|| Capítulo 69 ||

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Confesión de años atrás y pensamientos confusos.


—Y es por eso que las elecciones se harán... —no escuché más de lo que dijo Lilly, centrándome en los azulados ojos que me acribillaban desde la otra punta de la gran mesa. Alcé un poco la mirada y me encontré con sus ojos.

Después de salir del vestidor me cambié y limpié, tuvimos una reunión de improviso y no estaba prestando nada de atención.

—¿Algo que quiera aportar, viceministra? Ya que la veo muy pensativa —dijo Lilly, espabilé y la miré.

—Cuando quiera decir algo, tomaré la palabra, senadora —le respondí y vi como se mordió la lengua para no responderme. Así es como debía ser, que respetara los lugares y se tragara sus palabras que sobraban, como siempre.

—Si no tienen nada más interesante que hacer para atrapar mi atención, me largo, tengo cosas que hacer —dijo Khan, se puso de pie junto a Rebeka.

—Aquí no te vas cuando quieres, Wagner —intervino Ronan.

—¿Y quién de aquí va a detenerme? —se mofó con hastío.

—Si, vete mejor, antes que comenzar otra discordia —le dije y me miró con los dientes apretados —. Ya te ibas, solo te impulso a que te vayas más rápido. De igual forma, también me voy, tengo asuntos mejores que resolver.

Me puse de pie y tomé la iniciativa de irme, me encontré a Liam en el camino y lo miré.

—Menos mal que te encontré, ¿qué hiciste con Loren?

—Señorita, lo expulsé fuera de la casa presidencial, me encargué de dejar bastante vigilancia —me dijo y asentí —. ¿Usted se encuentra bien? Tiene un golpe en el cuello...

Me lo cubrí con el cuello de mi blusa, eso no fue un golpe sino la maldita brutalidad de Khan.

—Estoy bien, descuida, buen trabajo —sonreí de lado y se me quedó viendo.

—Ven aquí, cría —Khan me llevó por delante y lo miré cuando me jaló dentro de su oficina. Siempre llevándome a su territorio.

—¿Qué quieres? —me solté de su agarre y lo miré.

—Ve guardando tu maldita boca de pura mierda que me sueltas, porque el que seas una mujer no me detiene a nada —me tomó de la barbilla y manoteé sus manos —. A mi me respetas, o la pasarás mal.

—Ja, te golpea el ego que te baje del pony —me burlé y apretó los dientes —. Supéralo, estamos casi al mismo nivel, ya cuando seas ministro me podrás regañar como niña, ahora no, porque estamos por igual.

—No necesito un puesto para ponerte en tu lugar —gruñó.

—Oigan, bajen la intensidad que se escucha todo —Rebeka entró a la oficina y Khan me soltó —. Follen y cállense, que estresantes son. Se odian, se aman, se celan. Arreglen todo en una cama y no molesten con su humor. Llévatela a un hotel Khan y dile cosas bonitas...

—¡Cállate y lárgate! —le riñó con frustración.

Me reí por lo bajo y él me miró de reojo.

—Te vi muy cerquita del jefe de seguridad de Khan, mira que es uno de sus detonantes...

—¡Que te largues, joder! —la empujó fuera y cerró con seguro. Se giró hacia mi y me miró furioso —. Y tú también vete.

—¿Tan de malhumor te puso que no te haya dado un orgasmo? —me le reí en la cara y tomé el pomo de la puerta, pero su mano en mi brazo me detuvo.

—Vete o te juro que te mataré, cría, no me tientes —me sacó a empujones y me burlé. Tan malhumorado siempre.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora