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Elay había estado tan afligido, impotente y molesto por haber sido alejado tan inquisitivamente por la castaña, que por su puesto por ser la Luna no podía hacer mucho al respecto, que esperar que su Leo despertara. Pero le era preocupante no saber la situación a detalle y saber que Maxam estaba a cargo de todo, lo tenía mal ya desde toda la parte de tarde y noche del día sábado. A tal punto que llegó a insistir a la abuela bruja con localizarlos.

-Por favor, dime donde está...

-Elay estas siendo desesperante. Ya te dije que Leongina se encuentra descansando, además, es más que justo que Maxam al fin este con su Luna, ¿no te parece?-respondió exasperado Urana mientras arreglaba algunos libros de la zona norte de la biblioteca.

El rubio platinado la miró incrédulo y fingiendo dolor por haber sido llamado así por la abuela de su querida soulmate. Y le vibró por reflejo un gruñido desde su pecho hasta su garganta.

-No es justo.-actuó como un niño.

-Claro que lo es, y lo sabes. Además, deberías estar buscando a tu mate también, he escuchado que el Alfa Rock Saint ya la encontró, ¿que estás esperando para también hacerlo? -pregunta divertida la señora de cabello blanco.

Elay se sentía superado. Le habían dado en donde más le dolía, además de que su propio alfa lo había echado de estar en compañía de él, por lo mismo, necesitaban tiempo de calidad con sus compañeros y aunque le costará admitirlo, no podía dejar a su Leo en manos de Bella con tanta facilidad, si recién el volvía a estar a lado de su preciosa Soulmate.

-Aún no lo encuentro. Pero he sentido que algo me arrastra hacia la Reserva Quileute. -correspondió con un puchero y brazos cruzados como si estuviera haciendo un berrinche.

-Ya veo, entonces cuando despierte el gen protector, sabrás su ubicación exacta. -dice Urana ya terminando su arreglo en el librero. -¿Sabes? Te recomiendo que hagas las pases con la Luna, solo así podrás estar cerca de Leo, porque ya viste que estando Maxam no podrás acceder mucho a algún apoyo. Mas si, leona se encuentra reposando en el fuero interno.

Elay se sienta en el sofá, mientras entierra sus manos entre sus cabellos corto y tras la nuca, mientras que sus codos se encuentran reposados en las rodillas. Totalmente consternado, y dándole la razón con su silencio. «Tal vez deba pensar bien en cómo pedirle perdón y luego recupere a mi soulmate, no la puedo perder ahora que he vuelto» pensó callado.

[...]

Mientras que en otra parte, en una habitación aislada y perdida del conocimiento de Elay, Maxam se encontraba recostado en la cama con el pecho cubierto con una ligera camisa y su pequeña Luna acurrucada a su pectoral, buscando el calor por reflejo, cayendo al sueño. La ducha había dejado a ambos más que conformes, plenos y relajados.

Sin embargo, por más que Maxam estuviera viviendo su sueño hecho realidad, acariciar la espalda de su Luna y que está estuviera tan protegida era sin duda estar en el cielo. Pero en cuanto, su pequeña por reflejo se dio la vuelta alejándose en un momento de sus brazos para indirectamente hacer que se acerque para abrazarle en la pose cucharita su cuerpo se tensó completamente, y limitando sus movimientos a tal punto de congelarse a centímetros importantes de la Luna.

«Te has atrevido a desobedecerme...»

Los ojos dorados ya no eran absoluto sino que eran bicolores, haciendo que Maxam se estremezca completamente al escuchar la voz pensante de su amada Yin al fin recobrando consciência. Intentó recobrar por un momento la fuerza y movimiento del cuerpo para poder despedirse de su pequeña Luna, sin embargo, una fuerza sobrenatural lo volvió a reducir bruscamente al fuero interno dejando al fin el mando al verdadero portador que sin duda no estaba del todo conforme con lo que estaba viendo y lo que había ocurrido en su ausencia. Realmente se sentía indefensa y odiaba esa sensación, le recordaba a cuando vio por última vez a Misaki.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora