|| Capítulo 5 ||

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El nuevo jefe.

Kassia.


Masajeé mi cuello mientras salía de ducharme, sequé mi cabello y arrojé la toalla sobre uno de los sofás. Aún seguía sin mi móvil, Gerry no me lo trajo ayer porque según él está en la oficina del gerente del club y no se lo entregarán a nadie que no sea su dueño.

Por eso, debía ir, no sé quién mierda era el dueño ya que nunca le presté atención a eso. Además, dicen que el gerente del club no se hacía notar nunca, así que no podría verlo jamás.

Pasé por la habitación de papá pero ya estaba dormido así que no lo molesté y me fui al club, eran apenas las ocho de la noche y abría a las diez, así que solo debía meterme y pedirle a Karol que me lo alcance, ella es como la secretaria del sujeto.

Me puse mi peluca pero no las lentillas, tomé un suéter y me puse la capucha. Los únicos que conocían mi verdadera cara era Gerry y Karol ya que lo conocía hace años atrás, trabajaba para papá.

Lucy y Beth no me conocían ni sabían mi verdadera identidad.

Apenas comenzaban a arreglar todo, subí las escaleras hacia la oficina del gerente, todo estaba en silencio y apagado, busqué a Karol y la hallé.

—¿Qué haces aquí, cariño?

—Necesito que abras la oficina del gerente. Ahí está mi móvil.

—Uh, lo siento, mi amor, pero éste nuevo gerente no me da las llaves, solo las tiene él.

—¿Nuevo gerente?

—Si, es nuevo, alto, guapo, malote —se encogió de hombros y negué, esquivando su mirada —. No sé quién es, no lo he visto.

—Ash, entonces tendré que esperarlo, porque necesito mi móvil y mi bolso —bufé. Ella asintió y me quedé en el club un rato, dando algunas vueltas por alrededor, hasta que Karol llegó corriendo hasta mi.

—Nena, ya llegó, dijo que te lo entregará —me aviso y asentí. Volví a subir las escaleras, vi la puerta algo entreabierta y la empujé lentamente.

—Disculpe, vine por mi móvil —le hablé al sujeto de espalda a mi, cerré la puerta y no sé qué carajos hizo pero el seguro se le activó solo, fruncí el ceño y miré al hombre alto, luciendo un traje negro.

—Tenemos cosas pendientes —habló y me quedé quieta en mi lugar cuando lo vi cara a cara.

—Tú —espeté entre dientes.

—Yo. Soy tu jefe como verás.

—No eres mi nada, cretino de mierda, deja de seguirme. Eres un jodido acosador —estallé, me acerqué, quise tomar mi móvil de arriba del escritorio pero fue más rápido y se lo guardó en el pantalón —. Voy a denunciarte por acoso, hijo de puta.

—Controla tu maldita boca y mira a quien le hablas así —siseó serio —. No te acoso ni jamás me interesará hacerlo, así que cierra la maldita boca, cría, y siéntate.

—¿Que me siente? Eres un...—tomé un bolígrafo y se lo arrojé por la cabeza, logró esquivarlo fácilmente, me le fui encima con otro, quise clavárselo en la yugular pero fue ágil y me lo quitó, dejándolo en mi cuello, me empujó y mi trasero golpeó el escritorio —. Suéltame, animal.

—Que creativa —gruñó furioso —. Te voy a atravesar el cuello por siquiera atreverte a querer golpearme de nuevo.

Presionó la punta del bolígrafo contra mi cuello y me sacudí para que me soltara, pero era imposible, me apretaba muy fuerte contra él.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora