Arreglando los asuntos pendientes.
Metí la cuchara en mi boca, saboreando el helado mientras revisaba mi laptop y trabajaba desde la habitación, no tenía ganas de salir hoy. Eso sí, estaba en casa de mi padre porque no me apetecía nada estar en el penthouse cuando ese hijo de perra llegara.
Presioné la tecla para enviarlo todo y seguí saboreando mi delicioso helado de chocolate. Los mensajes de Adrien no paraban de llegar, pero no me molestaba en responder, odiaba las mentiras y es algo que no soportaba.
Cerré la laptop y la dejé a un lado.
No móvil comenzó a sonar con insistencia y lo tomé, vi el nombre de Gerry y le atendí.
—¿Qué quieres?
—Dile a tus gorilas que me dejen pasar.
—¿Cómo sabes dónde estoy?
—¿Si no es aquí dónde más?
Cierto que nadie sabe lo mío con Khan y que se me obligó a convivir con él. Apreté los labios.
—Ahí voy.
Colgué y salí de mi habitación, le di acceso y se detuvo en la puerta al verme.
—Oí del ataque de anoche en la casa presidencial, ¿por eso el doble exceso de seguridad?
—Ajá. Digamos que se me exigió más seguridad —me encogí de hombros, restándole importancia.
—¿Supiste quién los envió a atacarte?
—¿Como es que sabes tanto?
—Joder, Kassia, eres noticia en todos lados del mundo, enciende el televisor y te darás cuenta, sales en todos lados.
Solté el pote de helado y encendí la tele para verme a mí de primera portada en los noticieros. Mi ataque se había expandido a cada parte de New York y más.
—Eres la viceministra de todo New York, no esperes menos, todos sabremos todo de ti siempre —se sentó en uno de los sofás y lo miré de reojo —. Yo solo pasé a ver qué tal estabas, te estuve marcando pero al parecer cambiaste de número.
—Digamos que no me apetecía responderle a nadie. Ando con un jodido dolor de cabeza que siento que en cualquier momento me estallará —me dejé caer a su lado, dolorida. Miró la gasa en mi sien y la señaló —. El imbécil al que maté en la oficina. Seguro que la navaja que le atravesé en el cuello ha de haberlo mandado al jodido infierno y ahí lo encontraré y cobraré cuentas en algún momento.
Sonrió.
—Claro, porque santa no eres.
—Ni me interesa serlo o parecerlo, aunque, mi rostro es de ángel —pestañeé y se me quedó viendo, aplasté su rostro contra mi mano y me puse de pie —. Vete al carajo, Gerry, odio que no seas gay.
—Ya lo dije, lo hubiese sido o no, era imposible resistirse, eres...
—Cállate o te patearé el culo, eres mi amigo, más, no llegaremos a nada —le corté, alzó ambas manos en el aire cuando lo señalé con mi dedo índice.
Se quedó conmigo el resto de la mañana y fue bueno al menos para distraerme del jodido dolor que sentía en la cabeza.
—El jefe está a nada de mandarte al carajo y cerrarte las puertas del club, oh, de hecho ya lo hizo —dijo antes de irse.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...