|| Capítulo 46 ||

1.9K 99 6
                                    





Insomnio y pensamientos inconscientes.





No he podido dormir y me he mantenido por tres jodidas horas moviéndome de un lado a otro en la cama. Toda mi vida se está yendo por la maldita borda, y apenas comenzaba todo esto. Querían mi puesto. Me atacaron tres veces. Atemorizan a Elaine. Nos amenazan. Casi morimos. Habían tantas cosas inconclusas que no me dejaban dormir tranquila.

Los problemas eran el desayuno, almuerzo y cena de cada día de mi vida. Desde que papá murió las cosas en mi vida se deformaron, comenzando por casarme con Khan Wagner. Esa era la primer cosa inconclusa que quería saber, ¿por qué rayos casarme con él? Lo crió para ser un letal hombre y me dejaba a su cargo.

Pero también sabía que a mí me crió para ser una líder y no una seguidora, sabía que podía con él, mi carácter y fortaleza provenían de los Roger. No éramos unas simples personas débiles, nuestro apellido representaba la fuerza y poder que cargábamos.

Pensaba elevar más alto el apellido Roger. Uno moría, pero uno resurgía aún más fuerte que ayer.

Me llevé las manos al rostro con frustración, las voces en mi cabeza hablaban y no podía dormir. Salí de la cama, tomando la bata, eran apenas las dos de la mañana.

Bajé a la cocina por algo caliente, no me vendría mal un café sin azúcar. Puse el agua a hervir y suspiré, oí varios arañazos provenir del sótano y abrí la puerta, los tres dobermanes se me vinieron encima, rugiendo, pero uno de ellos les rugió más fuerte y retrocedieron. Lamió mi cara y sonreí, era el más calmado. Digno líder, tenía la personalidad de Khan, tranquilo pero poderoso.

—Buen chico —le acaricié la cabeza y cerró los ojos, me puse de pie y los miré a los tres. Sonreí, eran unos perros hermosos y malos.

Sin duda alguna representaban al demonio con el que vivía. Khan era hermoso, pero malo y destructivo, salvaje por naturaleza. Ellos eran iguales.

Apagué el agua cuando la oí sonar y me hice un café, vi de reojo a los tres perros quedarse parados, firme, siguiéndome. Sus orejas estaban bien rectas, lo que me decía que Khan hizo un buen trabajo ahí.

Me fui a la sala, pero me detuve, mirando de reojo la puerta del sótano abierta. Me sentía como en una película de terror así que la cerré, no me apetecía bajar, mucho menos estando sola. Tomé mi taza de café y le di un par de tragos.

Ha de imaginar que Khan estaba en el club, el cual, he abandonado un poco. Con estos ataques no he tenido tiempo de pensar siquiera en ir a subirme a ese escenario, mucho menos después de que se mató a un hombre por mi culpa. Tal vez me sentiría más culpable si fuera inocente, pero era un traficante de mujeres, así que ese balazo se lo merecía.

Espero se esté retorciendo en el infierno ese malnacido abusador.

Alcé la cabeza al oír el pitido de las cámaras de afuera, me puse de pie, acercándome a la pequeña pantalla que había a un lado del lector donde podía pasar la tarjeta para acceder al ascensor. Vi a Blade sosteniendo a Khan, le di pase para que entraran al ascensor, fruncí el ceño al verlo sosteniéndolo.

Las puertas se abrieron y me acerqué. Vi a Khan soltarse del agarre de su amigo de mala gana.

—Estoy bien, déjate de idioteces —le riñó a su mejor amigo.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora