〔 O4 〕

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En la mañana Bella se había despertado, hacer una rutina bastante lenta ante la somnolencia matutina que constaba en:

1. Ir al baño a saciar las necesidades.

Esta era principal porque era de beber demasiado líquido en el día. Que si no lo hacía principalmente, su vejiga podría reventar para mal. Al menos así lo sentía.

2. Lavarse los dientes.

Esto ya era punto extra de la rutina.

3. Mirar que su mejor amiga esté bien.

Al dirigirse hacia su husky albina se encontró con que la miraba mucho, hasta que la vio bajar la mirada hasta las patas, mirando una especie de reptil que de ser blanco pasó a verde y para rematar le guiñó un ojo.

No pasó desapercibido la palidez repentina que el rostro de Bella tomó, y poco después las arcadas, que a tropiezos fue al baño a vomitar. Aunque no fue imposible escuchar el gruñido provenir de la canina, logrando que el reptil tiemble ante su aura potencial.

«¿Mi luna? Traigo a Charlie?»dijo Leona por medio de la conexión.

—Ugh... No...

Tambaleante salió del baño con una toalla entre su boca y mano. Aún con estremecimientos.

La mirada de la Husky era bastante insistente, por lo que en cuanto se sentó de nuevo en la cama con la espalda encorvada la vio llegar a ella pasando su pata sobre la rodilla derecha de Bella.

—Leona. D-dime porque hay un... Eso... Cerca tuyo.

«Es complicado pero trataré de explicarte, mi luna. Solo... Solo no te desmayes, va?» correspondió.

—B-bien te escucho.

«¿Recuerdas aquella vez en la que me pediste que ojalá tuviera forma humana?» preguntó a lo que Bella se ruboriza pero asiente«Bueno, no podía hacerlo porque no estaba en mi tierra de origen que es aquí.»

Los minutos pasan mientras Bella digiera las pocas palabras escuchadas en su mente por esa voz que siempre amo y la protegió.

—¿Qué tiene que ver eso con el bicho ese que tienes allí? —dijo Bella confundida, haciendo referencia del bicho al camaleón.

«Mucho. Pero por el momento sólo puedo contarte poco, debido a que aún no tienes la edad adulta para ello, lo que sería cumplir los 19 años. Pero se que confías en mi, y te digo que él no te hará daño, sino que... Te va a cuidar en el Instituto de Forks» admitió mientras la mira tensa.

—Es un secreto... —susurra al comprender lo discreta que era ante el tema —Entonces quieres decir que te puedes transformar solo que aun no es tiempo, ¿pero que el es igual a ti?—pregunta algo mareada Bella.

Ambos animales asienten ante la pregunta, mientras que el pequeño se aleja del almohadón viejo de la albina y se posición frente a ellas en una distancia prudente.

—¿Que está haciendo...?

«El sí se puede presentar como es. Yo no, no hasta que seas legal, mi luna» explica su husky mientras pestañea algunas veces algo adormilada.

—¿Eh?

Pero las palabras quedan allí al ver como el camaleón verde toma una forma humanoide, con ropa e inclinado sobre una rodilla al suelo, como si fuera una reverência real.

—Me llamo Luca Marchelo, y seré a partir de hoy su guardia personal. —dice el joven de cabellos castaños y de apariencia joven, atlética.

—¿Guardia?

—Así mismo, señorita.

—Leona, ¿porque he de aceptar protección? —pregunta inquisitiva.

La perra solo resopla y se recuesta ligeramenre sobre la pierna humana de Bella.

«Solo es para que no vayas sola. No admiten perros. Además, cuando vuelvas de clases te daré más respuestas. Ahora el tiempo no espera y debes desayunar para ir a tu primer día de clases» añade tranquilamente.

Bella al escuchar aquello mirando al chico que parecía bastante sorprendido por cómo ambas se llevan al parecer, pero también se gira a mirar el reloj ambos saltan y empiezan una carrera hacia el instituto de Forks.

—Te aceptaré por ahora. Pero no intentes nada raro.

Advierte Bella aún en desconfianza pero al llegar al piso de planta baja, se asusta al ver a Charlie, quien sólo ignora el hecho de la presencia del chico y le desea una buena jornada, que anda muy apurado en llegar a su trabajo. Charlie no era bueno para mentir y ahora se estaba dando cuenta que nada en su vida estaba tan normal que digamos.

—Leona, hablaremos más tarde. Cuida la casa, y cuídate mucho.

Bella iba a tomar las llaves pero el joven Lucas la toma antes, abriendo la puerta como todo un caballero.

—Solo por esta vez.

Esas fueron las últimas palabras que se escucharon de Bella, para luego partir siendo escoltada por Lucas. Siendo así como la albina se quedaba sola en casa hasta escucha un aullido.

La husky cierra la puerta, retirándose al bosque, tomando su forma real una loba blanca y albina. Hermosa y magestuosa que se pierde entre el bosque cercano de la casa.

[...]

Bella había llegado al Instituto de Forks y en cuanto entraron les pareció realmente extraño que ninguno de los alumnos notarán la presencia del joven a su lado. Y era porque después sintió la respiración muy cerca de su mejilla, el camaleón había ocupado lugar en su hombro.

Daba gracias a todo que ya había vivido esto antes y que si no confiara en su fiel compañera, no lo había dejado estar en el hombro sino que... Lo había mandado a volar por el aire.

No dijo nada porque no podía la timidez le ganaba primero. Por lo que fue guiada por Erick hacia su salud, pero en cuanto entraron a la clase de biología. Algunos alumnos susurraban, parecía que otros si lo vieran pero la otra mitad de la clase no. Por lo que creía que sería algo relacionado a lo mágico de la situación. El profesor sólo había dado una mirada profunda a Bella pero nada más dijo, dándole asiento a un lado del tal Cullen.

Al pasar por frente al ventilador, el aroma de la luna se expande hacia el vampiro en cuestión, el camaleón se había vuelto de color amarillo en disgusto y advertencia, al parecer Edward Cullen no era bien recibido.

Mientras que el susodicho sólo se tapaba la nariz para aguantar el aroma que poseía la nueva alumna. Lucas sabía que esto no era buena señal y que su alfa cavaría tumba en llamas al vampiro si se llegaba a acercar, claro que primeramente lo llevaría por todo lo alto.

Bella no sabía porque, pero intentó no ponerse atontada parecía sacado de fantasía el joven compañero de asientos, pero en cuanto quiso charlar este solo la ignoró, y más cuando lo vio taparse la nariz. Discretamente se olfateó así misma, encontrando el shampoo que compartía con Leona, tranquilizando su inquietud y extrañandola a su vez.

«¿que estará haciendo su fiel mejor amiga? ¿Porque el camaleón parecía reconocer como amenaza a Edward Cullen?» eran muchas dudas para un solo día.


Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora