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Leongina sabía que eso tarde o temprano debía de ocurrir por lo que era mejor, tener privacidad antes de nada, esas cuestiones no podían enterarse de más entre sus confidentes maternas. Le tenían respeto por Maxam pero no quería más habladurías de mala vibra hacia su persona, demasiado ya le dolía sentir esas miradas de repugnancia.

—Águeda y Evalina, pueden disfrutar de este día libre. Por favor, retirense..—pidió la albina con suma seriedad.

Ambas mujeres vieron como la advertencia estaba en el ambiente y la voz seria, igual en la tensión del omega del alfa. Por lo que asintieron sin problema, después de todo sabrían que la alfa no era floja y podría encargarse de los cubiertos sucios. Ellas estaban por gusto dando sus servicios, por lo que comprendieron que era momento de dar privacidad.

Leongina se quedó con los párpados cerrados por unos breves momentos hasta que ya no pudo escuchar ningún corazón de más, se levantó para ir a cerrar la puerta de cada una, no quería ningún problema o chisme rondar por su manada. Mientras pasaba eso; Bella no sabía que pasaba, la tensión, el miedo, la vergüenza y tristeza sentía en su pecho, sabía que no eran emociones suyas por lo que sin poder evitarlo se tocó la garganta sintiendose agobiada.

Elay y ella se veían enfrentados, parecía que había un ambiente tenso entre ellos, no sabría que decir pero era complicado de expresar el motivo. El rubio platino la miraba como si fuera un cordero apunto de ser degollado, por lo que Bella empezaba a sospechar que no le gustaría lo que podría escuchar.

—¿Que...? —empezó a intentar preguntar Bella.

Sin embargo, enseguida quedó en el camino al escuchar los pasos de su Leona, quien llegó y solo se quedó arrodillada a un costado frente a ella.

—No preguntes, solo escúchame, te lo explicaré cada parte pero no quiero que saques conclusiones equivocadas. Luego podrás... Decirme todo lo que quieras, pero solo... Te pido compasión. —expresa con suma seriedad la albina, el ambiente estaba tenso y esas palabras tan solo hicieron encoger al corazón humano.

—Bien. —expresa Bella intentando mantenerse atenta pero no puede evitar sonar, corta de palabras.

Elay empezó a temblar apenas Leongina lo vio por última vez de reojo, viendo la mezcla de ojos: dorado y celeste albino. Supo que allí habría algo del cual no podrá escapar.

Elay, ni se te ocurra escapar. Tienes igual de culpa que yo. —expresaron Maxam y Leongina.

Bella sentía que cada vez se le dificultaba comprender lo que pasaba entre ellos. Por lo que se quedó sin decir nada, mejor esperar a que le dijeran las respuestas a sus dudas. Por lo que vio como Elay se quedó estático y con la cabeza baja, temblando.

—Cuando cumplí los 18 años, tuve mi primer desliz, no supe controlar mi celo. Mis padres no se enteraron, pero es un hecho que casi nadie sabe y te lo contaré porque nunca he querido mentirte. Todo ha sucedido para aprender de mis errores del pasado. —expresó generalmente Leongina, mirando fielmente a Bella—El celo es una temporada distinta para cada quien, el alfa tiene un aroma que pocos perciben pero cuando uno no sabe controlarse vienen quienes desean ayudar a su alfa. Jonas me enseñó el amor y la amistad, me reconfortó sin llegar a tener relaciones sexuales pero si me enseñó a autosatisfacerme. Pero hace poco, Elay llegó, el es mi ômega desde hace mucho que lo encontré y es mi soulmate en esta vida de categorías. Un alfa casi siempre tiene un omega que lo atrae, y en este caso Elay es parte de mi alma por una historia de vida pasada, debido a esta conexión extraña he tenido un problema hace unas semanas... Yo... Yo estaba esperando que cumpliera usted... Mi luna su edad adulta para entregarnos completamente pero esta vez el celo era más fuerte y Maxam cedió a mi dolor, aunque no estuviera de acuerdo. —expresó avergonzada y bajando la cabeza.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora