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Las patas blancas, garras y plantillas caninas tocaban el suelo con una ágil y feroz velocidad, mientras más se acercaba al punto de encuentro con los líderes del Clan Cullen. Había quedado que su beta enviara la carta a los estimados para una reunión urgente hoy mismo, mientras su luna estuviera escoltada por Luca.

En cuanto se iba acercando su fiel beta ya estaba a su lado acompañándola, ambos sintiéndose completos al estar corriendo juntos en su forma lobo. Al llegar, tomaron cuerpo humano, con las partículas de nieve cubriendo su desnudez hasta que pronto tuvieran nuevamente ropa, eso los hacía ligeramente distintos a los metamorfos de la reserva, eran más adaptables de lo que se creía.

El vampiro de cabello rubio y piel pálida, al igual que una mujer castaña que poseía un aura maternal los había recibido con delicada atención. Mientras que el beta estaba atento a las directrices que pudiera decir su alfa ante cualquier negativa.

—Perdonen mi retraso. Espero no haberlos hecho esperar mucho. —rompió el silencio la alfa albina—, Soy Leongina Ginonix, Reina Alfa de estas tierras. —se presenta con suma delicadeza y seriedad.

—Sentemonos para más comodidad. —añade el beta mientras toma asiento en una de las bancas en la parte externa pero bajo techo del pequeño escaparate de una cafetería céntrica de Forks, especialmente privada.

La alfa amaba estar en contacto de ambiente libre cuando se trataba de estar en Forks, por lo que no tenía fría y más aún a las altas temperaturas que poseía por tener el gen lobuno.

—Descuide, fue por muy pocos segundos. Por cierto, soy Carlisle y esta es mi esposa Esme Cullen, es un placer al fin conocerla su magestad.

La mujer le sonríe cortesmente aunque se olía el miedo en ella. No era ninguna novedad que la presencia de la albina fuera a imponer tanto como para intimidar a un vampiro.

—Gracias por tomarnos en cuenta, su magestad. —responde Esme.

La pareja de ojos dorados admiran a la albina de ojos cafés, mientras los mira con suma tranquilidad. Parecía una muñeca que transmitía mucha paz a su entorno. En Carlisle, el honor de conocerla era enorme debido a que siempre había escuchado del tratado de Paz que los Vulturi mantenían con la Realeza de Forks, tanto que sólo los monarcas y ciertos allegados a los mismos sabían de su tratado. Mientras que el resto de vampiro creía que la Reina y única Alfa hembra había perecido hace años por no encontrar a su luna, quedando sólo como leyenda en estos lares. Mientras que para Esme, siempre había sido consciente de la mirada celosa del joven a su lado, que sin duda era el beta por la fidelidad y respeto con la que se movía a su entorno.

—Es un placer notar que las costumbres no cambian, aún más sabiendo sobre su alimentación animavora, o como ustedes lo llaman «vegetariana». —añadió siendo directa ante la situación que los unía hoy allí explicitamente— Han sido citados para que pudiera presentarme oficialmente como debe ser, y para crear el tratado correspondiente para su estadía en mis tierras. Esta absolutamente prohibido cazar lobos o crías de los nuestros, así como tener relación con la luna Ginonix —dice específicamente sin ninguna necesidad de rodeos.

—¿Disculpe...? A qué se refiere con ello? —pregunta descolocada Esme.

—Soy consciente mediante informantes que vosotros cuentan cuentan con una vidente. Y les ha dicho algo que compete con uno de sus hijos, así que, les he de dejar en claro que si uno de los suyos trata de dañar a mi luna, tendrán una semana para salir por su cuenta de nuestro territorio, teniendo en cuenta los trámites que necesitase en el hospital, Doctor Cullen. —añade la Alfa.

Carlisle sintió el escalofrío erizar los vellos de su piel fría ante la advertencia explícita. Más aún al notar como sabían sobre su hija Alice, y la visión de la posible situación comprometida de su hijo Edward con un humano que aún no conocían.

—¿Les ha quedado claro, señores? —pregunta seriamente el Beta Jonas.

—Perfectamente. Le prometo que mi familia no causará ningún problema, y en ese caso estaríamos en contacto para evitarlo. Somos muy pacíficos, no pondríamos en peligro a los humanos con los convivimos si fuéramos lo contrario.

—Perfecto. La familia Swan está bajo mi custodia, así que... Cualquier percance que respecte con el apellido, hágalo saber, mi beta y yo como alfa lo solucionaremos como mejor sea el veredicto. Somos igual de humanitarios como vosotros pero si noto realmente peligro, no duraremos en llevar a juicio su vida.

Carlisle asiente conforme a lo que va escuchando mientras que Esme toma su mano con cierta preocupación, por lo que al no verlo decir nada, se anima a decir una duda suya.

—Perdone, pero... ¿Podría saber el motivo específico del cual nos pondría en peligro? —pregunta Esme, con suma delicadeza.

—La Luna y mi pareja de vida, asiste donde sus hijos también. Mi instinto advierte que tal vez uno de vosotros confunda a mi humana como compañera suya, pero eso es imposible debido a que desde que la niña estuvo en gestación ha sido destinada, sólo estamos esperando una edad legal para formalizar oficialmente. —añade aún sin revelar mucha información que pudiera poner en riesgo a su impronta, pareja de vida o simplemente mate.

Aunque por ser alfa, sería más nombrada como Luna de la manada.

—Entiendo. Gracias por su comprensión a mi inquietud, magestad—dijo Esme.

—Puede referirse a mi por mi estatus en la manada o nombre, no estamos muy a la época de reyes, Señora Cullen. —añade más relajada la albina al haber pasado la preocupación.

—De acuerdo, Alfa. Puede también tutearme si es así... —añade Esme con una felicidad que no cabe, al ver cómo la postura intimidante empieza a aligerar el ambiente de tensión.

—Señor Cullen, realmente agradezco ante todo los esfuerzos que da a mi gente con su atención hospitalaria. Mi oferta de paz es su tiempo de estancia en mis tierras, cualquier duda o sugerencia estamos para ayudar entre especies. —le da la mano mientras que Carlisle le corresponde.

—Muchas gracias, estaremos al contacto, Alfa.

—Bien, ha finalizado esta reunión, espero que tengan un buen fin de día. —añade el beta escoltando a los vampiros a la puerta.

Mientras que la albina pide una taza de capuchino doble Moca para deleitar sus papilas gustativas.

—Eso ha ido bastante intenso.

Suspira el beta Jonas mientras se sienta a un lado de su Alfa.

—Cuando se trata de tu luna soy capaz de todo. Y no voy a dejar que ningún chupasangre me arrebate a mi pareja. No lo soportaría, es la única... La única que puede calmar mis demonios. —comenta perdida entre sus pensamientos la albina.

—Lo sé, aunque tengas un millón de hombres o mujeres para que puedan complacerte, no lo haces porque simplemente nadie es lo suficiente para hacerlo. Ni yo lo fui en su momento y lo comprendí tiempo después —añade burlon Jonas.

—Si... Ser mitad hombre es tan difícil, mas cuando ya has encontrado a tu compañero y es un ser tan angelical é ingênuo. —bufa mientras se toma la última gota de la taza.

—¿Quién dijo que ser dos géneros en un humano fuera fácil vivir? Sabes que ya nadie te juzga.

—Lo sé, ya pasó la época de aceptación. Solo que... Temo que a tu luna le sobrepase la situación o que me vuelva loca por la abstinencia, lo que pase primero. —admite mientras se deja llevar por la sensación placentera de cerrar los ojos y escuchar la naturaleza del bosque muy cerca suyo.

—Uff, ya veremos. En fin, ya está siendo hora de volver a la rutina.

—Si... Puedes retirarte, Beta Jonas.

—Por cierto, hace poco recibí un mensaje de uno de los custodios escondidos en el alumnado. Al parecer tus sospechas eran ciertas. ¿Que harás?

—uhmm... Ya veremos a su tiempo. Por mi lado, ya he advertido, veamos como toma las decisiones el patriarca del Clan Cullen.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora