|| Capítulo 7 ||

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Bajo su poder.

El silencio sepulcral que me recibió apenas entré a casa me dio escalofríos y ganas de darme la vuelta para poder largarme, pero no lo hice, seguí, avancé hacia mi habitación. No quería ir más allá, no quería ni tenía la fuerza de avanzar a la próxima habitación.

Me dolía el corazón, y dudaba que pudiese resistir este mundo cruel sola. Enfrentarlo no me daba miedo, pero siempre estuvo mi padre conmigo, a mi lado, acompañándome. Lo había perdido y con él mi guía a mi futuro, no podía seguir si no estaba a mi lado.

Una ducha de agua caliente calmó mis nervios pero no mi corazón. Me ahogaba siquiera pensar en la idea de lo que vendría de ahora en adelante, teniéndolo a Khan de tutor. Mi vida iba a ser un jodido infierno.

Soy consciente que Evan Roger no crió a una maldita niña débil, pero en este momento no me sentía fuerte.

Me acurruqué en mi cama, cansada, sin ganas de hacer nada. No he comido nada en todo el día y tampoco tenía hambre, solo quería dormir hasta el año entrante.

Mis ojos se cerraron presos del cansancio, pero desperté cuando las pesadillas me abarcaron. Llevé una mano a mi pecho, mi corazón latía con fuerza, sentía que se me saldría en cualquier momento.

Encendí una lámpara y mi susto fue el doble cuando vi una silueta justo en el sofá de al lado de mi cama. Khan. Llevaba un iPad en la mano, pero apenas se percató que estaba despierta, alzó la cabeza.

—¿Qué haces en mi habitación?

—No soy de los hombres que dejen pasar las cosas que le estorban —se puso de pie y lo seguí con la mirada. Con él me di cuenta que necesitaba buscar salidas rápidamente o me atraparía —. Y en este momento hay una piedra en mi zapato de la cual me quiero deshacer.

—¿Crees tener el poder sobre mi? —me reí —, solo eres un maldito bastardo, y si crees que vas a tener un mínimo de dominio sobre mi persona, estás más que equivocado.

—Lo tengo, tengo el poder sobre ti, con o sin papel de por medio, puedo tener el poder —se detuvo cerca de mi cama y empuñé las sábanas con molestia, la ira que tenía acumulada en mi cuerpo hacia su persona era inmensa y en cualquier momento la soltaría.

—Si eso te hace más hombre, pues andando, mándame que yo también te mandaré, pero al maldito infierno —me le fui encima con un bolígrafo que pude agarrar de mi mesita de noche, quise apuñalaron y me empujó contra el suelo.

Mi espalda golpeó la alfombra, el bolígrafo cayó lejos de mi y me removí cuando me tomó con fuerza de los hombros, poniéndome de pie después de darme contra el suelo.

Jamás había peleado tanto como con este sujeto, era solo verlo a la cara y lo odiaba.

—Quítame tus mugrosas manos de encima, animal —pataleé como demente, me empujó contra la cama de espalda a él, llevó sus manos a mi cabeza, queriendo ahogarme.

—Te mataría, maldita cría —gruñó, le di con el codo y tomé una bocanada de aire, me alejé de él apenas se recuperó, retrocedí en la cama, me tomó del pie y jaló de mi, se me subió a horcajadas, aprisionandome contra su cuerpo.

—Suéltame, no me gusta...

—¿Qué? —me tomó del cuello y pataleé —. ¿Ésto?

—Tu cercanía, la odio.

—Pues haré que me odies más, cría insufrible.

Llevó sus manos a mi cuello y cerró sus dedos entorno a el, dejándome sin acceso a poder respirar. El aire comenzó a faltarme y apreté los dientes, tratando de soltarme de su agarre pero no podía, me estaba matando el maldito hijo de puta y no parecía importarle.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora