así consigo que me lo cuentes.

Se rascó la barbilla, pensativo. Después dejó caer los hombros, rindiéndose.

—Si no hay más remedio...

—No, sabes que no lo hay


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La cafetería estaba prácticamente desierta; apenas un par de clientes esparcidos por las mesas del fondo, así que el silencio estaba presente, dificultando la comunicación entre ellos dos.

—Creo que ya has tenido tiempo suficiente para aclararte las ideas —comentó Jimin.

—Lo sé, pero no me apetece hablar.

—¿Lo ves? Me lo pones demasiado fácil. Para ser actor deberías interpretar mejor. —Sonrió—. En serio, no puedes decirme que todo va bien cuando tienes esa cara.

—¿Qué le pasa a mi cara?

—Eso es lo que trato de averiguar, pero por mucho que te conozca, no soy brujo.

Hoseok bebió de su taza.

—A estas alturas ya nada me sorprendería.

Jimin escrutó los ojos de su amigo. Algo no encajaba, y no estaba dispuesto a irse sin intentar echarle una mano.

—No pienso dejar que te vayas hasta que me digas qué ocurre.

—Jimin, de verdad...

—Hoseok. —Puso los ojos en blanco—. Sé lo cabezota que puedes llegar a ser, pero te garantizo que yo también puedo serlo —susurró—. Además, te debo una.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora