|| Capítulo 64 ||

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Una mujer hermosa y peligrosa.





Salí de la casa presidencial después de estar todo el jodido día en mis cosas; cansada y agotada. Las campañas de los candidatos me hastiaban, en especial la de Ronan. Que Lorey y Lilly se pavoneen en cada rincón como niñatas, queriendo llamar la atención de Khan me daba dolor de cabeza, además de vergüenza ajena.

—Kassia —rodé los ojos cuando con el pensamiento atraje a Lorey —. Espera, niña.

—Si, soy una niña, con quien quieres pelear y competir todo el jodido tiempo —bufé de mala gana, estos días no me la he pasado de la mejor manera, y en serio que mi temperamento podía ser cambiante —. No me hables, no me interesa interactuar contigo, aquí ni en ningún lado.

Me tomó del brazo y le di una bofetada que hizo que los papeles que llevaba en sus manos cayeran al suelo.

—Perra —gruñó.

—Y de la mejor raza, maldita —escupí.

—Te vas a arrepentir cuando Ronan gane, de eso voy a encargarme yo.

Sonreí ante tal idiotez.

—¿En serio, Lorey? Ni estando en el segundo puesto más alto de la política podrías generarme miedo —me burlé.

Subí a la camioneta y masajeé mis sienes. Solo verla a ella y a su equipo me daba migraña, pero creo que esto era más literal que metafórico. No me he cuidado como debía, el brazo no lo he mantenido en reposo, más el bruto de Khan que me jala del brazo como si fuera una muñeca de trapo.

Llegué a casa de mi padre y subí a mi habitación, me quité la gasa de la sien herida, el corte del mango del arma iba a dejarme una leve cicatriz.

Maldito Ronan, me las va a pagar algún día. Cada golpe que me dio se lo devolveré con el mayor de odio.

Lavé la herida con el jabón que los doctores me dieron e hice una mueca de dolor, ya faltaba poco para que se cierre, pero debía seguir las instrucciones y pasarme este jabón cuando me duche o cada mañana.

Tomé mi móvil y le marqué a Gerry, pero el maldito rechazaba mis llamadas. No iba a quedarme de brazos cruzados viendo como traficaban a las chicas como a vacas.

Khan podía evitarlo, podía hacerlo, pero él solo pensaba en sí mismo.

Me puse ropa de chándal y tomé una de las pelucas que tenía en mi habitación; roja. Tomé unas gafas de sol pese a que era de noche, y me salí hacia el club.

—Señorita, el señor Khan nos ha prohibido traerla por aquí —dijo el piloto, pero bajé de la camioneta y corrí antes de que me atrapen. Entré y caminé a paso rápido.

Vi de reojo a las mujeres sobre el escenario, habían muchas más chicas, y muchos más compradores. Los miré a todos, memorizando poco a poco sus rostros.

Caminé por el club infestado en personas, encontré a Karol a lo lejos, bajaba de la oficina de Khan.

—Oye, Karol.

—¿Kassia? ¿Qué haces aquí? —me abrazó y sonreí —. Deberías irte y dejar este rubro. Hay más compradores y las reglas se modificaron para las chicas. Que nadie te vea, vete.

—¿Khan puso estas reglas?

Miró hacia los lados de reojo y luego a mí.

—No, él no se mete en eso. Creo que fueron sus socios, no estoy segura —respondió.

—Hola, preciosa —un sujeto se acercó detrás y le dio una palmada en el culo a Karol, rodeándole los hombros desde atrás. Ella se sobresaltó y me miró de lado, indicándome con la mirada que me fuera —. ¿Quién es esta hermosura?

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora