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—¿Leona?

Bella había decidido preguntar primero por la actitud que había notado en relación a lo que vio cuando su albina se acercaba con el explorador-brujo.

—¿Si?

—¿Sigues molesta con algo o... Ya es tarde para responder mis dudas?—pregunta algo tímida.

La albina se queda mirándola expectante, casi sin palabras que decir o que hacer, no pensaba que alguien mas que su beta se diera cuenta del mínimo cambio de humor. Pero debía dejar de ser menos idiota, ella es su Luna, ella puede verla, ¡Claro que se iba a dar cuenta!

Suspira resignada, debía empezar a practicar tener una comunicación fluida con su Luna, o sino, nunca podrían entenderse al punto de no necesitar la concentración que Bella necesita para entrar en «clic»(comunicación por enlace Luna-Alfa y allegados a este). Se sienta en la orilla de la cama, con la espalda reclinada hacia atras, mientras que su luna se acomoda a su lado pero sentada en forma de indio.

—No tengo la capacidad actual de ser neutral con la parejita de amigos que tenemos, osea Luca y Yiara, realmente no estoy pasando por un buen momento emocional para mirarlos sin que me de ansiedad sus presiones en referencia a mis obligaciones. —admite de una manera, que busca darse a entender, siempre y cuando con su dichosa formalidad.

—Osea, que ahora no los aguantas ni en pintura. —afirma Bella en otras palabras— A mi tampoco me gusta que hayan dicho aquellas cosas, pero no soy quién para decir, si soy entrometida también. Pero creo, que les faltó sinceramente preguntar como te sentías al respecto, que dar por hecho que tus supuestas intenciones fueran huir de las obligaciones. Yo sé que eres centrada, te tomas tu tiempo y lo realizas de forma cautelosa y organizada. —comenta pensativa mientras toma una ligera libertad de recostar su cabeza en el regazo de Leongina—Si meten presión, la nieve volverá a explotar, como aquella vez en el parque después de navidad(con nieve artificial cubriendo el suelo cálido), en el que mamá te exigió dejar de gruñirle a ese tipo extraño del parque.

Leongina la admira con cariño, y de reflejo e instintivo le acaricia el cabello con dulce amor. Aquella mención de recuerdo la hace sentir molestia al visualizar en su mente al hombre.

—Tenía mis motivos, tu madre es muy despreocupada y las intenciones de ese hombre no eran buenas. No iba a permitir que te hicieran daño, es mi deber e instinto protegerte hasta el fin del mundo, y ese hombre... No se merecía la piedad de tu madre. —exhala el aire, tratando de aguantar la molestia en aquel hombre. Recordando que, al final ese estallido había logrado que el hombre se orinara; y por consiguiente, este perdiera interés en Bella. Era ese estallido o matarlo de raíz y realmente no era partidaria de matanzas hacia la especie humana.

—Sé que me cuidaste siempre, eras mi perrita protectora, mi guía y apoyo, aunque... ¿Cuáles eran esos motivos? Solo recuerdo que nos seguía con la mirada en todo momento en el parque de Phoenix, aunque recuerdo haberlo visto en el supermarket—dice Bella pensativa.

—Venía escuchando desde hace un tiempo que un hombre secuestraba niños en esa zona, por lo que, escuché bien los hechos y me cercioré de que fuera el mismo. Su aire no era nada bueno, era putrefacto como si estuviera contaminado o podrido. Con el estallido confirmé mis sospechas, y realmente si no me hubieras agarrado del collar, ensuciaba mis fauces con su asqueroso ser. Mis motivos eran cuidar a los niños de esa vecindad y para mi mala suerte, a ese hombre le interesaste—admite de manera molesta, recordar aquello le hacía hervir la sangre a tal punto que se sentía como un nativo Quileute. Por lo que resopla, y sonríe ante ese pensamiento, ella no era ni digna ni merecida de ser aquello.

—Vaya... —la voz era tan de sorpresa que Bella no tenía idea de esas cosas, al parecer era cierta la sensibilidad que los perros podían tener. Sentían mas que los humanos.— ¿Y esa sonrisa?—pregunta confundida ante el cambio de humor repentino.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora