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Desde aquella vez en la playa, Elay se encontraba bastante frustrado, su mate no era gay, era un heterosexual completo y para rematar... ¡ERA EL MÁS ODIADO POR LEONA! ¡NO QUIERO ESTO! su cabeza estaba en un lío grande, ¿porque el mundo lo odiaba, porque el destino lo quería mal con su querida yin? Se encontraba mirando la playa durante dos días, ninguno de los lobos de estas tierras tenían permitido atacarlo, era esencial y bueno, no querían problemas. Así que no temía por su vida como tal, mientras no metiera la pata, aun tendría la protección de la única princesa Runirix, su yin.

—Oye, ¿porque estas tan depresivo?

El rubio platinado suspira sin ganas de pelear siquiera, era su realidad.

—Encontré a mi huella, pero... Es heterosexual. —admite tras una mueca triste.

—Ah. —el nativo se había quedado impactado, por lo que le costaría decir algo al respecto al menos algo de ayuda—Estas jodido.

—Dime algo que no sepa.

—mmm... ¿Sabes siquiera como se llama? ¿Al menos te acercaste a hablar con él? —pregunta algo incomodo por sentir tanto despecho en él.

—Es Jacob. Y no, porque estaba hablando de Bella... ¡Estoy muerto! —gimió bastante agobiado.

Paul Lahote se había quedado a cuadros al escuchar quien era el compañero del platino protegido de la Reina de los guerreros de la nieve.

—Siento que te estás ahogando en un vaso de agua sin sentido. Jacob solo se gusta de la mocosa. —admite rascándose la nuca con despreocupación.

—No tengo dilema en conseguir que se enfoque en mi. Mi problema es otro. —dijo alicaído.

—¿Y ese cual es?

—Leongina odia a Jacob a muerte. ¡Me matará si lo protejo! —exclamó sintiendo escalofríos.

Paul suspiro cansado ante las reacciones dramáticas del joven.

—Te complicas demasiado la existencia, deja de perder el tiempo y ve a conquistarlo o tal vez Bella te lo arrebate. —sugirió Paul levantándose para marcharse.

—¡No lo entiendes! Es que... Leona... Jacob.. —gruñó bastante frustrado.

—Habla con ella, solucioná-lo cómo hombre, deja de ser tan fracasado. —murmura sin más ganas de escucharlo.

Siendo así como Elay frustrado también gruñó por lo bajo, y fue en busca de Jacob, al menos podía jugar al amigo, conocerlo y cuando baje la guardia hacerle el delicioso. ¡Estaba seguro que en cuanto lo viera todo este problema acabaría y rogaría por marcarlo! Al menos eso era lo que pensaba Elay.

Pero lo que no sabía el platinado era que Jacob era Alfa, y quierase o no, Elay era un simple omega, la realidad sería otra cosa, tal vez el sería quien rogaría porque lo marque.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora