〔 O9 〕

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El pelirrojo y beta de la manada Ginonix, mejor amigo de Leongina, la muy conocida por Bella Swan como Leona, estaba con el porte más serio, había podido ver como su Reina en un manejo de prioridades había elegido bien firmes sus elecciones de como solucionar el manojo de nervios que los sentimientos de la luna Bella, había proporcionado en ella a kilómetros de distancia.

Toda la mañana estuvieron solucionando temas con otras manadas y alfas pero, en el momento que su alfa se detuvo a medio camino y en trance fue más que suficiente para saber que su reina estaba en conflicto con su lobo. La palidez que surgió que era casi grisácea fue alarmante, era como estar viendo el miedo en persona. Tras sentarla en una silla, acunarla entre sus manos hasta que un poco se le bajara la conmoción no fue una escena fácil de tragar ni tratar, aunque minutos después solo pudo ver la lucha de ojos ámbar y celeste por elegir bien lo que haría. Había escuchado perfectamente la noticia de que el general Marchelo había tenido un accidente y estaba en el hospital, la luna estaba muy alterada, tanto que por consecuencia, se pudiera entender el estado de su Reina.

La Luna, la impronta, nuestra pareja de vida para cada lobo era capaz de tenernos a sus pies con cualquier emoción, más aún para un alfa hembra que nunca desde la existencia de la pequeña Swan se había separado. La dependencia que había era impresionante y muy agobiante.

Jonas había decidido acatar las órdenes de su alfa por la salud mental de su alfa, ella había decidido no ir al hospital porque conocía a su lobo Maxam y no podría controlar su mal temperamento al sentir el peligro en su luna, lo sabía, sólo cuatro personas presentes en la vida de la albina sabía cómo en un momento ese gran lobo fuerte y albino se imponía tras el peligro de una manera abismal, que ni la muerte podría acabar fácil con él. Era por eso que, la Reina era admirada, amortiguaba sus impulsos como si de hacer dieta fácil se tratara.

Aunque si Jonas se imaginaba un poco el momento hipotético en el que su alfa encontraba una manera para ir directamente hacia su luna, perdiendo los papeles, sería un caos, porque podría pasar dos cosas:

1. La alfa atacando de primeras a garras a los Cullen.

Porque ellos estaban en el mismo hospital que su Luna, y sólo al Doctor Cullen se le permitía por obvias razones estar en dicho lugar. Pero... ¿Porqué la necesidad de esos vampiros para arriesgar su vida justo donde no deben estar?

2. Un animal suelto llegando al hospital.

Claramente para la comunidad que era parte de la manada entendería el punto, pero el hospital no sólo era para nuestra manada sino que para humanos y estos se asustarían con un perro sin control, gruñendo por doquier solo por nervios. Sabía que esto era una falta de respeto considerable para un lugar hospitalario. Y para Leongina, sus principios regían fuertemente sus decisiones frías.

Si se dejaba dominar por la impulsividad de su lobo, todo acabaría en desastre. Y aún era muy joven la luna como para verla perder los estribos con un solo accidente que ni su luna fue víctima directa.

Por lo que, su presencia y escenario ya se encontraba efectuandose como debía ser, lo más civilizado para la situación, aunque tuvo que llamar a Elay para que estuviera en llamada con su mejor amiga para tranquilizarla que la inquietud y silencio en ella le estaban dando un ataque nervioso. Y eso era muy claro, en cuanto, pudo salir de la casa alfa, se dirigió a vuelo fenix al hospital, llegó aún humeando fuego en su cabello pelirrojo al entrar buscando información de la situación.

Aunque al entrar, se encontró con su luna abrazando a su padre. Quien intentaba calmar a su hija y al parecer calmar su propio corazón. Se alegró considerablemente el verla sana, notificando inmediatamente a su alfa la situación y esperando que aquello calmara la inquietud.

—Charlie, Bella... Que alegria que estén bien.

Bella al verlo allí enseguida la encontró buscando con la mirada ilusionada de ver a su cachorra al parecer, pero le dio pena ver como se entristecia al no verla. Pero era un protocolo para la salud de muchos.

—F-fue mi culpa. Luca esta internado por... Mi culpa.

—No fue tu culpa hija, el chico perdió el control.

—Con la época de frío es normal que haya accidentes como lo de hoy, joven Bella. Sin embargo, estoy gratamente agradecido que se encuentre con buena salud. Leona en el hogar se quedó muy inquieta, pero sabrá usted señorita que el hospital si no hay una licencia para el animal, pues... No hay paso para el mismo. —dijo tranquilamente, aunque claro su cabello se había apagado en cuanto se había dirijido a ambos humanos.

—Una vez que el doctor anuncie que Luca se encuentra bien, podré mirar sin culpa a Leona. Si no... No me lo puedo permitir. —dice aquejada Bella.

Charlie le acaricia la cabeza a su pequeña y única hija. Aunque poco después el médico que para su buena o mala suerte era el Cullen, intentó por todo lo sano no arrugar la nariz tras el olor a muerto.

—¿Doctor, cómo se encuentra mi compañero Luca? —preguntó Jonas.

—Ha tenido mucho suerte el joven, una costilla rota que no dañó ningún intestino, ya se hizo la intervención necesaria. Esta fuera de peligro... —dice con una sonrisa para calmar el ambiente, y el rubio lo consigue.

El cuerpo y tensión que emanaba el cuerpo de la luna y padre, se aliviar on considerablemente.

—Es una muy buena noticia. Gracias a la Diosa Luna no ocurrió ningún mal.

—Si.

—¿Podemos verle, doctor? —preguntó ansiosa Bella.

Claramente, la mirada algo entorpecida lo asumió por la belleza del vampiro y bueno por la naturaleza en sí, sin embargo, siempre notó que era preocupación y no otro emoción del que se podía sentir emanar del cuerpo de su luna.

—Por el momento será breve, el paciente aún se mantiene bajo el efecto de la anestesia. —dice el doctor.

Bella enseguida lo sigue, Charlie al igual que Jonas van detrás. Aunque en el camino se cruzan con todo el clan Cullen observándolos de lejos, sin embargo, ni Bella o Charlie le tomaron importancia, primero era Luca. Lo cual, para Jonas aquello sin duda le dio orgullo.

Pero no faltó la amenaza explícita de sus ojos en llamas al ver que el cobrizo quería acercarse en cuanto vio a Bella sana. Por lo que Jonas, se quedó fuera siendo el custodio y rugiendo su puesto como beta.

—Es mejor que vosotros no os acerqueis, ya están advertidos y no deseo generar estragos en pleno hospital jóvenes. —dijo tranquilamente Jonas, el pelirrojo.

Rosalie agarró a Edward con ayuda de Emmett, y asintió. Esa pareja y el resto entendía la ley de autoconservacion de sus vidas en ese momento. Pero al parecer era el cobrizo quien se había quedado rayado. Mientras que el Doctor Cullen salió del cuarto y se dirigió a sus hijos para calmar la situación.

—Perdone las molestias, señor O'Really. —se disculpó Carlisle Cullen, llevando a sus hijos a una zona más privada para discutir.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora