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Leongina caminó junto a Yiara a una distancia prudente para el oído humano de Bella y los micro desarrollado sentidos auditivos que la marca daba en ella, para poder lanzarse en su forma lobuna para comer el venado tal cual se encontraba en ese estado animal. Rasgar el pelaje, la piel y la carne divertían al instinto animal salvaje del lobo interno. Muy poco importaba ya marchar su pelaje albino con la sangre, debido a que nadie podía evitarlo por mas que se intentara negar algo iba a mancharse con aquella sangre animal.

—Sé que no es buen momento para acompañar tu aperitivo con una conversación, pero necesito aclararte algunas cosas, Alfa. —dice Yiara mientras se masajea sus hombros, que previamente habían estado cargando el peso del venado de complexión adulta.

El lobo de ojos amarillos la mirada entre los desgarros del alimento entre sus fauces, para luego seguir concentrada en estos. Aquella mirada había sido una aceptación, si hubiera sido un gruñido había indicado la negación de dicha conversación.

—Los nómadas han estado atacando gente al límite de Forks, están jugando con nuestros puntos ciegos. —informa primeramente mientras recuerda haberlos casi atrapado la semana pasada, pero siempre terminaban en el limite de los Quileute, y esa zona sin su Alfa no podía pasar.— Lo segundo, creemos que buscan al compañero que usted entregó al Clan Denali.

La respiración del lobo se empezaba a ahondar con cierta impaciencia, el baho se empezaba a notar en el ambiente pero este no dejaba aun de comer, al parecer si que estaba hambriento debido a que ya iba acabando con dos muslos del venado.

—Sé que dirás, que incompetencia. Pero debes recordar que aun tienes pendiente visitar Volterra y hablar de este tema con ellos, para proceder con su exterminación. —comenta Yiara, incomoda ante la silenciosa pero amenazante actitud de su alfa.

«No lo iba a decir... Solo ya estoy cansada de ese asunto.»se comunica por telepatía Leongina.

«Yo s...»iba por intención Maxam, pero se atora con un trozo de carne.«cof..cof»

«Ups, ¿Ibas a decir algo, querido Maxam?»comunica Leongina con cierta suspicacia en el tono de voz mental.

Maxam había entendido que aquello había sido un explícito: “cállate”, por lo que siguió comiendo obediente a su querida y amada, pero muy en el fondo resentido hacia su Yin.

—Bien... Por lo demás, perdona a Luca. Se que no me corresponde decirlo, pero sabes que el tema de sus almas fusionadas en algún momento deberá suceder y para ello, deberás preparar a la Luna para ese cambio. —se enfrenta Yiara ante aquel tema delicado, sabía que no la matarían pero sin duda era algo que no gustaba charlar.

Se lo había confirmado por las garras que se incrustaron en el venado y las fauces hincando y destrozando el venado en partes desgarradores para la vista humana, pero normal para la visión salvaje de un lobo hambriento.

Solo que en esta ocasión, Maxam y Leongina habían pagado su molestia con su alimento, magullandolo un poco.

«Es un tema muy propio mío, no se realmente ni cómo se hará aquel tema, y ya queréis vosotros apurarme. Ya sé cuando se efectuará el enojo de la Diosa Tierra, y falta mucho para ello, estamos a 2006. Por la Diosa Luna, ¡No se metan!»gruñó Leongina.

Maxam sabía que su Yin tenía el mismo sentimiento y emoción compartido con aquella misión para el que fueron encarcelados en un mismo cuerpo.

—Soy tu guardiana, es mi deber guiarte, protegerte y...—dice Yiara, inaccessible ante el rechazo de interes de su alfa por el tema, viéndola con expresion seria y apretando los nudillos.

«NO NOS IMPORTA ESO. CREES QUE NOS GUSTA SER ATOSIGADOS POR ALGO QUE YA SABEMOS. CARAJO. YIARA AHORA NO QUEREMOS HABLAR DE ESTO. JODER» ambas almas gruñen a la vez tras terminar la carne del venado, dejando algunas secciones para otro lobo, capaz para los cachorros de la manada, el apetito ya se le había pasado.

—¡Pero!—Yiara no quería ceder, si no era ahora, ¿Cuando sería que hablarían?

El lobo ofuscado por la molestia que iba creciendo en su pecho, al igual que el miedo que le causaba el hecho, hizo que la puerta trasera de la cabaña de los Swan se abriera de golpe.

Mostrandose a una castaña toda agitada  que se agarraba el corazón con angustia y preocupación, buscando entre la lejanía del bosque a su albina.

—¡Leona!—exclama Bella preocupada.

Yiara salta en su sitio al ver como el gran lobo albino la mira receloso con sus dientes afilados en su dirección tras sus fauces semi abiertas.

—Yo...—Yiara intenta remediar lo que había causado.

«Lleva el cuerpo a los cachorros, no deseo verte.»expresan ambas voces, y tras un pequeño torbellino de nieve, el lobo cambia a una figura de mujer.

Tras esto, se limpia con la manga de su suéter la sangre de entre sus labios, para ir en dirección a su luna. Que en cuanto la ve, se acerca y la abraza dejando su mano en el lugar donde el corazón de albina latía con miedo y molestia, siendo reducido a menos tras ese pequeño gesto.

—Sentí... Yo...—balbucea Bella tras sentir como su albina se acurruca a olfatear el cuello y la marca, abrazandola con necesidad.—Tranquila, sea lo que sea que haya pasado... Estamos juntas ya.

Leongina al escuchar las palabras de su Luna las acepta, se quedaría en el presente tanto como quisiera, luego pensaría en ese temor del destino y misión que los habían concebido en esta tierra.

—Gracias...Bells.

Bella sintió un salto emocional en su estomago y corazón, era la primera vez que su albina la llamaba así, sin ser tan formal como siempre lo era.

—No es nada, solo te he sentido.—admite avergonzada.

Sin embargo, su corazón salta de nuevo al sentir las manos de la albina deslizarse por sus piernas y cintura. Ahupandola al estilo princesa.

—Vayamos a comer. —sentencia. Se obligaría a comer, o sino haría preocupar a su Luna.

Además de que se notaba que hasta le había puesto ganas, debido a que olía a recién duchada, su cabello aun estaba humeda, pero ya con su calor tendría en buena temperatura a su Luna.

Una vez entran a la casa, Luca mira a Leongina a los ojos, estos estaban de color ambar. Por lo que había hecho que sintiera escalofríos a muerte.

—¿Y Yiara? Le preparé sandwiches. —dice Luca confundido.

—Llevadlo en una bolsa, fue a la manada. Puedes retirarte por hoy Luca, me quedaré todo el día con mi Luna. Solo requerire a Jonas.—dice Leongina mientras pasa por su lado.

Luca rápidamente acata lo dicho, aunque con un sabor a amargura. «¿Que pasó para tal cambio de humor? ¿Y Yiara?»se preguntaba el pelinegro.

Tras movimientos rapidos, toma lo dicho y se retira. No podría luchar por cambiarle de opinión, su Alfa gritaba en aroma que se retirase a la de ya.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora