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Bella se encontraba viendo comer a su albina al igual que ella iba comiendo un poco también, aunque la preocupación del malestar que había sentido en su corazón la tenía atenta por si su contraria necesitara algo mas que comida. Sin decir nada, tras varios minutos pudo tomar una de las manos de la albina, ésta se encontraba fresca como si hubieran dejado fuera una almohada suave y mojada a secar.

Leongina se veía ausente, como si algo le molestara y no supiera manejarlo en ese preciso momento.

«Me preocupas»pensó tan fuerte que sin querer pareció su contraria volver al presente. Debido a que le había tomado mejor la mano entre sus dedos.«¿quieres hablar del tema o...?»volvió a pensar mientras su vista estaba enfocada en su albina, totalmente concentrada en ella.

Leongina suspira ligeramente y sus labios se curvan espontáneamente en una sonrisa que luego tan rápido como llegó, se volvió una fina línea.

«Sabia eres, mi Luna. Hablar por nuestra conexión ha causado un efecto calmante en nosotros, gracias»agradeció de la misma manera en la que Bella sin querer comenzó a comunicarse con ella.

«No se bien como lo hice, pero me sirve»bromea un poco tras el alago, ya que aquello le emocionaba mucho. Su corazón se sentía muy vivo con cada frase que le dedicaba Leongina.

El dilema del fuero interno como consciente de Leongina se iba aflojando tras el estrés dado como consecuencia de la Charla con Yiara.

«Hoy no fuiste por mi culpa al Instituto, pero mañana si irás. Tengo algunos asuntos que resolver y no puedes descuidarte en la educación.»piensa en ello para luego acariciar los nudillos en su Luna.

«¿No nos hará mal estar tanto tiempo lejos? Luca dijo el otro día que necesitamos una semana mínimo para estar tranquilas.»pregunta Bella recordando esa conversación.

«No me apartaré por tanto tiempo, necesito realizar unas cuantas llamadas personalmente para unos asuntos de la manada. Necesito el contacto directo de una monarquía, y para eso deberé ir a un sitio no tan lejos de ti, mi pequeña.»comunica en su brevedad el tema en cuestión.

«Bien, espero que lo cumplas. No... No me gusta estar sin verte. Mas aun con lo que has sentido hace un momento»acepta Bella tras aquellas palabras que no darían mucha más información de su paradero.

«Ya hemos terminado los sándwiches, estuvieron deliciosos. No creí que me dejaría satisfecho.» comenta Maxam rompiendo la pensativa mirada de su pequeña Luna.

«Wao, pues... Le puse manteca»corresponde el alago nuevamente«¿Qué quieren hacer?»

Tras preguntar eso, se intenta levantar del sofá pero las manos unidas no se separan, dejandola varada a unos metros de ella.

—¿Qué pasa?—pregunta Bella, desconcentrada y sorprendida por tal acción de Leongina.

Leongina se levanta del sofá, para frente a ella tomando las mejillas de Bella entre sus manos, y luego junta sus labios dulcemente. Dejando tonta y perdida en esa sensación tan tierna, dulce y cariñosa tan suave como la caricia del viento contra su mejilla, solo que en esta oportunidad era en sus labios la caricia.

El corazón de ambas se conectan tras ese pequeño gesto, al igual que lo ojos se conectan; Bella nota la fría tormenta de nieve que yace en el lado celestino de esa mirada tan cristalina y de aquel lado hermoso de sol caliente de Phoenix se encontraba un polo que podría llevarla a la perdición, dos polos perdidos de distintas formas en un solo cuerpo amándola con un simple gesto como lo era ese beso.

Ambas se separan, Bella deja recostar su frente contra la de Leongina, mientras esta sigue sintiendo el cosquilleo de nunca dejar de besarla al par que sigue acariciando la mejilla de su pequeña Luna.

—¿Y-y ese beso?—pregunta Bella, en un tartamudeo, debido a la sensación tan emocionante que consume a su corazón, garganta y cuerpo.

—Lo necesitaba.

Las palabras eran cortas, pero el sentimiento que habían expresado tras la mirada y contacto valía mas que mil palabras que decir.

Tras ello, Bella percibe la calidez conocida en sus mejillas, se separa apenada de tanta pasión e intensiones puras de amor.

—B-bien... Iré a dejar esto...en su lugar.—dijo separandose y yendo hacia la cocina, llevando el plato sucio donde sólo yacían las migajas en este.

Leongina y Maxam habían logrado conseguir una bocanada de paz tras el beso que los labios de su Luna podían dar a sus almas dolidas, que eran sirvientes del mundo y temor al futuro.

[...]

Tras esa mañana Bella había decidido que era mejor quedarse en casa, conforme el tiempo pasó su compañera Angela le fue pasando los apuntes de clases tras una llamada por varias horas, horas en las que Leongina se comía varios potes de helado de 1/4 de menta y frutilla. Muy en el fuero interno de la castaña, entre las veces que se había desviado su atención a los labios humectados con helado, y la cantidad de 5 potes ya consumidos la superaba, tanto que cuando llegó las 9pm; concluyó la tarea con éxito y agradeció a Angela pir su ayuda.

—¿C-cómo es posible que comas tanto helado con el frío de Forks?—pregunta incrédula Bella, dejando el bolígrafo dentro del cuaderno y luego dejarlo sobre el escritorio.

—Así como comes pasta suempre que pueda en cada situación que puedas aprovechar. —contesta Leongina con una expresión divertida, ante la incredulidad de su Luna.

Bella busca como contradecir a lo dicho, pero se muerde ligeramente el labio inferior al no encontrar ninguna forma. Era cierto, su comida favorita es la pasta, si fuera por ella lo comería siempre que pudiera, tanto así como: desayuno, almuerzo y cena, durantes tres días consecutivos sin hartarse.

—Buen punto, Leona. —admite suspurando para luego levantarse de la silla y alejarse de su escritorio. Estirando sus musculos tras estar frente a este durante unas 9 horas seguidas.

—Has terminado. Tienes buena amistad con la señorita Weber. —dice Leongina aceptando su victoria con un brillo dulce en su mirada.

Un brillo que despertaba Bella en ella.

—Sí, ser persistente hace que termines todo en un día, aunque estoy molida. —dice para luego tirarse directo de plancha a la cama, bostezando y lagrimeando de cansancio.

—¿Quieres un poco de helado?—pregunta la albina mientras dejaba espacio a su luna para que se relajara sin ella estando en la cama.

—¿Aún sobra?—bromea tras las sábanas, ante dicha cantidad de Helado que ya ha consumido la albina.

—Si. Te lo traigo. —dice indiferente ante la broma. Encaminandose a la puerta de la habitación.

—¿Leo..?—pregunta Bella.

—Diga.

—Te quiero.

Leongina siente un cálido cariño abrasar su frío corazón. Dejandola sin aliento tras escuchar eso.

—Yo también te quiero, mi pequeña Bella. Ya vuelvo. —dice Leo con un ligero rubor, perdiendose entre los pasillos de la casa.

Bella mientras se acuesta y lleva su mano a su corazón, cada vez que decía algo así, su corazón y boca del estómago se alocaba. Definitivamente, esto era mas que un gustar, se estaba enamoranfo con fuerza de su albina.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora