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Aquel Chevrolet pick up naranja 1962, tan conocido por los nativos Quileute se hizo presente aquella tarde, tras ello Isabella Swan baja al estacionarlo a un lado de la cabaña de los Clearwater. Leah se encontraba arreglando ciertos asuntos mecánicos en su hogar, pero en cuánto la vio acerca a ella, percibió que no era solo una casual visita.

—Luna Isabella, cuánto tiempo sin verla. ¿Necesita algo?—pregunta Leah.

—Alfa Leah, siempre tan acertiva. —suspira aliviada, pero con un rubor ligero en sus mejillas.

—Es lo que hay cuando mucho tiempo vives leyendo las intenciones del secreto. —bromea un poco la nativa.

—Supongo. —sonríe correspondiendo el gesto, aunque mira a su lado.— ¿Puedo sentarme a tu lado?

Leah mira el lugar de la escalera donde estaba sentada arreglando el motor del lavador de la casa. Asiente afirmativa, mientras sigue enfocada en algunos cables, junto a la cinta aisladora.

—Gracias...

Bella suspira con cierta incomodidad lograr sentarse, haciendo un pequeño gesto de molestia al lograrlo.

—¿Qué te pasó para estar así, Luna Isabella?—pregunta divertida.

—Maxam... Se acerca la época de celo. Y está un poco entusiasmado, ¿Sabes?—comenta Bella ciertamente avergonzada ante su realidad.

—Me imagino, un cachorro siempre es deseado en una manada, más si es el primero de muchos. —comenta Leah, aunque amaga una mueca— Pero, no creo que me hayas visitado con esas intenciones, ¿O si?

—No... La verdad he venido para preguntar acerca del Alfa Saint. Hace mucho no escucho acerca de él directamente, Maxam solo dice lo ocupado que está con la exhibición proxima del museo nuevo. —admite Bella, algo avergonzada.

—Y la verdad que del tema no sé mucho, hemos charlado un poco entre llamadas por la conexión. Y hace no mucho me visitó porque no podemos estar tanto tiempo separados, pero si has venido para saber algo por mi parte acerca del museo, pues te pido disculpas pero no tengo las respuestas—contesta Leah.

Bella suspira desilucionada en no poder ayudar a su querida amiga.

—No hay problema, me suponía en que pudiera pasar esto. —asegura tras una mueca— una amiga mía quería tener el contacto del Alfa para un reportaje previo antes de la exhibición.

—Ya veo, perdona por no serte de utilidad. No soy muy culta del arte y esas cosas, pero te puedo decir que pronto vendrá justo antes de la abertura, le podría hablar al respecto y te aviso si consigo... Aunque dudo que lo consiga —comenta Leah pensativa.

—Cualquier intención o mínima ayuda, lo acepto. —corresponde animada.

Leah sonríe divertida, viendo la iluminada mirada de la Luna, tan sencilla de hacer feliz.

—Perfecto. Nos pasamos nuestros numeros oficialmente... ¿O te queda mejor vernos siempre así?—pregunta la nativa pensando a días próximos.

—Oh, cierto... Mm.. podemos intercambiar numeros pero si no te molesta, me gustaría seguir viniendo, un poco de aire natural nunca me viene mal —comenta Bella, tímidamente.

—¿Si vienes a menudo al Alfa no le molestará?—pregunta Leah con una sonrisa de burla ligera.

—No lo creo, pero si venir contigo me ayuda a escapar de quedar en silla de ruedas, me funciona mil veces que pedir ayuda y pasar vergüenza en la manada Ginonix —comenta nerviosa.

Una gran risotada le sale de los labios a la nativa de cabello corto, quedando totalmente divertida. —Me parece una buena forma de ayudarte, aunque veo aberturas en esa idea.

—Sé que las hay, pero tampoco es que no disfrute de estar con mi Alfa, solo que hoy he pasado mucha vergüenza a causa de lo pasional que es. —admite Bella con las mejillas acaloradas en vergüenza al recordar su encuentro con el omega de Leona y su amigo de la infancia Jake.

—Ya veo, entonces te digo mi numero es +1 (360) 3... —empieza a dictar Leah.

Bella enseguida saca su celular de su retaguardia, de un bolsillo del jeans y lo empieza a discar con armonioso sonido de clics en el blackberry, al igual que la nativa agarra el suyo preparada de marcar el numero de la contraria.

Siendo así, como finalmente, ambas tomaron la decisión de apoyarse un poco más haya de la conexión de Lunas que disponían en frente de sus narices.

«¿Mi pequeña Luna, donde estás?»

Sin embargo, de entre el entretenimiento de estar hablando luego de una hora más junto a Leah, percibió esa voz ronca de su Highlander Alfa Maxam, dejando que su piel se estremeciera por reflejo al escucharlo después de tantas horas estar sin él. Es decir, desde las clases hasta... Se toma el tiempo de mirar su celular y jadea sorprendida, ya eran las seis de la tarde.

«Ups... Estoy con una amiga, pero volveré a casa con papá. ¿Nos vemos allí?» pensó rápidamente para comunicarse como si de una necesidad que no estaba minutos antes la hubiera dominado con ansías.

—Demasiado veloz fue el tiempo hoy. Pero al menos conseguimos arreglarla antes de que termine el día. —alagó contenta al notar que Bella se había quedado sorprendida pero su expresión corporal expresaba otra cosa— ¿Ya te habló tu Alfa?

—Si... ¿Cómo lo sabes?

—Pues se nota, aunque aún no poseo esa conexión con mi Alfa, me ha explicado muchas cosas antes de volver a su manada. Probablemente mediante ti, pueda tener pruebas previas de lo que deberé aceptar tener en mi vida próxima, sabes... Es algo muy nuevo para mi—expresa con cierta sonrisa de diversión y comprensión.

—Espero que el Alfa Saint en verdad te haga feliz, te lo mereces Leah.

—Percibo que así será. Gracias por tus agradables deseos, Luna Isabella.

—A ti por darme el escape que necesitaba, Alfa Leah.

Ambas se sonríen mutuamente ante los lujos de decir sus categorías, a modo de broma pero con seriedad correspondiente a una despedida.

—Te escribo más tarde.

—¡Dale! Buenas noches.

Bella se despide prontamente de Leah, sube a su auto, pone marcha atrás a su Chevy y retoma el camino de la Reserva hacia la casa de su padre. No había tenido respuesta de Maxam, y esperaba que no estuviera celoso o molesto porque no estuviera esperandolo ya en cama. «¿Maxam...?»pensó tímida entre estar conduciendo.

«Hablamos en cuánto dejes de conducir, mi pequeña Luna. No quiero que llegues con algun rasguño adornando tu bella piel»se comunica nuevamente su Alfa.

Y con ello, trae su paz interna.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora