Despido y un viejo conocido.
Khan.
Entré a mi oficina y tuve a Lorey en mi campo de visión, no tenía ganas de ver a ninguna mujer por días, semanas o malditos años. Ya bastante tenía con la maldita cría que era mi jodida esposa, ese ser del mal me hastiaba demasiado como para soportar a otra mujer, y más siendo Lorey.
Me miró y sus ojos brillaron, se puso de pie y sonrió en mi dirección. No sé porque mierda me sonríe, a mi no me domina la polla y ella lo sabe pero se hace la estúpida para pasarlo bien. Ya con enterarse que Kassia era mi esposa se le bajaron un poco los humos, pero no los suficientes como para querer calentarme la cama.
Para su desgracia y la mía, no era un sujeto que pensara todo el tiempo en follar, claro, eso lo pensaba hasta que una maldita de boca pecaminosa y ojos caóticos se atravesó en mi camino. A ella si me apetece follarla, la condenaba estaba buena, y habían muchas mujeres que lo estaban, pero su belleza era diferente a las demás.
Era patético e idiota pensar esa mierda, pero Kassia Roger no era un igual a todas las demás. No sé compraba la clase y la elegancia innata que cargaba.
—¿Qué mierda quieres? —le pregunté, me senté en mi silla giratoria y la miré.
—Tu...tu...esposa me está pisando los talones con que quiere que me vaya de aquí. La controlas o juro que no responderé.
Entrelacé las manos sobre el escritorio y me le quedé viendo.
—¿Esa es tu queja?
—Eres el jefe de estado, y su maldito esposo, puedes pararle la maldita boca para que deje de joderme —farulló entre dientes.
—Vete a hacer algo por tu jodida y miserable vida, Lorey, o juro que voy a taparte la boca y despedirte —espeté, ella me miró con enfado —. No volveré a repetirlo, ¡largo!
—No, no me voy a ir, que se joda tu esposa. A mí no va a arruinarme la carrera que llevo mucho antes que ella. Solo es una maldita niñata.
—Ve y díselo a ella, a mi déjame en paz, me hartan sus mierda —me puse de pie y apretó los puños cuando le di la espalda —. Yo no soy el mandadero de nadie. Pero, ¿sabes qué? Di mi palabra, y no soy un hombre que de la palabra y luego no lo cumpla, así que, estás despedida, Lorey.
Abrió la boca, completamente indignada.
—¿Me despides por...esa?
—Tengo palabra, Lorey.
—¡No puedes pretender despedirme por la maldita hija de perra de Kassia! Nunca fuiste un hombre que se deje dominar por una mujer —chilló, me rompió los tímpanos y seguro que a alguien más que pasara cerca. Odiaba el escándalo.
—A mi no me domina nadie, Lorey, pero soy un maldito hombre de palabra —le dejé claro —. Aunque, no te voy a mentir, cuando tengo mi polla envolviendo su coño, la mente se me nubla un poco, pero es mi esposa después de todo, un capricho puedo concederle.
Apretó los puños y se me vino encima, queriendo golpearme el torso, pero detuve sus manos con fuerza. Me miró rabiosa, un poco más y echaba humo por las orejas y escupía espuma.
—No me toques las bolas, supérame y asume de una maldita vez que tenerte en mi cama una sola vez fue más que suficiente.
—¡Hijo de puta! ¡Maldito hijo de puta! —gritó.
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Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...