Golpiza y secuelas graves.
Khan se fue a la barra con Blade, creí que se iría, pero permaneció aquí por una hora. Ronan seguía hirviendo de enfado por la enorme competencia que tenía delante de él. No era fácil tener de oponente a alguien de alto calibre como Khan, además de ser alguien jodidamente peligroso.
Cualquier mínimo movimiento de su parte podría acabar con cualquiera, más la amenaza que lazó de ser el único en permanecer de pie.
Le di un trago al champagne y dejé el vaso a un lado, Elaine quiso acercarse a mí, pero Blade se le interpuso en al camino. Esos dos eran un caso. Ni Khan y yo teníamos tantos problemas que estábamos casados como ellos.
Me reí por lo bajo ante eso. Si tan solo Elaine viera que Blade no es una amenaza sino alguien que la quiere sacar del lado oscuro de su hermano, se dejaría llevar.
—Tú le diste la idea, ¿no? —Ronan me interceptó a mitad de pasillo cuando quise irme.
—¿Disculpa?
—A Khan, le metiste la puta idea de ser un ministro porque una mujer no puede llegar aquí —gruñó entre dientes. En cualquier momento me iba a escupir lava de la furia.
—No sé de qué hablas, tus problemas con él no son mis asuntos —quise irme, pero me tomó del hombro herido, empujándome a un lado —. Suéltame, idiota.
—Debí haberte matado desde el momento en el que volviste aquí.
—Que no se te olvide que soy la viceministra, aún estoy por encima de ti —lo empujé, pero se me vino encima de nuevo y me tomó del cabello —. Suéltame, hijo de puta.
—No te quiero cerca de Elaine, es mi hija y hago lo que se me antoja con ella —empuñó más el agarre en mi cabello y le golpeé el rostro con el puño, lo aparté de un empujón, dándolo contra la pared del pasillo.
—No ere su dueño, imbécil —me clavó los dedos en el hombro, debía mejorar o me iba a quedar muy sentido para siempre. Retrocedí cuando me apuntó con su arma, apreté los dientes, furiosa —. Muy macho con un arma, pero sin ella no eres más que un maldito cobarde.
Me dio con el mango en la sien y me reí en su cara, dolía, pero prefería verlo hervir en enfado.
—Todos sabemos que no llegarás a ser competencia para Khan, así que vete despidiendo de tu cargo imaginario —me le burlé en la cara, no había nada peor que reírse frente a un enemigo enojado —. Y te voy a denunciar, porque soy tu viceministra por sobre todo. Te juegas el cargo, imbécil.
—Cierra la boca, niña, no eres más que una huérfana de mierda. Tu padre no está aquí para defenderte, tampoco Daniel, porque me encargué de matar a ese juez de mierda —soltó tan airoso —. Y pronto seguiré con Khan. Apreciaba mucho a Evan, pero te dejó a cargo de algo que no debió.
Me clavó el arma en el hombro y retrocedí, dolía.
—Me las vas a pagar, Ronan Stone, vas a caer y te vas a hundir en tu propia mierda —escupí entre dientes. Él mató a Daniel y lo confesaba como si nada, era tan miserable que no me importaba joderlo, no me importaba que sea el padre de mi mejor amiga. Iba a destruirlo, porque la muerte de Daniel ni la de mi padre iban a quedar inpune.
Me cansé de ser la maldita cría ingenua y debilucha que muchos ven. Ese papel solo sirvió para un rato. Ya no más.
—Anda, ten las agallas de jalar el gatillo. ¡Tenlas, cobarde! —le grité presa de la adrenalina. No me asustaba un arma, y menos un poco hombre como él.
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Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...