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Diciembre, 1989.
Forks, Washington.

Reneé y Charlie observaban con atención la interacción de la joven albina con su pequeña bebé, quién por reflejo gritaba y se emocionaba al estar jugando con el Alfa. Isabella Swan hace poco había cumplido sus dos años, y en esos cortos años habían podido ver como la joven sonreía tiernamente al hacer kureko gua a la bebé de cachetes regordetes y aquellos ojos marrones que se iluminaban al verla.

—Es evidente que mi niña es feliz junto a ti, no lo puedo negar. —comenta a regañadientes, no pudiendo negar lo inevitablemente visto.

—Sé que vernos públicamente juntos en esta edad será un problema, pero le tengo un plan que proponerle, querida Renée y Querido Charlie —comenta la de ojos claros, tras besar la frente de la niña de dos años, que había perdido interés en todos por el peluche de lobo blanco, abrazandolo y contando secretos casi imposibles de entender para un lenguaje adulto.

—Le escuchamos...—contesta Charlie por los dos, mientras estaba atento a la mirada seria del albino.

Ambos humanos sabían cuán importante era aquella persona con género masculino y aspecto similar a la de una mujer. Sabían que era el protector de Forks, una figura muy importante en todo el pueblo.

—Existe casos como el mío, donde la mate o Luna son bebés aún, muchos lobos exigen que la bebé no se separe del territorio de la manada, pero yo no soy similar a esos gustos cavernicolas. Por lo que les ofrezco el siguiente plan: tomaré la forma de la super mascota de mi luna, seré quién este a su lado en cualquier momento, tendrán todos los permisos necesarios adjudicados en una carpeta en el caso de que exijan un justificativo para que mi Luna esté sin mi, mientras sea necesario estaré a su lado como un husky albino, hembra de preferencia. Me ganaré el amor y cariño, confianza de mi Luna con tiempo y esfuerzo humilde.—explica el Alfa mientras sonríe al ver a su luna de dos años ya dormida abrazando a su peluche tierno.

—¿Y si pregunta de dónde vino la cachorra?—pregunta Charlie.

—Le dirás que se lo regalas para que nunca quede sola, un regalo que venga de tu corazón. Le prometo con mi vida que la protegeré, cuidaré y amaré querido Charlie. —contesta con toda la determinación posible.

—Bien... Improvisaré con eso. ¿Pero cuando lo harás?—pregunta Charlie.

Leongina alza suavemente a su Luna en sus brazos y la niña pequeña la abraza, respirando profundo y sonriendo inconscientemente ante su aroma.

—Prepararé los documentos, ordenaré algunos asuntos en mi manada. En cuatro años asumo que podré tomar el plan en marcha, pero por ahora es muy difícil dejar todo por esa decisión.—contesta Leongina mientras sube a su Luna a la cama cuna con vallas deslizables, su pequeña era muy inquieta al dormir.

—Descansa super, mi pequeña Luna.

Susurró dulcemente al acariciar su suave mejilla de infante. Bajo las escaleras y se encontró con el matrimonio joven, viéndolos preocupados por su niña.

—He escuchado rumores de que muchos peligros te cazan. ¿Cómo voy a poder confiar en usted? ¿cómo podra cuidar a mi bebé si están tras usted?—exigió saber sobreprotectora Renée.

—Comprendo totalmente su angustia. Hasta mi propia madre tuvo esos cuestionamientos hasta su último aliento, no puedo prometerle que no habrá ningún problema en ese sentido. Pero tanto ustedes como padres, familia de mi Luna y propiamente ella, no serán dejados sin protecciones. —contesta con una severa paciencia y comprensión, aunque la amargura se percibía en su tono de voz ante la mención de su progenitora.

—¿Cómo?¿Cómo nos podría proteger usted? Si no está usted o su guardia cerca, ¿Cómo podría auxiliarnos si estuvieramos en peligro?—preguntó sin siquiera darle el beneficio de la duda.

Charlie entendía a su mujer, sabía que su única hija podría estar envuelta en peligro, pero sabía que no estaba en malas manos. Mil quinientas veces, el Alfa lo había salvado y enseñado, hasta hecho confiar con sus acciones humanitarias por más que fuera juzgada por su condición.

—En eso, me encargaré yo. Urana Ginonix, soy la bruja y hechicera de la manada, les pondré un hechizo y un amuleto para protegerlos de cualquier enemigo sobrenatural. —contesta una mujer de unos 40 y tantos años.

—¿Y qué hacemos si se rompe?—pregunta Renée sin tener fé en ellos.

—No podrá, el amuleto tiene un hechizo aparte de irrompibilidad y duración eterna. El hechizo reaccionará inmediatamente ante el peligro de su sistema, de impresión emocional o si percibe una agresión física sobrenatural. —comenta Urana, mientras se mantiene a un lado del Alfa.

—Tomen, es impermeable. No tendrán sobrecarga ni serán contaminados por nuestra naturaleza sobrenatural, seguirán siendo los mismos solo que con protección de máxima seguridad ante la vista de cualquier enemigo. —comentó mientras les pasaba un brazalete varonil para Charlie y collar sencillo para Renée.

—¿Sirve también como gps?—pregunta intrigado Charlie, mientras se lo colocaba en la muñeca derecha.

—Si es necesario, si. Con ayuda de otros artefactos los puedo encontrar si llegarán a extraviarse en el bosque. —contesta Urana divertida por la curiosidad del sheriff.

—Vaya, piensa en todo. —alagó maravillado, mientras se acerca a su esposa— Cariño, estamos en buenas manos, no seas tan gruñona y desconfiada. Esto es lo mejor para nuestra pequeña Bella.

Siendo así, cómo en aquel año, Renné no estuvo tan contenta porque aquel Alfa le había callado la boca, sin embargo, años después esta se terminó divorciando al cumplir Bella los seis años. El mismo procedimiento de protección incondicional se realizó con los esposo y ex-esposos de la alocada madre arisca, aunque claro, en cuanto la mujer se olvidaba de aquellos hombres, el brazalete desaparecía sin aviso ni demora.

Solo la magia de Urana funcionaba cuando los protegidos eran familia por conexión de los Swan y Ginonix.

//¿ustedes también serían así de ariscas y desconfiadas como la madre de Bella?

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora