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Bella se encontraba aun pensativa con todo lo sucedido en el Castillo de Volterra, los Reyes habían dicho que esperaban la invitación de su coronación oficial, también habían quedado en un acuerdo para calmar la molestia de Maxam y este era:

"—Edward Cullen servirá a la guardia para juicios propios de la raza hasta que nos notifiquen la llegada de su primogénito al mundo. Un mes después del aviso, lo mandaremos a compartir el tiempo de gestación, así daremos tiempo para asimilar la situación."

Desde ese momento al ahora, la parejita se encontraba mirando el paisaje de un Viñedo de la Toscana, justo estaban de visita en junio, aun era primavera. Se podían notar los girasoles, olivos de los alrededor en su gran esplendor, de vez en cuando la castaña podía escuchar el acento de algunos italianos charlar.

Sin duda, era un buen lugar turístico e ideal para calmar la abrumadora noticia de tener al insufrible de Edward ligados de por vida, ni siquiera sabía si su Alfa sería capaz de lograr aceptarlo.

—Podríamos evitar el embarazo unos cuantos años, ¿No?—comenta Bella.

El Alfa ni siquiera se mueve de su posición en la banca, donde se encontraban sentadas.

«Mis cachorros no tienen la culpa de mis desgracias. No me dejes en abstinencia, mi luna.»suplicó Maxam.

Las mejillas en la castaña se tiñeron de rojo, la forma tan sincera y ronca con la que lo dijo, dió escalofrío en la espalda. Mientras que la figura albina se encontraba aún en silencio, digiriendo las circunstancias, era un buen tiempo el que pasaban actualmente; bien, pudieron atacar a su Luna para tener "control" sobre ella, o al menos eso notaba por sus actitudes petulantes que en algún momento lo harían.

—Soy muy joven para ser madre, Maxam, ni siquiera creo estar lista. —admite tratando de calmar la calentura que sentía en las mejillas.

—Muchos Alfas del mundo exigen tener cachorros al año de marcar a sus lunas, es parte de la costumbre en las manadas. —empieza a decir Leongina, mientras se estira los brazos hacia sus piernas, sentada aún en el banquillo.—Admito que los Alfa son activos por naturaleza, reclamar a la Luna en su semana fértil y en celo buscando crías es de lo más común, no podré reprimir mucho tiempo el instinto pero tarde o temprano suplicarás por un cachorro nuestro. —comenta mientras decide levantarse y esperar los pies, que crujen al moverlos en circulos tras apoyar su talón al suelo.

—¿Es... Es obligatorio?—pregunta intimidada por las palabras, no se sentía lista para ser madre ni se lo imaginaba. En algún momento, muy próximo si quería formar una familia pero ahora se acercaba a sus 18, lo máximo que pensaba era terminar el instituto y luego asistir a la Universidad.

—Lo es, pero soy paciente. No tengo apuro, te esperaré 4 años más. —comenta mientras inspira profundo el aire del ambiente y luego suspira, dejando que por cada poro pudiera sentir la primavera en su ser.

Bella calculó en su mente, y si mal no estaba, ella dentro de 4 años tendría 21, aún era muy joven para ser madre. Renné se volvería loca si pasara.

—Ya veremos. Por el momento, ¿Me puedes explicar algunas cosas?—pregunta Bella, sabiendo que si seguía pensando en eso, solo se estresaría.

—Te escucho, mi pequeña Luna. —correspondió Leongina inclinando su cuerpo para sacar con suavidad un girasol que iba cayendo al suelo, ya sus días estaban contados.

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¿Que dudas podría tener Bella ante los sucesos del capítulo anterior? O qué duda han tenido ustedes? Que pensarían desde el lugar de Bella con todo lo que está pasando?

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora