Infiltrados e incendio.
Khan.
Pasé una mano por mi cabello húmedo y me detuve al ver a la cría salir de su habitación, se dio contra mi sin darle tiempo a frenar y apoyó sus manos en mi torso para alejarse. Después de descubrir sus sentimientos por mí, no ha hecho otra cosa que negarse a mi persona, pero iba a ceder tarde o tempano.
No iba a mentir, en cierto modo, no debería de estar satisfecho de sus sentimientos hacia mí, tampoco imaginé que Kassia sentiría algo por alguien tan bruto y desagradable como yo, pero al parecer eso le gustó o simplemente no pudo controlar su cabeza con respecto a esto.
No sé que pretendía conmigo o que yo sintiera, porque realmente yo no podía sentir nada de lo que ella o cualquiera quisiera, o simplemente no lo sabría, pero no pensaba jamás dejarme dominar por algún sentimiento absurdo.
—Fíjate por donde andas, Wagner —se movió escaleras abajo rápidamente y bajé la mirada por su cuerpo, siguiéndola. Me evitaba cada que podía y era algo que le guste o no, solo hará que se odie aún más al ver que no podría estar lejos de mí, como yo tampoco de ella.
—¿A dónde vas tan apurada? —le pregunté, se bebió el café caliente de unos tragos y entrecerré los ojos, curioso. Ladeé la cabeza, quedándome callado y observando cada uno de sus movimientos.
—Me avisaron de un disturbio en casa de mi papá —se puso su gabardina y salió por el ascensor, me miró cuando subí con ella —. ¿Qué haces?
—Vigilar que dejes los problemas por un rato.
Se cruzó de brazos, indignada.
—Como si fuera una niña. Además, no me apetece verte o...estar cerca de ti —bufó, se alejó lo más que pudo de mí, pero el ascensor no le dio más que para menos de un metro.
—Supéralo —bufé y chasqueó la lengua, ignorándome el resto del camino a casa de su padre. Saltó del auto cuando vio la mitad de la casa prendida fuego y no solo eso, sino a su gato colgado del techo, despellejado.
—No, no —susurró al ver más a su gato que la casa. Los bomberos habían apagado gran parte del fuego, eso se podía arreglar, pero no la mierda de su gato. Era algo con lo que odiaba que se metieran, y esto solo me hace pensar en una maldita cosa.
Alguien dentro de mi casa le había entregado ese animal a quien seguramente vaya contra Kassia.
—No entres, tu gato ya está muerto —la tomé del brazo y se quedó quieta, mirando a su gato. No me agradó en absoluto ver que obedeció mi orden sin chistar.
¿Qué carajo tramaba ahora?
Sus puños se apretaron con fuerza y tembló a mi lado, pero no lloraba, sino que temblaba de ira.
—Viceministra, esto estaba en su sala —uno de los bomberos se acercó cuando lo dejaron y le entregaron un sobre. La solté y abrió para leer la carta.
Lo leí de reojo, era de parte de Elián este mensaje. Ese cabrón me estaba tocando los huevos de maneras insoportables.
Ella leyó y rompió la carta en pedazos, en silencio, pensativa. No emitió ninguna palabra después de que me la llevé de regreso al penthouse.
—Voy a la casa presidencial, ¿me puedes dejar sola al menos? —me pidió, quiso bajar de mi auto y la tomé del brazo.
—Cuidado con la mierda que haces, en silencio eres un peligro.
Me miró a los ojos con ferocidad, una que veía desde que comenzó a contraatacar a quienes la atacaban. Sin remordimiento o culpa.
—¿No que según tú era una maldita cría débil? Pues caerás muy bajo con tus palabras, Wagner —se soltó de mi agarre y se bajó, yéndose en el suyo.
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Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...