Epílogo.

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Rocé la cicatriz de mi cadera con mis dedos y me bajé la camiseta cuando vi a las demás entrar a las duchas. Me salí de ahí y me di una vuelta por el patio, mirando a todos en cada mínimo movimiento que ejercían frente a mi o a mis espaldas.

Me he dado cuenta que esta gente entrenada y exmilitantes eran peor que cualquier criminal, pero no me sorprendía, por algo terminaron aquí.

Escuché que algunos traicionaron a sus organizaciones y se fueron del lado opuesto, pero ellos se atrevían a crucificarme por los delitos de alguien más y resultaban ser peor que él.

Si la hipocresía fuese un grupo de personas, serían ellos. La palabra perfecta para cada hijo de puta que me ha jodido la maldita vida por un siete meses enteros.

Después de haberle roto el cuello al rubio grandote hace siete meses atrás, se habían detenido por unos días, pero los oficiales de afuera tenían algo personal conmigo y no se iban a cansar hasta que saliera de aquí en un ataúd.

Agradecía saber defenderme muy bien, incluso mejor que ellos, eso me mantenía con vida hasta ahora.

Vi la tele en lo alto, donde daban una noticia de Manhattan.

—El ministro de Manhattan está arrasando con su trabajo como el mandatario mayor. En lo que lleva de este año han caído dos bandas de narcotráfico y una red de prostitución...

Imbécil, solo lo hacía para abrirse paso y poder entrar en el comercio de armas. Ni que fuera estúpida, estuve un año a su lado y aunque creía que hacía las cosas en silencio, no era tan inteligente.

La mitad de la armas de la casa presidencial la traficaba. Hijo de puta.

—¡Roger, tienes una visita! —me gritaron. Mis alarmas se encendieron apenas dijeron eso. ¿Quien puede ser? Nadie jamás recibía visitas aquí.

—¿Ya te vas, nueva? —una morena se me plantó frente cuando quise salir.

No dije nada, hablar era en vano con estos cavernícolas.

—La única vez que escuché tu bonita voz fue cuando nos amenazaste hace unos meses, ¿ahora eres muda?

Ella miró detrás de mí y arqueé una ceja. Estúpida. Me moví a tiempo y la navaja que traía una pelirroja se la clavó en la garganta a su compañera, matándola instantáneamente.

Le di un cabezazo a la pelirroja y se dio contra los barrotes, la tomé del cabello y balanceó el brazo hacia atrás, dándome con el codo en el rostro. Retrocedí y tuve a cinco más sobre mi. Siempre esperaban a que estuviera en el suelo.

Sentí una patada en mi abdomen seguida de más.

—¡Largo! —gritó un oficial, vi unas botas negras frente a mis ojos.

—Levanta la cabeza, Kassia —me hablaron. Una voz gruesa y ronca que desconocía absolutamente.

Se hincó a mi altura y vi su mano en mi campo de visión, tomo mi barbilla con fuerza y me obligó a mirarlo.

Me encontré con un par de ojos verdes en mi campo de visión y una cabellera negra. ¿Quien diablos era ese sujeto?

—Kassia Roger, ¿cierto? Si, lo eres, esa mirada es única.

Ladeó la cabeza, observándome más de lo que me gustaría.

—Te encontré finalmente, llevo mucho buscándote. Tengo el gusto de conocerte, pero tú no a mí, y eso cambiará pronto.






 Tengo el gusto de conocerte, pero tú no a mí, y eso cambiará pronto

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***

Finalmente se ha acabado Dulce Condena. Hasta aquí ha llegado esta etapa de Khan y Kassia, pero tranquilos porque habrá una segunda parte que estaré publicando en estos días.

¿Que opinan? ¿Quién creen que sea el dichoso desconocido? No dejan de aparecerle hombres en su vida, es una lista sin fin jajaja.

¿Creen que ese desconocido sea bueno o malo?

Gracias por el apoyo, de verdad estoy muy agradecida a todos los que se unen y aportan su granito, ayudándome a seguir creciendo ♥️♥️.

Nos vemos en la próxima continuación...

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora