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Julio, 2006.

Después del viaje a Volterra, y la incómoda situación de compartir avión con los Cullen, las había hecho bastante susceptibles a las miradas puestas a sus nucas. Maxam quería dar la vuelta su rostro y exigir que mirasen a otra parte, mientras que Leongina solo se mantenía neutral, Bella había dejado su cabeza recostada en su Alfa y por consiguiente, este recostaba su mentón en ella, observando las nubes.

Era incómodo pero soportable.

O tal vez, Leongina ya estaba acostumbrado a esta sensación desde muy joven, sea cual fuera su motivo, sabía como enfrentar la situación con cara pasiva; después de todo no estaban solo ellos y el Clan, sino que muchos otros humanos más.

Las únicas horas en las que Bella se movía en el avión, era en cuánto tenía que ir a defecar u orinar(c/ 2 a 4hs), o su estómago pedía por comida(c/ 2hs), que era básicamente dónde coincidía en comer con su Alfa. No era mucho pero era lo máximo que podían picotear durante las horas que abarcaba volver de Volterra a Seattle eran 13h 20min, luego de allí en más podían cambiar la dinámica de transporte si quisieran. Por lo que, se habían tomado su tiempo para volver a Forks, tanto para calmarse y también para disfrutar de la naturaleza y experiencia que compartían en su primer viaje juntos.

Tras su recorrido solo compartieron tiempo en un silencio cómodo, aunque para cuando iban volviendo a Forks no demoraron en tener a cuatro lobos escoltandolas, eran dos lobos castaños casi identicos de tamaños, pero menores al tamaño de Maxam, al igual que Yiara y Luca, protegiendo sus retaguardias. En ningún momento las habían molestado, habían dado espacio.

—¿Quiénes son, Leona?—había preguntado Bella, al no conocer a esos lobos menores.

Estos al escuchar como la Luna preguntaba por su presencia se emocionaron, y miraron con atención a su alfa, buscando la aceptación para hablarle por el enlace.

«Estos hermanos siempre buscando cuidarnos, ya les he dicho centenares de veces que yo las cuido mejor solo.»se quejó Maxam.

Sin embargo, la conexión que si llegó a comunicarse con aquellos lobos, fue Leongina, que muy a pesar que estaban llevando a su luna en su lomo blanco, no parecía estar molesta sino que aliviada de ser aceptados.

«La loba de menor tamaño del lado derecho se llama Zahra, es hermana de Zahir, el lobo castaño de mi lado izquierdo. Son del escuadrón de Guerreros Gélidos. »presentó Leona con un aire de orgullo al verlos. «Son del Equipo B, Guardia y escolta del sector exterior del territorio»

—Hola chicos, un placer. —sonríe nerviosa Bella, pero no puede evitar preguntar seguidamente—¿Cuántos equipos hay?

«En total 4 equipos de guerreros en nuestra manada, Luna. En el equipo A están los tenientes y generales de guerra; en el equipo C, los omegas con Deltas en la primera fila de protección,  el equipo D están los exploradores y protección activa total.»explica con toda desenvoltura la loba Zahra.

«Estabamos ansiosos de su llegada, el beta Jonas es muy histérico sin el alfa.»comenta cansado Zahir.

De milagro, o tal vez sea gracias a la conexión de Luna con la manada, que Bella no se perdió ni un sólo detalle, ya que eran interesante.

—Entonces seremos el balsamo de paz para todos, en especial para el beta. —reconoce Bella en voz alta.

«Seguro el testarudo de Fenir no quiso ceder a la ayuda de Urana»comenta Maxam escuchando la queja indirecta del joven Zahir.

«En efecto, Alfa.»acepta el mencionado avergonzado al darse cuenta que se le fue la lengua.

—¿Quién es Fenir?—pregunta Bella.

«Es el lobo guerrero gélido del Beta. Su carácter es muy explosivo dado que es un mestizo de fénix, por ello se le llama Fenir. Es muy orgulloso pero sabe cuando aceptar sus errores, es de reacción tardía»explica Maxam, dandose cuenta en que nunca había mencionado el nombre del lobo de su beta, solo en ese momento.

—Parece jodido eso de tener una segunda consciencia, no digo que sea malo, sino que siento mucho respeto hacia vosotros. —dice Bella apenada ante sus conclusiones expresadas en voz alta.

«Descuida, no es algo que nos ofenda, lo sabemos y por eso desde cachorros todos tenemos una prepará para dicho encuentro y relación comunicativa durante todo nuestro crecimiento.» Cuenta Maxam.

Mientras Leona solo se mantenía enfocada en llegar al pueblo, para poder descansar ante de llegar a pensar en una reunión con el concejo, para detallar los puntos hablados con los Vulturi y a su vez, consiguientemente, hablar de la presentación de la Luna ante la manada.

«Zhara y Zahir, por favor sean discretos hasta que la luna sea presentada formalmente, no deseo chismes antes de tiempo, si quiera quiero chismes o susurros cuando sea presentada. ¿Comprenden?»dice repentinamente Leona, haciendo que ambos lobos gemelos que los escoltaban sientan un escalofrío ante la neutra voz de su alfa.

«Si, Alfa. Cómo usted nos pida, nos tendrá callados.»piensa Zahir.

«Lo intentaremos mejor de lo que se pueda...»admite con pena Zhara.

Y tras ello, tras dos saltos sólidos, se empieza a notar los bosques de Forks, dejando atras a los lobos que eran escoltas, Luca y Yiara habían dejado también a la parejita, para tomar descanso del viaje.

—¿Qué haremos ahora, Leona?—pregunta Bella al ver como entran sin parar a un bosque tupido, al mismo que la otra vez no entraron pero parecía que iban pasando desapercibidos porque nadie parecía estar reconociendo su presencia. «¿Qué ocurre? Porqué nadie parece vernos?»pensó sigilosa.

«Estamos anulando nuestro aroma, como tal también nuestra presencia. Nadie nos sentirá hasta que lleguemos a la mansión. El fin de semana o mañana te presentaré oficialmente, pero ahora necesito estar en nuestro sauna, no quiero hablar con nadie mas que estar solo nosotros mismos juntos.»explica Leona, entrando por una especie de cascada y tras ello una oscuridad los emgulle, unos diez pasos dados o más, y ya estaban dentro de la casa.

—Wao, eso si que ha sido rápido.

Bella baja del lomo del pelaje blanco, y siente el cansancio del jetlag en su cuerpo, entendiendo el motivo de la entrada tan sigilosa. Pero no tuvo mucho tiempo para razonar, ya que una pequeña ventisca de nieve, la hizo cerrar sus ojos y tras abrirlos ya se encontraba Leongina con aquella cabellera blanca, entrando con tanto cansancio al agua termal que parecía estar calida tras la niebla que salía hacia el techo.

—¿Está rica?

—Ven conmigo, cariño. Y compruébalo.

Siendo ese el momento más repentino para darle emoción a su vida, atinando a quitarse los tenis, las medias, antes de tirarse hacia su pareja.

Tomándose un buen descanso, luego del largo viaje.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora