〔 O3 〕

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Esa noche en la que Bella se dispuso a dormir para estar bien al día siguiente, la husky siberiano con mucha cautela olfatea el ambiente en general en busca de cualquier aroma desconocido que pudiera dañar a su luna, pero mientras más pasaban los minutos no encontraba ningún peligro, por lo que se un tirón simula que va hasta el piso de abajo para tomar agua pero en un pestañeo desaparece y aparece en el patio trasero. Jonas la observa con una ligera sonrisa al verla bostezar y desperezarse hasta que una tenue luz la cubre lo suficiente para hacerla borrosa ante su vista y dejar a relucir la silueta femenina de hace unos años atrás sin siquiera envejecer, aquel cabello albino con ojos cristalinos y azules como el cielo despejado.

-Ugh, demasiado tiempo en un sola posición -se estira y cruje levemente su cuello y hombros.

Jonas la detallaba tan atentamente sintiéndose un ambiente de júbilo y añoranza, melancolía incluida mientras observaba que el cuerpo femenino seguía estando igual en la parte superior y el notable atributo masculino en la parte inferior. Se inclinó con gracia y respeto de rodilla ante su alfa al verla recomponer su postura tranquila, segura y seria.

-Bienvenida, Alfa.

-Gracias, Caballero O'Reilly.

Sonríe dulcemente la albina que delicadamente se inclina ante su beta, y toma su rostro entre sus manos.

-No hace falta que se arrodille ante mí, Beta Jonas. -suavemente fue mirando aquellas semi oscuros, cabello rojo y piel casi tan pálida como la nieve.

El hombre apoya una de sus manos en la de la albina, la mano derecha, mientras le sonríe también, pero niega ligeramente. Causando que el ceño de la albina se frunza.

-Usted siempre merecerá respeto para mi. No puedo dejar mi formalidad por ser su beta, soy parte del pueblo y estoy a su merced, alfa.

Las palabras del hombre que parecía de 38 años físicamente, la hizo suspirar pero igual deposita el beso de saludo y cariño en la frente que solo da a sus seres queridos más allegados.

-Me alegra que nada haya cambiado por nuestra distancia, he de admitir que me preocupaba que la confianza en mi empezaba a desaparecer.

-Si será usted tonta. Nunca se podría romper la unión que por derecho, posición y cariño nosotros tenemos. Soy y seré su mano derecha, mejor amigo hasta que la muerte nos separe. -setencie con firmeza pero cerrando los ojos ante el disfrute de la temperatura cálida y fresca que siempre poseían aquellos labios.

La sintió volver a pararse, mientras el también la seguía, para luego ambos sentarse en las escaleras de la puerta trasera de la casa de Charlie. Ambos quedaron en un silencio cómodo observando la noche tan tranquila, se escuchaban las caminatas de los lobos que hacían sus rutinas de patrulla.

«¿Ha habido alguna incomodidad interna en el pueblo?» preguntó Leongina, por medio de la conexión mental de alfa y beta.

«De vez en cuando, lo típico a decir verdad. Algunos jóvenes dudando del esfuerzo que hacemos por que el pueblo tenga lo necesario, llevando a protestas para que se mejoren las instalaciones y traigan gente extranjera solo por su simple aburrimiento. Aunque los padres y más ancianos no tienen queja alguna, solo que se preocupan mucho por su falta de forma presencial en el pueblo.» contesta mientras se rasca ligeramente una de sus cejas.

«Ya veo. Al menos por el momento podré volver a mis habituales obligaciones, ya no estoy lejos del pueblo, ya he arreglado con algunas manadas externas para que nos visiten y tal vez dejen alguna sucursal de sus empresas nativas por nuestras tierras, tal vez aquello aminore la exigencia en los jóvenes.» comenta mientras sus dedos índice y pulgas acarician el punto centro de su nariz y unión de ojos, quitando lagañas. «No podemos permitir que personas extrañas peligren sus vidas, o que otras razas lo hagan. Aunque los Vulturi han estado calmados desde la última vez que estuve en sus tierras» comenta pensativa, aunque varios estornudos se le escapan sin poder evitarlos. Logrando que parpadee varias veces, y el hombre la abrace al notar que aún no estaba en su temperatura normal, y a consecuencia sus alergias se manifestaban.

«Gracias...»

«No hay de que, Alfa.» añade su beta mientras intenta transmitir la temperatura correcta a reina«A todo eso, debo decir que hace unos años una familia de vampiros se han establecido en uno de nuestros bosques. No son vampiros comunes son los que se hacen llamar vegetarianos, los estuvimos vigilando durante bastante tiempo y no nos han causado problemas.»empezó a decir Jonas, mientras sentia que la albina recuesta la cabeza en su hombro izquierdo, escuchando atentamente.

«Los vampiros animavoros, me sigue sorprendiendo que los Vulturi no hayan corregido la manera en la que se clasifican, pero he de suponer que tienen cierto conflicto con ese clan.»reflexiona la Alfa,«¿Tratado? ¿Van al instituto o trabajan?» pregunta seguidamente.

«Tienen un tratado con los Quileute. No se les permite pasar a la Reserva ni tener acceso a la Push. A nombre de Ephraim Black se realizó, aun quedan legados de aquel linaje.»piensa Jonas.

«Lo se, el pequeño Black ya esta bastante maduro. Me hubiera encantado si sus genes de lobo hubieran despertado. Me apena verlo estancado en esa silla de ruedas» piensa con tristeza ante aquel hecho, y muy a pesar que se pusiera en sus zapatos, no lo iba a cambiar. Hace mucho tiempo, le informaron lo de su esposa y que esto lo concebía como castigo por no haberla cuidado.

«Tranquila, esa es parte de las decisiones Quileute, no podemos hacer más que aconsejar. Después de todo, no siempre se puede romper reglas para arreglar traumas, ¿no?» dice intentando animar a su alfa al olfatear la tristeza en ella«Por otro lado, los hijos del Clan Cullen si estudian en el Instituto de Forks, pero los padres Carlisle y Esme Cullen si trabajan. El patriarca del Clan es el mejor médico de nuestro pueblo, mientras que la matriarca es la mejor diseñadora de interiores y tiene una pequeña floristería en el centro.»

«Entiendo» se expresa Leongina.

«¿Algo más mi alfa?» pregunta dudoso al verla tan pensativa.

«Mandaremos a Chelo que custodie el aroma de mi luna.» sentencia seriamente mientras mira hacia arriba escuchando los latidos de su luna, y el amanecer casi por anunciarse«mi luna ya te vio, no puedo mandarte a simular cursar el año con ella, levantaría sospechas» añade al verlo fruncir el ceño.

«Lucas Marchelo, es uno de los guardianes de tu custodio y entrenador de tu próximo escuadrón de protección. ¿Estás segura?» dice algo celoso, no le gustaba sentirse así pero ese compañero tenía también un lugar muy especial en su Alfa.

«Salir de su trabajo a ser niñera no le hará gracia, pero se que no se negará. Después de todo, cuidar a mi luna no es un camino fácil y lo haría yo... Pero debo tratar con ese Clan lo antes posible, si no lo hago, no nos beneficiaría en algo tenerlos» añade para tranquilizar a su beta.

«Bien, pero iré con usted a esa reunión. No la dejaré desprotegida.» afirma Jonas.

«Lo sé, mi fénix gruñon» bromea con una mirada divertida la albina para luego tomar la forma habitual del husky siberiano.«contacta con Chelo y que a primera hora se reporte aquí. Arreglaré las cosas con ella para ningún problema» anuncia para luego desaparecer de la visión del beta.

Pará luego aparecer en la habitación de Bella, subir con cuidado a la cama y acostarse cerca suyo, siendo así como por reflejo su castaña se relaja, acariciando su cuerpo con cariño mientras sigue entre el mundo de los sueños. Dejándose llevar también a aquel lugar.

Mañana sería un día bastante ajetreado.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora