|| Capítulo 84 ||

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APPI: Emboscada y rescate.






Khan.

Ver a Kassia de reojo sentada en esa cama, pálida y con golpes me hirvió la sangre por completo. No quería esperar un puto segundo más. Iba a romperle todos los putos dedos a Benjamín y a sus dos bastardas, porque esta perra que tenía en mis manos no iba a salir ilesa.

Que agradezca que la he dejado respirar más de lo que debería, pero ya eso se acabará hoy.

—Khan, llamaron —me dijo Blade y lo volteé a verlo.

—¿Qué dijeron? —le pregunté. Me puse mi chaleco antibalas y él me miró seriamente —. Habla, carajo.

—Quieren retrasar el intercambio para unos días—dijo.

—¿Por qué? Haz una videollamada ahora —demandé —. Algo pasó.

—Khan, es mejor irnos ya y no esperar. Los tomamos desprevenidos, pudimos interceptar su señal y los ubicamos—sugirió Rebeka y tomó a Ava del brazo, se la arrojó a Bean y éste la metió en el maletero sin ganas de tenerla cerca.

—Que quiero la jodida videollamada ahora —ordené. Blade conectó todo y no respondieron, moví el pie con insistencia y frustración. ¿Qué hiciste Benjamín?

—Seguro se le cortó la conexión —comentó Rebeka para tratar de apaciguar las aguas, pero no lo hacía. Conocí muy bien a ese hijo de puta como para saber que algo se traía entre manos, y como siempre, nada bueno.

—¡Con un demonio! —arrojé todo al suelo y tomé a Ava del maletero, sacudiéndola con fuerza —. Reza porque hoy te mueres como las cosas salgan mal. A mi no me va a ver la jodida cara, envía otro video, seguro ese lo verá.

Rebeka le arrebató el móvil a Blade y se puso a grabar, sin mostrarme por completo. Saqué una navaja y se la enterré en una de las piernas, tentándome a desviarme a su cuello, pero no debía dejarme ganar por mis impulsos.

Ella gritó de dolor y le tomé con firmeza del cabello, haciendo que mirara a la cámara.

Si Benjamín quiere jugar, lo haremos.

—Bien, envíalo mientras nos acercamos.

El bastardo ni siquiera midió que estuvo en llamada por más de tres minutos y tomamos su ubicación, no exacta, pero si el punto en donde podría estar. Del lado sur de Manhattan, a las afueras, por las colinas.

Se embobó con mirar tanto a su hija a salvo que olvidó contar. Imbécil.

Subimos a nuestras camionetas, yo fui en mi auto, liderando el camino junto a Blade a mi lado.

Tenía un mal presentimiento que ese malnacido algo se traía entre manos y por eso quería posponerlo unos días al que nosotros le pusimos, no creo que sea por su hija.

Él haría lo que sea porque su hija saliera de nuestras manos, por eso no me convencía nada que quisiera hacer las cosas a su modo.

Apreté el volante con las manos, haciendo que me diera un brusco tirón en el pecho por la fuerza ejercida. Ignoré el dolor y seguí hacia delante.

No me gustaba nada esto así que empujé mi pie contra el acelerador, pasando los semáforos en rojo. Miré la hora en mi reloj de mano y apreté los dientes.

Salimos de la ciudad, estuvimos conduciendo por alrededos de hora y media. Blade me envió la ubicación y llegamos a una enorme mansión protegida entre los árboles y algunas colinas. Rodeamos el lugar apenas bajamos, mis hombres armados cubrieron cada punto de ingreso o huida. De hoy no iba a pasar esto.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora