|| Capítulo 81 ||

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Un despertar brusco.



Khan.


Sentí el maldito cuerpo entumecido apenas me puse de pie, el despertar en un hospital no me agradó en absoluto, estos lugares no eran para mí. Jamás estuve en uno y no iba a pretender estarlo ahora. Solo eran unas malditas heridas superficiales, pero siempre exageran.

Los tiros que me dio ese hijo de puta por parte de Elián me los iba a cobrar uno a uno, al igual que la miserable explosión. Ese hijo de puta ya está jugando con fuego y se va a quemar en él. Lo voy a buscar en cada alcantarilla de cada ciudad de ser necesario, porque esa rata no podrá esconderse de mí por mucho tiempo.

Jugaba igual que Evan y todos los malditos trucos me los sabía, se creía inteligente y solo era un niñato jugando.

Me doblé de dolor al sentir un fuerte tirón en todo mi torso, tenía toda la espalda y torso cubierto en vendas. Me puse la ropa ignorando los puntos rojos en mi abdomen, se me habían abierto los putos puntos, pero me daba igual.

—Señor —Liam llegó hasta mí y se tambaleó, fruncí el ceño al verlo con un cabestrillo y un golpe en la sien —. Despertó. No debería de estar de pie en este momento.

—Pura mierda.

—Lleva inconsciente una semana y media, su cuerpo seguro está débil.

—Débil tu polla, imbécil, quítate de mi camino —lo aparté de un manotazo y me siguió detrás. Una jodida semana y media postrado en esa puta camilla, siendo sedado por quien sabe quién.

No debía pegar los ojos un maldito segundo con mis enemigos alrededor.

—Pero señor Wagner...

—No tengo ganas de oírte, ni a ti ni a nadie —tanteé mi pantalón y saqué el paquete de cigarrillos, encendiendo uno. Tenía la camiseta envuelta en sangre seca y me daba igual, he tenido peores días. Las doctoras de alrededor me miraron con los ojos abiertos, como si vieran un fantasma.

Mis hombres tomaron todo el hospital y se abrieron paso a mí. Busqué a la cría con la mirada, pero no la hallé en ningún lado.

Todavía que tengo el jodido impulso de salvarle el culo dos veces no se atreve a venir. Ni siquiera sé en qué rayos pensaba al hacer eso, pero a esa cría la mato yo y nadie más. O eso me gustaba pensar.

—Señor, es sorprendente que pueda caminar como si nada —me dijo un doctor metiéndose en mi camino —, pero no puede irse.

—¿Tú y cuántos me lo van a prohibir? —gruñí, otro tirón me mandó a callar y apreté los dientes. Arrojé el cigarrillo al suelo y quise seguir caminando hacia la entrada, pero la vista se me borró por varios segundos, mareándome.

Carajo.

—Es por eso por lo que le digo, debe mantener reposo...

—Y tú la maldita boca cerrada —le corté.

—Señor, es mejor seguir las indicaciones —sugirió Liam y lo tomé del blazer con fuerza, él se quedó quieto y me tomó a mí de los hombros cuando me desplomé en el suelo.

Jodido Elián, vas a pagarme cada segundo.

Jodido Elián, vas a pagarme cada segundo

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Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora