Dura realidad y evento de negocios.
Al llegar a la casa presidencial me encontré a Lorey, Lilly y Rose en la entrada esperando por mi. A la primera la miré de reojo, no se qué rayos hacia aquí pero no recuerdo haberla reintegrado.
Tampoco estaba de humor, no hoy. La cabeza me dolía y no tenía ganas de tener que soportarlas.
—Kassia, debemos hablar con respecto a Lorey...
—Mira, Lilly, no me interesa hablar con esto contigo —le dejé claro y me encaminé a mi oficina pero volvió a hablar:
—Debes despedirla por cosas razonables no por...una pelea por un hombre—espetó algo enfadada, arqueé una ceja y la encaré.
—¿Una pelea por un hombre? ¿Eso te dijo ella? —le pregunté y asintió —. Pues que sepas que no fue por eso sino porque no sabe en el puesto en el que se mantiene y en el que estoy yo. Por eso la despedí, ¿es una buena razón para ti?
—No creo que sea el lugar, señora Lilly —intervino Rose y tenía razón, pero no parecía que quisiera acabar aquí esto.
—La mesa de estado debe decidir el despido no tú, Kassia —siguió Lilly, arqueé una ceja ante el tono con el que se dirigía a mi.
—¿Desde cuándo? ¿Ahora hacen reglas inexistentes? Porque yo no recuerdo eso, si quiero despedirla lo hago y no necesito opinión de nadie —le dejé claro. Lilly sacudió la cabeza con enfado, Lorey lo disfrutaba, pero si creía que iba a ganar estaba más que equivocada —. Prefiero retirarme, si quieres que vuelva que sea como tú secretaria, porque como diputada no lo hará.
—¿Crees que puedes quitarme el puesto así como así? —preguntó Lorey entre dientes.
—¿Acaso no lo hice ya? Al parecer no te ha quedado claro eso.
—Maldita.
—Aunque, ese puesto es ideal para ti, diputada —siseé entre dientes, haciendo énfasis en la parte de “puta”.
—Mira Kassia, el problema de Khan lo dejan de lado en el trabajo, él no puede ser un tema de despido para una diputada de renombre como Lorey —siseó Lilly, la miré y se paró firme —. Ella va a volver a estar en nuestra mesa.
—Eres otra más, Lilly, otra que no entiende mi puesto. Todos aquí ven a una cría de veintiún años pero no me respetan, no ven quién soy en realidad —estallé, ésto podía más que yo y me cansaba —. Aquí no decides tú ni ella, aquí lo hago yo y los de alto rango, y déjame decirte que ni tú ni Lorey lo son. Y si tanto te jode, Lilly, que me acueste con Khan, pues déjame decirte que es mi maldito esposo. ¡Qué lo sepan todos, me da igual, las únicas oportunistas son ustedes dos! ¡Ahí tienen su puta realidad y que les de vuelta la cara de una bofetada el que sea mi esposo y no se las lleve más que una vez a la cama y a mi si!
Respiré hondo.
«Lo dije, mierda, se los dije y lo grité a los cuatro vientos»
El susodicho se hizo presente y apreté los puños, era obvio que escuchó todo. Rose lo miró de reojo y ambas perras se quedaron estáticas.
Me llevé las manos al rostro, nunca tenía un jodido día de calma, mi vida se basaba en caos y problemas desde que Khan Wagner se atravesó en mi camino.
—¿Es cierto? —le preguntó en un susurro Lorey.
—Lárgense a sus puestos y déjense de putas niñerías, mi vida privada es mía y de nadie más —espetó bruscamente. Lilly se movió y Lorey igual, pero él volvió a hablar —: tú no Lorey, espérame en mi oficina.
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Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...