|| Capítulo 73 ||

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Ebriedad, celos y lado malo.


Khan.

Mis puños destrozaron el rostro del sujeto que sostenían mis hombres, era mi saco de boxeo, pero ni siquiera servía para eso cuando no pudo resistir mi tercer golpe. Maldito marica, yo creo que hasta la cría era capaz de soportarlo.

Mark me miró con los ojos hinchados y lo tomé del cabello, haciendo que mire Ben casi muerto.

—Soportó tres golpes, ¿cuántos soportarás tú?

—Esa sonrisa va a durarte poco, malnacido, no sabes con quien juegas —escupió sangre y me limpié las manos.

—A ese bastardo huérfano lo conozco desde que tengo memoria, se cómo piensa, sé cómo se mueve, porque está usando las mismas tácticas que Evan cuando me enviaba a hacer algún trabajo sucio —escupí, se creía inteligente y solo era una rata que se mantenía oculta en las alcantarillas, e iré por cada una de ellas para cazarlo.

Me miró horrorizado y eso si ameritó que le sonriera, me daba satisfacción que crean que van por delante de mí, pero solo les hacía creer eso.

—Tíralo a la basura y a él déjalo agonizar un poco más —le dije a mis hombros, Ben ya había pasado al siguiente mundo, solo quedaba ver lo que resistía Mark —. Cortarle la polla lo hizo más marica de lo que ya era al parecer.

—Ella te importa y mucho, y es por ahí por donde Elián irá —escupió Mark, me limpié las manos, mirándolo de reojo —. Caerás, Khan, quizá no hoy, ni mañana, pero lo harás, y te joderá.

Le pateé las costillas y se quejó de dolor.

—Ya me he caído antes y cada vez que me levanto es más fuerte, así que cierra la boca —le puse el trapo mojado con el que me estaba limpiando las manos en la boca.

—Señor, alguien entró a su oficina —me avisó uno de mis hombres, salí del sótano y tomé mi arma, subiendo las escaleras.

Ese imbécil se creía que podía atacarme en mi territorio, era un bastardo que nunca aprendió nada de su padre.

Entré a mi oficina y vi a alguien de espalda a mí, metido de cabeza en mi caja fuerte.

—Suelta todo lo que tengas y voltea —un tiro rebotó a su lado y giró rápidamente hacia mí, bajé el arma al ver a Kassia —. ¿Qué mierda haces aquí, joder? —gruñí —. Salgan.

Mis hombres se fueron y cerraron la puerta, miré a la cría, había venido al natural, sin peluca ni nada, solo llevaba una capucha puesta.

—¿Eres siquiera consciente que pude matarte? —le grité, ella no se inmutó.

—Si, me da igual —bufó, quiso salir y la jalé del suéter, empujándola a un lado.

—¿Cómo mierda abriste mi caja fuerte? ¿Qué mierda buscas?

—Algo de Elián, ya que no me quieres dar información debo buscarla por mi cuenta —manoteó mi mano cuando empuñé su suéter.

—Llegas demasiado lejos, cría, y me tienes cansado con tu comportamiento de mierda —guardé el arma en mi cinturón y la tomé del cuello, tomó mi mano, tratando de soltarse cuando la sostuve con fuerza —. Te comportas o te juro que la pasarás peor que esto. Mira a que territorio te metes.

—Me estás...asfixiando —se quejó, la solté y le di la espalda, guardando mis cosas. Ella tosió un par de veces, mirándome mal —. Animal, fuiste hecho por dos malditos animales, imbécil de mierda.

—Lárgate de aquí, ya bastantes problemas me trae tu persona.

—Bla, bla, bla, sólo mátame y acaba con esto, con mi agonía también —se arrojó a el sofá más grande, sin intención de obedecer la orden que le acabé de dar.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora