|| Capítulo 43 ||

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Malhumor sobre el ring y pelea de esposos.



Kassia.


Entré a casa de Elaine después de aparcar en la entrada, me la encontré en la sala, hablando con alguien de mala gana. Arqueé una ceja cuando la hallé con Lorey, ésta se calló y ambas voltearon a verme.

Tenía que ser broma.

—¿No te alcanza con mi esposo que sigues con mi mejor amiga? Que linda —bufé, solté mi bolso sobre uno de los sofás y miré a Elaine hacerme señas para no dijera nada pero no servía para obedecer órdenes.

Además, ella no sabía que la maldita de Lorey ya estaba informada de mi vida con Khan.

—No todo gira a su entorno, viceministra —se mofó con algo de diversión. Apreté los puños, mi humor variaba según las personas y era tranquila hasta cierto punto, pero ella comenzaba a cansarme.

—Si, Lorey, tú si giras a mi alrededor. Buscas todo lo que tengo y es algo que jamás tendrás. Ahora, toma tus porquerías y largate —bufé.

—Que me eche quién es dueña de esta casa no tú.

Me crucé de brazos con los dientes apretados.

—Ellq está esperando a Loren, pero ya le estoy diciendo que no está y al parecer es una quita maridos —gruñó entre dientes mi mejor amiga.

Tenía tanto descaro Lorey que no obedecía siquiera a la dueña de la casa. Maldita víbora.

—¿Qué sucede? —la voz de Loren irrumpió en la sala, entró y nos miró a las tres —. Escucho los gritos desde la entrada.

—Lo siento, mala mía, después hablamos me duele la cabeza y no estoy de humor, Elaine —tomé mis cosas y salí de ahí, mi amiga quiso detenerme pero no la dejé. Sentía que la cabeza iba a estallar me en pedazos. Abordé el auto de Khan y presioné el acelerador a fondo, saliendo de ahí.

Necesitaba descargar la frustración y enfado en algo, algo que no hacía hace mucho tiempo: boxeo. La última vez que estuve sobre un ring fue hace tres años.

Me volví de la base militar apenas cumplí dieciocho, cuando me enteré que papá estaba mal, no dudé en devolverme porque para mí siempre fue primero él. Después de todo era lo único que me quedaba.

Masajeé mis sienes, cuando algo me molestaba me ponía demasiado de malhumor e inconscientemente insultaba o me escudaba detrás de la indiferencia.

—Gracias por la maldita genética, papá —bufé. Recuerdo claramente que él era así también, al parecer viene en la sangre.

Llegué a la casa presidencial, me encaminé hacia donde estaban las pistas de aterrizaje, la base estaba del otro lado, pero me fui a gimnasio que estaba en la casa presidencial. Miré todo de reojo, extrañaba estar sobre un ring y finalmente volvería a estarlo.

Vi la bolsa de boxeo, habían varios agentes y guardias de seguridad por el lugar, se presentaron a mi servicio apenas me vieron.

—Viceministra, ¿sucede algo? Nos honra con su presencia, pero también nos preocupa, es sábado.

—No, no pasa nada, solo me gustaría entrenar. ¿Crees que estés dispuesto a hacerlo conmigo? Sin miedo a golpearme, lo que menos necesito son maricas respetuosos. 

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora