|| Capítulo 3 ||

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Acosador a la vista.

Pasé esa crema curativa sobre mi labio con cuidado, estaba un poco hinchado, pero casi y no se notaba. Ese animal espero no vuelva a entrar ahí, Gerry prohibió su entrada o eso me dijo, si le tiene miedo a ese sujeto dudo que no lo compre a él también, y Gerry si se vendía por poco igual.

Tal vez se venda más rápido si tiene un cañón en su frente, ahí seguro y hasta se orina.

Al club no iba todos los días, solo los fines de semana, hoy era domingo, ya por suerte hasta el sábado entrante no iría. Me pasé a ver a mi papá antes de irme, tomé a Dark en el camino y fuimos a la habitación de mi papá, donde lo hallé hablando seriamente con Frederic, ambos se callaron apenas entré.

—Son bastante sospechosos, lo saben, ¿no? —les dije.

—Solo son cosas de trabajo, nena —dijo papá y negué —. ¿A dónde vas todas las noches?

—Salgo con mis amigas —me encogí de hombros —, nada de otro mundo,  cosas de chicas.

Si le decía que bailaba en un club nudista era tan capaz de enviar a alguien para que me saque del cabello igual. Besé su frente y lo abracé fuertemente.

Solté a mi gato, papá lo odiaba, era muy gruñón según él.

—Te amo —le dije.

—También yo, nena —acarició mi espalda y me fui de casa hacia el club. Me tranquilizaba que Gerry haya dicho que le prohibieron la entrada a ese sujeto, de lo contrario, no saldría de aquí.

Llegué y me fui en dirección a mi camerino para tomar mi vestimenta. Vi a Lucy entrar y la miré de reojo.

—Cari, ¿crees que puedas prestarme rímel? Es que los míos ya los excedí demasiado y se secaron —hizo una nueva y me reí.

—Toma el que quieras, tengo muchos y solo los uso aquí.

Me dio un escandaloso beso en la mejilla y se fue después de tomar el rímel. Negué. Estaba algo loca, pero esas eran las mejores personas y ella lo era.

Miré mi vestimenta sobre la cama, la saqué del protector transparente y vi un body rojo con unas cadenas que caían en los brazos, tenía pedrería de diamantes y era hermoso. Me lo puse enseguida y me maquillé levemente, dejé mi cabello castaño suelto y salí del camerino cuando me avisaron que era mi turno.

Hoy me tocaba bailar sola. Subí al escenario y deslicé la bata por mi cuerpo, vi el tubo en el centro del escenario donde iba a bailar.

La música comenzó y mi cuerpo se sincronizó con la melodía movida. Me deslicé por el tubo, haciendo un par de trucos que sabía.

Me aferré al tubo con fuerza y di una vuelta. Me deslicé por el suelo, dejándome llevar por lo que tanto amaba hacer, cada que subía a este escenario sentía que era otra persona por completo.

Vi a Gerry de reojo abrir los ojos con espanto, no comprendí porque así que seguí moviéndome. Todos me miraban fijamente, embobados en mis movimientos. Había una extensa fila de babosos que pedían siempre por mi, pero yo los rechazaba, a cada uno de ellos. 

Cuando acabé tomé mi bata y fui a la barra para tomar algo mientras Lucy subía al escenario. Pedí una limonada y Karol me la dio.

—¿Y Gerry? —pregunté al no verlo.

—Seguro que arreglando los privados —se encogió de hombros —. Le echaste ganas hoy, y ni hablar que el color rojo te queda estupendo, resalta tus ojos celestes.

Sonreí de lado. Eran lentillas las que usaba, tenía una peculiar mirada por así decirlo, por eso no mostraba mis verdaderos ojos.

—¿Tú crees?

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora