|| Capítulo 21 ||

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Creado por el infierno.





—¿Qué fue lo que hiciste? —le pregunté al imbécil apenas me devolví a la galería, Blade se fue y me miró.

—¿Qué carajo quieres ahora?

—¿Qué le hiciste a Adrien? Vi la sangre.

—No tengo ni mierda de idea de quién hablas —respondió con desinterés, le dio un trago al champagne, le quité la copa y la dejé a un lado.

—Sabes de quién te hablo, el sujeto al que heriste para conseguir la entrada.

—Me lo encontré en el camino, mi arma actuó por instinto —me quitó un mechón de cabello del rostro y me tomó del mentón —; es automática para malnacidos —susurró en mi oído.

Me soltó y lo empujé, no se inmutó, algunas personas voltearon a vernos y no me importó menos.

—No tienes nada que hacer aquí.

—Soy el contratista militar de la casa presidencial, sin mi no tienen hombres o armas, así que si, tengo mucho que hacer aquí, pero ya me aburrí, esto es una mierda rodeado de personas asquerosas.

Se giró y se encaminó a la entrada, apreté los puños era un idiota de mierda. Creía tener el poder de hacer lo que quería pero no sería así.

Le marqué al rato a Adrien, al menos bien estaba porque se fue, pero no sé cuánto. Apreté los puños pero me calmé cuando respondió.

—Adrien, joder contigo, estuve llamándote.

—Apenas pude tomar el móvil. Tuve que irme, lo siento.

—Sé que estás herido, ¿estás bien? ¿Necesitas algo?

—No, descuida, solo un sujeto que quiso el pase VIP y bueno, digamos que mi brazo recibió la bala, pero nada que no pueda manejar.

Tan solo oír eso me hizo apretar los puños, ese hijo de perra.

—Si necesitas algo avísame.

—Claro, descuida, te veré después

Colgó y suspiré. Miré a las personas de reojo, me quedé un largo rato más, hasta que llegó la medianoche y los pies me exigían sentarme, estos tacones estaban matándome.

Me fui de la galería, no creo que necesiten más mi presencia. Tomé mi abrigo y abordé la camioneta, solo esperaba que Khan no estuviera ahí, se la pasaba en el club así que no dudo que esté ahí.

Debía volver a bailar, no pensaba dejar de lado algo que me gustaba por ser la viceministra, solo debía cuidar mi identidad es todo.

Abrieron la puerta para mí y bajé, subí por el ascensor. Masajeé mi nuca con dolor, todo el cuerpo me dolía de lo exahusta que estaba de andar de un lado a otro.

Iba a pasar la tarjeta dorada para que me dieran acceso desde arriba para subir pero ya me lo habían dado.

Mierda.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora