|| Capítulo 75 ||

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Negaciones y conversación cara a cara.




Empujé el saco de boxeo con fuerza, golpeándolo. Había abandonado el entrenamiento un poco después de todo lo que ha sucedido en la presidencia y en mi vida en general.

Por eso opte por meterme en el gimnasio del penthouse y ponerme a entrenar un poco. Estaba sola y es algo que disfrutaba.

A Khan no lo he visto hace unos días ya que al parecer tuvo algún problema en el club y se la pasaba ahí, cosa que me agradaba. Necesitaba aclarar mis estúpidas ideas.

El sudor me recorría el rostro y nublaba mi vista, había comenzado a entrenar hace alrededor de tres horas y no me he detenido. Mis dos problemas mayores eran Elián y Benjamín, ambos se mantenían ocultos y espiándome, pendientes a mí.

Necesitaba debilitarlos, y la debilidad de Benjamín estaba en las manos de Khan. Tal vez lo que me haya dicho de Elián pueda funcionar, así que hallar un paradero iba a ser algo complicado, pero iba a indagar a fondo.

Me limpié el rostro y apagué las luces del gimnasio, metiéndome a mi habitación para darme una ducha de agua fría. Salí con el móvil en la mano, tecleando algo.

Oí las puertas del ascensor ser abiertas y vi a Khan entrar envuelto en sangre, fumando un cigarrillo. Se quitó la gabardina y me miró de reojo. Si preguntaba seguro iba a recibir una respuesta nada grata, pero era claro que esa sangre no era suya.

—¿No estás curiosa de que la sangre pueda ser de tu prima? —bufó, me tensé de pies a cabeza apenas soltó tal cosa.

—¿Qué le hiciste? La necesito viva, Khan —gruñí.

—Aún nada, la sangre no es toda suya —arrojó el cigarrillo y se quitó el blazer, vi una herida en su antebrazo —. Tampoco toda mía.

—¿De quién es entonces?

—Algunas gotas si son de tu prima y el resto de unos cabrones que trataron de matarme, para variar —se fue a la licorera y arrojó el cigarrillo al suelo, pisándolo. Se bebió su trago de whisky en un sobro y luego otro, seguido de tres más.

Me sorprendía la capacidad que tenía para no embriagarse, pero si mal no recuerdo sus palabras; se ha puesto cosas peores en el cuerpo y podía hacerme una idea de a que se refería con peor.

Las gotas de sangre de la herida de su brazo goteaban en el suelo, pero a él parecía no importarle en absoluto que estuviese herido. Me pasé una mano por el rostro, frustrada.

Me fui por un botiquín de primeros auxilios en la cocina, aquí en este penthouse había por doquier de estos. Me miró de lado cuando le señalé con los ojos el sofá, no era un hombre de obediencia ni más, pero milagrosamente, se sentó, dejándose quitar la camisa.

Pasé por alto su torso lleno de tatuajes y bien trabajado. Bien, no lo pasé nada por alto. Maldito subconsciente.

—¿Qué le hiciste a Ava?

—Fui a darle una visita, así como su padre me la dio en el club —se encogió de hombros y siguió bebiendo mientras trataba de quitarle la sangre de su herida con alcohol. Sus músculos se tensaron y me centré en curarlo bien.

—¿Y qué si te siguió a donde la tienes?

—No soy un imbécil, llevo años en este rubro como para saber como moverme, y como piensan los demás —se jactó con desinterés. Apretó los dientes cuando rocé su herida con mis uñas, enredé la gasa y lo miré.

—Después de que te duches te pondré la venda para que ajuste bien —me puse de pie y me jaló de la muñeca contra su torso, la sangre de su ropa manchó la mía y mi barbilla —. No...Khan, no hagas eso. Tienes un serio problema con la sangre.

Dulce Condena [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora