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Yoongi se había despertado temprano, incapaz de dormir lo necesario. No dejaba de mirar por la ventana, muriéndose de los celos al saber que en la casa de enfrente Jimin estaría con Hoseok. Le había encantado la idea que Taehyung había tenido de pasar unos días en medio de la naturaleza, pero había cambiado de parecer al saber que Hoseok entraba dentro de los planes, y eso era algo que le desquiciaba.

Después de una ducha rápida, había vuelto al dormitorio para contemplar a Taehyung. Resplandecía entre aquellas sábanas, con el pelo revuelto y la expresión relajada. Le encantaba verlo de esa forma, tan frágil pero a la vez tan fuerte. Deseaba con todas sus fuerzas sentir por el menor lo mismo que por Jimin, pero sabía que algo como eso era imposible. No podía cambiar lo que llevaba dentro ni tampoco la fuente que le hacía sentir mariposas en el estómago. Salió de la habitación y se concentró de nuevo en la ventana, pensando con angustia. El sol brillaba con fuerza, inundándolo todo con su luz, y los altos árboles se balanceaban al ritmo del viento. Se moría de ganas de ver esos ojos verdes, aún sabiendo que estaban a un palmo de distancia, pero no podía recorrer esos metros y presentarse delante de él, no después de lo que había hecho, porque aún no llegaba a comprender lo injusto que había sido meterlo a la fuerza dentro de un ascensor, cuando sabía perfectamente la agonía que había tenido que sufrir. Eso era algo que ya no tenía arreglo; iba a resultar casi imposible que le perdonara, en el hipotético caso de que decidiera escucharle aunque fuera un minuto.

Seguía con su tortura mental cuando escuchó unos diminutos pasos crujiendo en la madera del suelo. Sintió que alguien le abrazaba desde atrás.

—Buenos días —susurró.

—Buenos días, Yoongi. —Le dio un beso en la mejilla—. ¿Por qué no me has despertado?

—Estabas precioso durmiendo. Quería que aprovecharas todo el tiempo posible. Aún es temprano.

—Voy a darme una ducha —comentó—. ¿Quieres acompañarme?

Yoongi se volvió para mirarlo, con un fuerte latigazo rugiendo en sus sienes.

—Quizás en otro momento.

—Oh, vamos. Hace mucho que no nos duchamos juntos. Estamos de vacaciones...

Yoongi se inclinó y le dio un beso en los labios, prestando la mínima atención, deseando que fuera otro hombre.

—Acabo de ducharme, Taehyung. —Sonrió forzosamente—. La próxima vez te avisaré cuando vaya a hacerlo.

Taehyung gruñó casi imperceptiblemente.

—¿Estás bien? Te noto un poco apagado —susurró—. ¿No te gusta estar aquí?

—Claro que me gusta —se apresuró a decir—. Ha sido una gran idea por tu parte. Todo esto es precioso. Me alegro de haber venido.

—Genial. Lo pasaremos bien.

—Seguro que sí.

Taehyung se marchó en dirección al cuarto de baño mientras su marido suspiraba con tristeza. Se sentía completamente despreciable al guardarse para sí mismo el verdadero motivo por el que le encantaba estar allí.


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El sol pegaba con fuerza. Estaba en lo más alto, alumbrando el camino. Después de organizarse durante algo más de una hora, los cuatro visitantes de campo se habían puesto en marcha para comenzar con su ruta de senderismo. El camino estaba señalado constantemente, así que resultaba complicado perderse. Jimin y Hoseok iban de primeros, comentando tranquilamente todo lo referente a su estreno y próximas funciones. Por su parte, Yoongi iba detrás con Taehyung, soportando el calor y los celos que le quemaban las venas. Podía escuchar perfectamente el tono agradable de Jimin mientras conversaba, y deseaba apartar a Hoseok para ocupar su lugar. Por desgracia, tenía que contemplarlo desde atrás, sin dirigirle la palabra, mientras observaba los extraños movimientos que ejecutaba Taehyung para intentar fotografiar absolutamente todo lo que encontraba a su paso, ya fueran plantas, mariposas, nubes con formas raras o simples piedras del camino.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora