|| Capítulo 63 ||

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Brusquedad hecha hombre y moralidad fuera de sí.


Salí del edificio, con los puños apretados. ¿Quién mierda se creía para echarme ese maldito?

Me pasé la mano por la boca, frustrada. Debí haberle dado una patada en los huevos. Cabrón.

Me choqué con Khan a mitad de las escaleras del edificio y lo miré, iba recién duchado.

—¿Que haces aquí? —preguntó de mala gana.

—Tengo más derecho que tú de estar aquí —respondí.

—No tienes ningún jodido derecho de nada —bufó.

—Ja, ¿por qué no te metes tu malhumor por el jodido culo? Me hastía tener que verte la cara cada que estás así —me quise hacer a un lado, pero Rebeka se acercó y sonrió hacia mi.

—Hola, hermosa, ¿cómo estás?

Me estampó un beso en los labios y Khan la manoteó lejos de un empujón. Lo miré y ella se rió, sin ofenderse.

—Sé más gentil con las mujeres, cabrón —se burló —. Solo di que ella es tuya y ya. Deja los celos negados.

—Cierra la boca y largate. ¿Me estás siguiendo?

—No, mi vida, Bean me llamó, diciéndome que Kassia le había traído comida a su prima y que no la quería aquí —se encogió de hombros, restándole importancia —. Sabes que a Bean le gusta estar con su presa, él es así. Elaine y Kassia le incomodan por ser las hijas de los hombres que les jodieron la vida.

—Pues muy incómodo no lo vi cuando me besó —bufé. Khan se tensó de pies a cabeza y me tomó de la barbilla.

—¿Qué mierda dijiste?

—Nada, au, suéltame —le dije y me soltó, yéndose hacia arriba.

—Lo va a matar —dijo Rebeka y corrió, me fui detrás de ella y vi a Khan abriendo con la llave —. Oye, no le hagas daño a mi hermano, miserable.

—Khan, ¿que diablos te pasa? Es mi boca no la tuya —le reñí.

—¡Cállense las dos! —gritó colérico y nos apartó, Rebeka le quiso hacer una maniobra en el cuello, pero él la estampó contra una pared —. No me interesa lastimar mujeres, así que apartate.

—Le haces daño, animal —lo empujé con fuerza y se dio contra la puerta. Me miró, furioso. El cabello húmedo caía sobre sus ojos, dándole al azul de sus ojos esa frialdad propia suya —. Aprende a controlarte, imbécil. No tienes ningún puto derecho de hacerle nada a Bean porque fui yo quien lo besó.

—¿Y todavía te atreves a decirlo? —me tomó del brazo y me arrastró por un pasillo.

—Suéltame, Khan, me haces daño —gruñí, pero la petición fue mierda cuando se cegó de ira —. ¡Déjame en paz, joder! ¿En qué mierda te afecta?

—¿Qué mierda quieres de mí, Kassia? ¿Ah? ¡Estoy hasta la mierda de tí y tus putos juegos de cría! —me sacudió de los hombros y me metió en una habitación que estaba intacta pese a los escombros que era este edificio.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora