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«Realmente no tengo fuerzas para seguir molesta con ella. Ni con ustedes, sí, se que es normal sentir molestias cuando toman compresión de más en una situación que no fue realmente severo»comunica Leongina.

Se encontraba sentada entre esas aguas, cubierta hasta su cintura, mientras miraba el reflejo de ella misma. El hombre Highlander la miraba con una mirada filosa pero muy conforme con lo dicho por ella.

«Siempre debes recordar que ella es tu familia, madre de tu padre. Abuela de ti y de nuestros futuros cachorros. No es alguien externo del cual podrás negar o evitar.»corresponde Maxam.

Ambos podían notar como sus voces unidas transmitían ondas en el agua donde ambos conectaban. Ese era el espacio de la subconsciencia del cuerpo en el que ambos están encerrados.

«No lo niego. Solo que aún estoy aturdida en cómo aún nos sigue tratando como familia, cuando fuimos los responsables de la muerte de mis padres... Ni yo, me lo perdono, ¿Cómo puede hacerse con esto?»se debate Leongina muy exceptica.

«No fue tu culpa, fue mi despertar lo que ocasionó que todo se fuera en picada. Tampoco quería dejarte huérfana, se me pasó el instinto protector hacia ti.»contesta Maxam, entiendo el punto.«Sé que es un evento traumático pero no por eso debes ser tan dura contigo misma.»

Leongina lo mira, tras un microsegundo ambos se encontran enfrentados. La albina de ojos claros toca la mejilla de su contrario, notando como sus intentos por acariciarlo son en vano, ambos se transpasan al no ser seres vivos. Solo se estaban viendo en estado espiritual e intangibles aunque se notara la conexión que compartían.

«Maxam... Los años pasarán rápido y quiero hablar de un tema contigo. No me preocupo por nuestra Luna en estos momentos, porque esta con la abuela, pero quiero tratar un tema serio contigo ahora que estamos insconcientes.»propone mientras ambos se quedan mirando, compatibilizando emtre ellos con solo la conexión de miradas.

El rubio de aspecto Highlander se acaricia la barba tupida y la observa con aquellos ojos dorados. Intrigado.

«Cuéntame, te escucharé hasta el final, querida Yin.»contesta curioso y con una fidelidad impoluta.

Ambos miran como el agua tiembla al mismo tiempo que los labios de la joven mujer albina. El miedo siempre se hacía presente cuando ella iba a confesar lo que tanto ocultaba de todos.

«Gracias...»la mirada fría de la mujer no era porque no sintiera agradecimiento sino que ella siempre había sido inexpresiva a comparación del hombre que la acompañaba.«En unos años tendremos que salir a buscar a Superno, dejar a Bella en manos de nuestra manada... Será un paso muy importante y sé que ser uno mismo traerá grandes cambios a nuestro cuerpo físico por eso es que voy a cederte mi cuerpo estas últimas semanas de octubre. En noviembre buscaremos en luna llena concebir nuestro primogenito y con suerte cuando cumpla 16 años podremos contar con nuestro cachorro para que cuide de su madre.»piensa fríamente la joven frente suyo.

«Así que en esto has estado pensando cuando te pierdes entre tus pensamientos.»contempla totalmente divertido y asombrado para que mentir.«Sabía que no era el único que ya quería tener cachorros, pero nada me iba a preparar para lo que me has dicho, no pensé que planearas todo subitamente. Te subestimé nuevamente, lo siento Yin.» pide disculpas ciertamente avergonzado con las mejillas ligeramente sonrosadas.

Maxam era un gran líder en batalla, pero cuando lo tomaban desprevenido y más en plena estatregia, siempre caía con las mejillas rojas de vergüenza o pena. Este efecto solo le pasaba con su amada Yin, aunque sabía que en algún momento Bella lo pondría en la mismq situación una vez tomara el control, esa pequeña humana podría conseguir todo lo que se propusiera si lo quisiera.

«No me voy a indignar tras tu sincerq reacción. Pero, quiero que seas feliz, no pudimos tener hijos y sé que es una frustración mutua en nosotros. Por eso y más, quiero que todos nuestros deseos se cumplan, cueste lo que cueste. Además, siento que una vez seamos uno mismo, tu ganarás la predominancia de género y yo tomaré el lugar que tenga que ser.»admite Leongina mientras lo mira con cierta angustia.

»¿Que es lo que te tiene tan afligida?»pregunta consternado al verla así.

«Temo perderme en la nada. Nunca hemos estado unidos como un solo líquido, pero sé que lo haremos bien, confío en la mezcolanza que representamos solo... Me da miedolo que he hecho, y desaparezca para ya nunca verte más, se que son miedos absurdos pero no sé si seré tan feliz perdiendome entre un nosotros...»admite tal como una niña al temor de ahogarse en un lago.

Maxam se quedó mirándolo con un golpe directo al estómago, esto no lo veía venir ni siquiera era consciente de ese miedo. Admite que estaba siempre mas al tanto de Bella que de ella, cuando tenían su propia comunicación telepática era cuando se conectaban en comunicación como cuando eran seres individuales. Estaba descuidando a una joven mujer que temía desaparecer en un olvido, donde ella parecía tener madurez para ciertas cosas pero así como ambos amaban amar a una persona, vivir la vida y tener familia, una manada y amigos, también tenía sus propias luchas internas que la hacían ver débil.

«Seremos uno, Yin. No vas a desaparecer, estarás conmigo, ni tienes porque temer desaparecer, estamos en esto juntos.»trata de decir, intentando recomponerse de la cruda verdad suya al estar siendo egoista ante ese futuro le otorgaría a él y su compañera de vida.

«No eres egoísta, siempre has sido el lobo interno espiritual, solo pudiendo ser un lobo en terreno físico. Sé que debo ser fuerte y aceptar mi destino, ceder a lo que deberás ser y vivir, pero... No escuchar su llamado, no sentir como me fue amando... Va a ser duro, he sido muy egoista yo misma contra ti, esto no puede seguir, ¡Lo sé!»admite mientras se abraza a si misma. Por sus ojos resbalan lágrimas y sonríe con ironía.«No debí decirtelo, debí callarme y seguir resguardando mi miedo. Tu no has tenido ningun problema, todos te aman a ti Maxam, y eso nunca ya a cambiar.»

Maxam trató de acunarla, pero ella se había esfumado de entre su gesto protector, huyendo como siempre hace. Arrepintiendose de haber confesado su temor frente a él. El hombre golpea el suelo, gruñe frustrado, esa mujer lo había dejado con mal gusto en la boca y con un pesar que no sería capaz de siquiera exponer.

Debía luchar para volver a hablar así. Pero ya no podría, ya estaban despertando y Bella los observaba tras esa visión borrosa.

—Ya han traído el almuerzo. Te ayudo a sentarte... —dice Bella con emoción y amor expresado en esos ojos castaños.

—Que bien huele. —expresa Leongina volviendo a ocultar su verdadero ser en un campo neutral donde disfrutaría cada segundo de estar a lado de Bella.

—¡Que bueno que a ti también te guste, porque no iba a tolerar que negaras la comida! —confiesa Bella con una sonrisa nerviosa.

—¿Y perdernos la oportunidad de vivir la experiencia de que nuestra Luna nos alimente? ¡eso jamás!—bromea divertida Leongina.

Maxam estaba de acuerdo, no todos los días, su pequeña Luna podía realizar dicha fantasía de ser enfermera para sus Lobos. Leongina no era buen paciente ni muchos toleraba estar enferma, si ella usaba el trabajo y sus obligaciones como excusa de no pensar en sí misma.

Bella se ruboriza al notar el ánimo de su albina tan entusiamado. Aquello tan solo le traía buena vibra a su corazón, si ella estaba mejor, ya era un avance para la pronta recuperación.

Siendo así como las dos disfrutaron el buen almuerzo que constaba de una buena porción de pavo al espiedo con ensalada de papa y ensalada cesar.

Probablemente en la tarde, tocaría la conversación de mil revelaciones. Pero por ahora solo disfrutarían del día juntas, de la comida y de charlas amenas sin ningún drama.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora