Fuera del hospital y pelea.
Desperté adolorida, en el hospital, el olor a medicina era asqueante y por eso quise ponerme de pie para irme, pero una mano empujado mi cabeza no me dejó. Alcé la mirada y vi a Elaine.
«Tenía que ser ella»
—Tú te quedas ahí.
—Apesta a medicina y odio la medicina —manoteé su mano y me puse de pie, pero el tirón que me dio la herida de mi abdomen me detuvo.
—Terca que eres, Kassia.
—¿Qué hora es? —le pregunté.
—Pasada las cinco de la mañana. Estuviste inconsciente algunas horas, la bala te rozó pero el dolor te dejó inconsciente —explicó —. Te traje ropa, fue difícil entrar el penthouse porque el ogro de Khan me detesta. Pero pude escabullirme con ayuda de una de las empleadas.
Me señaló la ropa sobre el sofá y me fui al baño para vestirme. Vi la venda alrededor de mi abdomen, cuando me incliné para ponerme el pantalón de chándal una punzada me hizo apretar los dientes.
Salí del baño y solté la bata del hospital con hastío.
—Quiero largarme de aquí ya —le dije a mi mejor amiga, tomé mi móvil sobre la mesita a un lado de la camilla y miré a Elaine —. Y como lo evites, mi navaja encontrará tu lengua.
Alzó las manos en el aire y salió conmigo de la habitación. Vi a mi seguridad en la puerta y en la sala de espera.
—Joven, no se puede ir si aún no le han dado el alta —una enfermera se interpuso en mi camino y bufé.
—Ya estoy bien, quiero irme a casa.
Buscó ayuda en mi seguridad, pero ellos no intervinieron en eso, y así mejor, no estaba de humor como para entrar en discusión.
—Déjela, firmará por su cuenta, ella ya es mayor y sabe lo que hace—le dijo Elaine, la enfermera la miró de reojo y suspiró. Me trajo la planilla y la firmé, me dieron unos medicamentos para el dolor y salí del hospital —. Eso sí, si te duele algo, te manejas sola. Terca.
Me encogí de hombros.
—Para eso está mi mejor amiga, para socorrerme, ¿no?
La codeé y bufó. Sonreí de lado, el dolor se expandía lentamente por mi cuerpo y creo que era porque la anestesia se estaba yendo.
Subí al auto de Elaine y me llevó al penthouse.
—Que esposo tan encantador tienes, trabajando estando tú así.
—Entiende de una vez, Elaine, Khan y yo somos esposo por contrato, no me importa él ni a él le importo yo, fin.
—Para ser que se odian se la pasan bien —chasqueé la lengua y se rió —. ¿Quieres desayunar algo o te sientes muy mal?
—Podemos comprar algo e ir al penthouse.
—Khan me sacará a patadas.
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Dulce Condena [+21]
Science FictionÉl era una bestia. Ella era un castigo. Khan Wagner no era bueno. No era el tipo de hombre al que deberías acercarte para algún tipo de relación. Era sádico, frío y perverso. No le importaba el bienestar de nadie más que el de sí mismo. Líder de lo...